Emma Huertas, investigadora: «El océano está pagando un alto coste por mitigar el calentamiento global»

Adrián García Seoane REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La experta asegura que «la subida de temperatura del mar tiene grandes repercusiones económicas»

29 jun 2025 . Actualizado a las 10:43 h.

Emma Huertas (Cádiz, 1971) es investigadora del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía y coordinadora de la plataforma Oceans+ del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), un instrumento que agrupa a varios equipos científicos especializados en estudiar la respuesta del medio marino al cambio climático. El martes pasado, con motivo de unas jornadas organizadas por la Real Academia Galega de Ciencias, visitó el castillo de Santa Cruz (Oleiros) para ofrecer la ponencia «Cambio climático y océano: la amenaza global a escala regional», en la que abordó el importante papel de los océanos sobre el clima.

—¿Cómo influye el océano en el clima de la Tierra?

—El océano es un actor clave en el sistema climático terrestre porque ha incorporado aproximadamente un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero que los humanos liberamos a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2). Además, en la última década ha absorbido casi el 90 % del exceso de calor causado por el efecto invernadero puramente antropogénico. Aparte de esto, el océano libera a la atmósfera el 50 % del oxígeno que respiramos. En general, la ciudadanía no es consciente del papel tan relevante que tiene a la hora de mitigar el calentamiento global.

—¿Este papel que ejerce el océano implica algún perjuicio para el mismo?

—Sí, está pagando un alto coste, porque todo esto modifica la circulación de las corrientes oceánicas, ya que las masas de agua, al calentarse, cambian su densidad. Las corrientes funcionan como una especie de carreteras que distribuyen calor y nutrientes por todo el planeta y, si cambia su densidad, se alteran. También aumenta la estratificación [un fenómeno que provoca que el océano se divida en capas que no se mezclan con facilidad entre sí], lo que afecta a todo un conjunto de procesos bioquímicos. Por otro lado, como se incorpora dióxido de carbono procedente de la atmósfera, se acidifica toda la columna de agua, con lo que disminuye el pH del océano, que se ha mantenido estable desde hace 800.000 años. Esto, además de alterar la biostasis [la capacidad de las especies para tolerar cambios ambientales sin ajustarse activamente a ellos] de organismos que llevan milenios adaptados a esos niveles de pH, también modifica el ciclo natural del carbono, lo que favorece la producción de los iones bicarbonato en detrimento de los iones carbonato, que son el «cemento» a través del cual los organismos calcáreos construyen sus estructuras duras. Cuando hablamos de organismos calcáreos enseguida pensamos en los corales, pero estos se encuentran en todos los eslabones de la cadena alimentaria marina: desde el fitoplancton, que es la base de la cadena, hasta los bivalvos de interés comercial. Todos los organismos calcáreos se ven alterados por esta disminución de iones carbonato provocada por la acidificación del océano.

—¿Cómo afectan estos cambios al litoral gallego?

—Por ejemplo, los equipos científicos de la Universidade de Vigo y del Instituto de Investigacións Mariñas (IIM) del CSIC, que también está en Vigo, han constatado que en los últimos años la temperatura del agua ha subido entre 0,2 y 0,7 grados por década y que, además, se ha incrementado la frecuencia de las olas de calor marinas. Todo esto altera la fisiología de los organismos marinos, que han estado expuestos a unos mismos rangos de temperatura desde hace milenios. De hecho, hay un estudio de la Universidade de Vigo que refleja que hacia finales de este siglo va a haber muchas regiones de las rías en las que las condiciones de temperatura no serán óptimas para el desarrollo de bivalvos de interés comercial. Así que esto también tiene grandes repercusiones socioeconómicas. Y no estamos hablando de hipótesis, ya que esto está constatado desde los 80 mediante mediciones muy precisas realizadas con satélites e in situ.

—¿Es posible revertir este futuro?

—Claro, pero la marcha atrás comienza por convencer a los políticos de que nuestros hijos van a heredar un planeta que no será el mismo que ha existido desde hace 800.000 años. Para revertir todos estos procesos hay que tomar medidas urgentes de reducción de emisiones, y esto supone que la ciudadanía tiene que estar implicada y hacer presión sobre los encargados de la gestión de los espacios naturales. Pero no podemos tirar de activistas climáticos que igual no tienen mucha idea de lo que está ocurriendo. Todo tiene que estar basado en conocimiento científico sólido.