Una decena de sectas como la que apoya a las clarisas compiten por captar a fieles

Ángel Paniagua Pérez
A. Paniagua MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

El portavos de las monjas clarisas de Belorado
El portavos de las monjas clarisas de Belorado Europa Press | EUROPAPRESS

Organizaciones como la liderada por el «obispo» al que siguen las religiosas de Belorado, reivindican el espíritu preconciliar

20 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La Pía Unión San Pablo Apóstol, el artefacto eclesial que ha montado Pablo de Rojas Sánchez-Franco, el falso obispo que se ha ganado la voluntad de las 15 monjas clarisas de los conventos de Belorado y Orduña (una ha abandonado), es una más de las sectas de inspiración católica y sesgo ultratradicionalista que existen en España. Son grupos que se arrogan la pureza y autenticidad del mensaje cristiano, a su juicio traicionado desde la muerte de Pío XII en 1958. Casi todas se proclaman como la verdadera Iglesia y juegan al equívoco con nombres que evocan la institución vaticana. «Son entidades autónomas e inspiración preconciliar, sus líderes suelen ser personajes autoproclamados obispos y que han logrado ser consagrados por gentes extrañas», asegura Luis Santamaría, investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas.

Santamaría, autor de A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España, destaca que los nombres que adoptan estos grupos inducen a la confusión al parecerse a la organización que dirige el papa Francisco. En la nómina de sectas que cita figuran la Iglesia Católica Liberal, la Iglesia Liberal Católica del Reino de España, la Iglesia Católica Liberal Occidental, la Iglesia Católica Liberal Mar Thoma y la Iglesia Antigua Católica y Apostólica, entre otras.

Pese a la similitud fonética, litúrgica y ritual, la convivencia no suele ser pacífica. «Es frecuente ver que se enfrentan entre sí y se insultan, porque al final cada una reclama ser la única representante legítima de la verdad. Es normal que algunas acojan a otras facciones y luego acaben rompiendo al cabo de unos pocos meses», explica Santamaría, que dice que De Rojas tiene una inclinación enfermiza a mentir. No es nieto del gobernador civil franquista de Jaén ni ostenta los títulos nobiliarios que se atribuye ni es heredero de un rico patrimonio familiar. «Fuentes cercanas a los De Rojas me han confirmado que el patrimonio familiar no está en manos del falso obispo. Todo el dinero con el que puede disfrutar de una vida aparentemente lujosa procede de las dos décadas que lleva embaucando a la gente. Ha sido capaz de engatusar a personas y familias nostálgicas tanto del régimen franquista como de la Iglesia preconciliar».

Como muchos de los cabecillas de estos credos, De Rojas invoca la legitimidad de su nombramiento episcopal. El dirigente de la Pía Unión asegura haber sido ordenado presbítero y obispo entre 2005 y 2006 por el antiguo jesuita Derek Shell, quien a su vez recibió el anillo de mitrado en El Palmar de Troya en 1976.

Pero en el 2010, don Pablo, como quiere que se le llame, habría vuelto a ser consagrado de manos de Ricardo Subirón, otro falso obispo suspendido a divinis (para siempre) por el arzobispado de Valencia. Así, De Rojas legitima su origen remontándose a la figura de Pierre Martin Ngo Dinh Thuc, un díscolo obispo vietnamita que avaló el delirio del papa Clemente, quien dirigió la secta del Palmar de Troya. Para Santamaría, el sedicente obispo aspira a dotarse de un aura de respetabilidad consiguiendo el respaldo de un grupo de monjas como las clarisas de Belorado, que pueden ser víctimas del «engaño y la manipulación psicológica». «No me queda claro hasta qué punto llega la responsabilidad de la abadesa. Mi intuición es que ha habido una sinergia entre manipuladores». Es la misma impresión que parece tener la Conferencia Episcopal, que pide que se escuche la voz de cada una de las componentes de la comunidad sin interferencias.