
Nunca ha dejado de ser cansino, pero a estas alturas ya empieza a ser directamente agotador. Ione Belarra, secretaria general de Podemos, se suma a la lista de quienes tiran de estereotipo para definir a los gallegos. En un ataque que le ha explotado en la cara, la política dijo no entender de dónde saca Rajoy ese «gracejo» si los gallegos no tienen (tenemos) fama de graciosos.
Lo mejor será reírse por no llorar y tirar de retranca, ese sentido del humor que (para sorpresa de nadie, o quizá para sorpresa de la diputada) es tan definitorio de Galicia. Sí, gracia nos sobra, aunque quizá no está hecha para todo el mundo. Resulta paradójico, digamos que hasta la carcajada, que quienes se ponen por bandera la tolerancia, la igualdad y el progreso opten en una sede parlamentaria por hacer comentarios con un tufo tan retrógrado que podrían haberse escuchado hace 60 años en cualquier barra de bar con poca reflexión y muchas tazas.
Que si los gallegos esto, que si los gallegos lo otro. De verdad, xa fede. El cliché suena a rancio, a Pajares y Esteso, a España tópica y estereotipada, a generalización de brocha gorda, y la verdad, a una justísima capacidad retórica. Es más, aburre a más no poder y deja entrever que quizá quien presume de avanzar se ha quedado, digamos, un pelín rezagada.