Un estudio que acaba de publicarse en la revista «Nature» revela algunos de los efectos asociados a este gran retroceso
23 dic 2024 . Actualizado a las 13:22 h.Casi con toda seguridad, el 2024 será el año más cálido desde que hay registros. Pero a falta de confirmación, el 2023 sigue siendo el más caluroso desde 1850. Una de las anomalías más destacadas que disparó el año pasado la media mundial se observó en la Antártida.
El ciclo anual de congelación y fusión del hielo marino en el polo sur es uno de los ciclos estacionales más grandes que existen en la Tierra. En el invierno austral, se expande hasta cubrir más del doble del área de Australia y se reduce una quinta parte en verano. Pero en el 2023, la extensión del hielo siguió menguando durante todo el invierno, con reducciones de entre el 50 y el 80 % por debajo del promedio de invierno de 1991 al 2020.
Ahora, un estudio que acaba de publicarse en la revista Nature revela algunos de los efectos asociados a este gran retroceso de hielo en la Antártida.
En concreto, los autores de este estudio se han centrado en comprobar cómo la superficie oceánica que quedó al descubierto influyó en la dinámica atmosférica en la región. Descubrieron un aumento de la formación de borrascas. «Cuando se retira el hielo, el calor se pierde en la atmósfera. En las regiones donde el hielo marino ha disminuido, la frecuencia de borrascas de junio a julio ha aumentado hasta 7 días por mes en el 2023 en comparación con el período 1990-2015», asegura Simon Josey, investigador del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido y uno de los autores principales.
Además, el artículo revela que la pérdida masiva del hielo está cambiando las propiedades de las aguas superficiales del océano austral, en concreto su densidad. «La pérdida de calor del océano hacia la atmósfera está aumentando la densidad del agua en la superficie del mar a valores nunca antes vistos en las regiones recién desprovistas de hielo», subraya.
Cabe recordar que la circulación marina global depende de la temperatura y la densidad del agua para que aflore en una zonas y descienda en otras. «La ubicación de esta nueva agua superficial más densa está relativamente lejos de los sitios de la plataforma antártica donde se forman las aguas más densas y profundas del océano del mundo», añade el científico Andrew Meijers, coautor del estudio.