Mafalda Soto y su lucha por los albinos en África: «Busca aquello que te mueve, lo que te hace sentir vivo»

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez LA VOZ DE LA SALUD

SOCIEDAD

La farmacéutica ourensana compartió en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre su viaje vital y profesional. Emocionó con su relato de cómo la empatía, la ciencia y la acción pueden cambiar vidas. Cuidar a otros también fue una forma de encontrarse a sí misma

19 jun 2025 . Actualizado a las 10:03 h.

La farmacéutica ourensana Mafalda Soto protagonizó una de las intervenciones más emotivas en el evento VOZes celebrado en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre. En su discurso, compartió el recorrido vital y profesional que la llevó de Galicia a África, donde lleva más de quince años dedicada a mejorar la vida de las personas con albinismo. «Comparto con la Mafalda de Quino la pasión por los Beatles y una inclinación por el inconformismo», comenzó diciendo.

Ese inconformismo la empujó a buscar un «guau», como ella misma explicó: ese momento de certeza en el que una vocación se enciende. Lo encontró lejos de casa, primero con una beca en Islandia, que la sacó de la inercia de una tradición familiar marcada por la medicina y la farmacia. Allí, rodeada de jóvenes que vivían otras formas de explorar el mundo, Mafalda descubrió la importancia de exponerse, de romper con lo establecido. «Islandia me enseñó que para cuestionarte las cosas, primero tienes que conocerlas, y para conocer, hay que exponerse», dijo.

Ese primer clic la llevó a Barcelona, a estudiar un máster en Medicina Tropical y Salud Internacional, donde conoció a profesores que hablaban de la cooperación como un compromiso y no como una aventura. «Me enamoré del amor que sentían por su profesión, de su pasión por servir a los más vulnerables, por dejar legado, por reinventarse cada día», recordó.

Su primer destino fue un hospital en Malawi donde conoció a Jeremiah, un bebé con albinismo que llegó con el rostro cubierto de quemaduras solares de segundo grado. «A las semanas de aplicar unas buenas prácticas de fotoprotección, su madre recuperó la sonrisa», relató, mostrando imágenes del antes y el después. En Tanzania conoció a Leah, que llegó al hospital tras caminar tres días desde el lago Victoria. Tenía cáncer de piel avanzado y no pudo recibir tratamiento a tiempo. Murió con 28 años, la misma edad que tenía Mafalda entonces. «Ahí me rebelé: ¿cómo que no se puede hacer nada?», recordó.

Esa rebeldía se convirtió en acción. Con el hospital, puso en marcha un programa de prevención de cáncer de piel. Regresó a Madrid para formarse en el desarrollo de fotoprotectores, y meses después fundó en Tanzania un laboratorio local que fabrica cremas solares adaptadas al clima y la piel africana. El laboratorio, además, contrata a personas con albinismo y funciona como centro de inclusión. Allí trabaja Grace, una mujer tanzana que se presentó a la entrevista con un vestido estampado, un tocado llamativo y una sonrisa infinita, a pesar de que su vida había estado llena de dificultades. Diez años después, su hijo va al instituto y ella está a punto de construir su propia casa.

En el 2017, Mafalda fundó la ONG Beyond Suncare, que ha llegado a más de 10.000 personas con albinismo en diez países. «Donde no llega la ciencia, manda la magia», denunció durante su intervención, aludiendo a las creencias que aún circulan en algunas comunidades: que los albinos no mueren, sino que desaparecen; que sus huesos traen suerte; que tener relaciones sexuales con una mujer con albinismo cura el sida. Estas supersticiones conviven con la ausencia de protección sanitaria, lo que provoca que nueve de cada diez personas con albinismo mueran antes de los 30 años por cáncer de piel.

Para hacer sostenible su modelo de impacto, Soto lanzó también una empresa social: UMOA Cosmetics, una marca de cosmética natural, vegana y con respaldo científico, que dona parte de sus beneficios a la ONG. «UMOA une ciencia y denuncia, belleza y humanidad», explicó.

«Llegué a Malaui para quedarme nueve meses y me quedé nueve años. Las luchas de Jeremiah, Grace o Leah se convirtieron en mi lucha», resumió en uno de los momentos más emocionantes de su intervención. «Hagas lo que hagas, busca el latido —dijo parafraseando a Elvira Sastre—. Aquello que te mueve, lo que te hace sentir vivo y da sentido a tus días».