El actor Marcos Franz y la profunda depresión que sufrió en «Merlí»: «No puedo ver la serie porque veo a un Marcos que no soy yo»

Iago García
I. GARCÍA LA VOZ

SOCIEDAD

El actor Marcos Franz contando en un vídeo cómo lidió con una fuerte depresión.
El actor Marcos Franz contando en un vídeo cómo lidió con una fuerte depresión. TIK TOK | @marcosfranz

La serie «Merlí» fue un éxito en Cataluña primero y en toda España después. Marcos encarnó en esta producción a Gerard, uno de los alumnos protagonistas, que se vio superado por la situación: «No puedes esperar que una pastilla te lo solucione todo»

11 mar 2025 . Actualizado a las 17:05 h.

Aunque fue hace cinco meses cuando el actor Marcos Franz (Mataró, 1993) desvelaba en el pódcast Qui li diu que padeció una fuerte depresión mientras grababa la serie Merlí, ha sido ahora cuando ha querido dirigirse personalmente a sus seguidores en las redes sociales para ayudar a «aquellos que tal vez sientan que están en un pozo sin salida». Este episodio de salud mental se remonta a hace una década, cuando empezó a triunfar en la catalana TV3 (después lo haría en todo el país) esta producción en la que un profesor de filosofía, Merlí (interpretado por Francesc Orella), ayuda a sus alumnos a través del pensamiento crítico a resolver sus problemas más allá de las aulas. Con ciertas reminiscencias a la película El club de los poetas muertos, los alumnos son bautizados por el docente como los «peripatéticos» y entre ellos estaba Gerard, un chico enamoradizo que pide consejos amorosos a su profesor. Marcos Franz fue el intérprete que dio vida a Gerard, pero ha aclarado que «el proceso se solapó con la serie, no fue que la serie me causase la depresión». Aunque ha conseguido superar este episodio de salud mental, le es difícil recordarlo «porque veo a un Marcos que no soy yo».

@marcosfranz

♬ sonido original - Marcos Franz

Sumó medicación a la terapia para superarlo

Su consejo parte de la experiencia vivida, en la que reconoce haber probado «muchas terapias, muchas alternativas». Sin embargo, en su caso, no fue suficiente para superar el bache. «Al final tuve un buen terapeuta que me dijo: "oye, tal vez podrías pasar por psiquiatría"». Aunque el actor, inicialmente «estaba muy reacio, no me gustaba el tema de tomar pastillas, de que algo alterara la química de mi cerebro, me hiciera perder mi personalidad», aceptó el tratamiento: «eso me salvó bastante la vida». 

No fue, en todo caso, un proceso rápido, sino que experimentó diferentes fases que se prolongaron en el tiempo. El medicamento antidepresivo que le recetaron a Franz, la sertralina, fue especialmente efectivo al principio. «Sentí como una supereuforia, como si la química de mi cerebro estuviera segregando un montón de dopamina», narra en un vídeo subido a TikTok. Tras «una o dos semanas», la euforia se disipa y «el sistema ya se autoregula». «Cuando se reguló esa química en el cerebro me sentí muy bien —continúa el intérprete—, dejé de experimentar las cosas negativas de la vida que me afectaban: mis propios pensamientos intrusivos ya no me afectaban, dejaban de existir».     

Remarca, eso sí, que todo esto fue «obviamente junto con terapia, no puedes esperar que una pastilla te lo solucione todo».   

Un proceso no exento de riesgos

Claro que la sertralina, al igual que anulaba lo malo, también impedía a Marcos Franz experimentar la alegría en su plenitud. «No todo es perfecto, tienes que pagar con la otra cara de la moneda. Si dejas de tener tristeza, olvídate de tener felicidad. Eso también desaparece. No vas a llorar de tristeza y tampoco vas a llorar de alegría», se expresa ante la cámara de su móvil. Fue, sin duda, el efecto más negativo que detectó de la sertralina en su organismo: «No podía sentir el placer positivo de esas cosas. Estaba como en piloto automático. Evita eso, que te desbordes emocionalmente». «Con el paso del tiempo me sentí bastante frustrado por esa sensación de no poder experimentar lo bueno y lo malo de la vida», añade el artista, anticipando ya que solo eliminando la dosis iba a poder retomar la normalidad. «Junto al psiquiatra fuimos reduciéndolo hasta que desapareció por completo y a partir de ahí fui a terapia en vez de tomar pastillas». Antes de despedirse, en su apuesta por no criminalizar este tipo de medicamentos, siempre tomados bajo estricta supervisión médica, indica que «puede ser una buena vía para escapar de un pozo si estás en una especie de vorágine de la que crees que no vas a escapar».