Sorprendidos por la ola de calor: «Venimos escapando de Madrid y aquí ¡es casi peor!»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un hombre se refresca en una fuente de la playa de Barraña, en Boiro
Un hombre se refresca en una fuente de la playa de Barraña, en Boiro MARCOS CREO

Las playas y los chiringuitos están hasta los topes en un comienzo de agosto marcado por las altas temperaturas, especialmente en el sur de la comunidad.

03 ago 2025 . Actualizado a las 22:23 h.

«Estamos sacrificando los primeros conciertos del día y no vamos al festival hasta las siete de la tarde. Antes es insufrible, hay poca sombra y no disfrutas», explicaba Laura, una pontevedresa que lidiaba con el calor sofocante en el festival SonRías Baixas.

Los imprescindibles estos días en Bueu para los festivaleros, la joven los tiene claros: «Crema de sol y, lo que creo que es una cierto total y absoluto, los puntos de agua. Nos permite hidratarnos o mojarnos, más allá de las cervezas que nos podamos tomar», añadía.

Dani Miro es un pontevedrés afincado en Madrid que esperaba encontrarse en sus vacaciones una tregua al calor de la capital. «En Madrid hay días que no se baja de los 30 grados. Vine buscando escapar del calor veraniego vinimos a pasar unos días a Cabo Udra y qué sorpresa, ¡si es casi peor!», lamentaba. Pese a todo, el veraniego retornado sí está encontrando por la noche el descanso que la capital le niega. «Durante el día, las máxima, que a veces están superando a las de Madrid, combinadas con la humedad son casi peores que allí. Pero en cuanto pasan las horas puntas se nota que refresca un montón y es una gozada poder estar aquí y dormir de continuo sin ventilador», celebraba.

«Xeo ata arriba»

Trabajar en un chiringuito de playa durante el verano no es fácil, y este domingo lo fue todavía menos debido a las sofocantes temperaturas, que alcanzaron los 35 grados en Barbanza. «Isto non é sinxelo de levar porque hai moita calor e moita xente», comentaban desde A Taberna do Cámping, en Barraña, Boiro. Durante el mediodía el local estuvo a reventar, con turistas con ganas de comer rápido y regresar a la playa para refrescarse en el mar.

Con este calor algunos hábitos cambian; de hecho el consumo de hielo se disparó en este establecimiento boirense: «A xente pide que lle bote xeo ata arriba». Sin embargo en el Touliña, en Praia Xardín, los platos que se sirvieron fueron los habituales, como pimientos, calamares, pulpo o zamburiñas. «Estivemos saturadísimos. A xente pide o mesmo pero quéixase moito da calor, supoño que na area non se debe de aguantar», señalan desde este bar situado a pie de playa.

«Podía ser peor»

«Hoy tampoco hace tanto calor, podía ser peor», decía Jeferson Quezada, sonriente mientras sostenía con sus manos una sombrilla de playa que le da sombra. Con él, bajo la misma sombrilla, Joeli López asentía. Los dos nacieron en la República Dominicana, viven desde hace años en Monforte y decidieron pasar el primer domingo de agosto en la playa fluvial de A Cova, en el Miño de O Saviñao, uno de los enclaves turísticos más frecuentados en la Ribeira Sacra, sobre todo en verano. La playa estaba llena y la gente escapaba de los 35 grados a la sombra, que marcaban los termómetros primera hora de la tarde, metiéndose en el agua. O buscando cobijo bajo algún árbol, como Lidia Vázquez y Tiago Alves, ella de Chantada y él de Melgaço. Acababan de llegar en el bus lanzadera que sale de Chantada y trata de reducir los atascos en los estrechos accesos a esta playa. En el bus solo venían ellos dos y alrededor de la playa se amontonaban los coches, pero esa es otra historia. «Ela ten a pel moi branca», bromeaba Tiago para explicar por qué se han lanzado al único árbol que quedaba libre. Ninguno tenía miedo al calor. «Daquí a pouco vou á auga, é a solución perfecta contra a calor», decía Tiago, que pensaba que a esa misma hora en Melgaço debían estar incluso peor.

Tampoco a Jeferson y Joeli les impresiona el calor de estos días en la Ribeira Sacra. Vienen del Caribe, así que tienen muchas horas de sol encima, pero es que además él vivió un tiempo en Zamora antes de recalar en Galicia. «El de Monforte no es un calor tan seco como pensáis aquí, el de Zamora sí que es duro y seco», aseguraba.

El termómetro en Vigo marcaba 32 grados a las 17.00 horas de la tarde de este domingo. Las calles del centro, al mediodía, estaban casi vacías por el calor. Un vecino, Francisco, que iba con la barra de pan a casa decía que «non se aguanta na rúa». Conforme avanzaba la tarde, las calles se iban llenando de fieles que iban a la procesión del Cristo de la Victoria, que empezó a las 19.30 horas. Muchos vecinos y turistas optaron por ir a las playas. Samil estaba llena de personas que buscaban refresco, también muchas llegadas de Ourense, como Conchi, que decía: «Vinimos aquí a pasar el domingo. Se agradece la brisa del mar».

En las playas de los concellos del área también hubo grandes aglomeraciones. Baiona estaba en fiestas y Praia América y Patos casi colgaban el cartel de completo. «Aquí es donde mejor se está», decía Suso, recién llegado a Panxón desde Amoeiro. Rosa, vecina local, también aprovechó para bajar a la playa de A Madorra. «Un baño y de vuelta a casa. Hay mucha gente», decía entre risas.

En la Praia de O Ézaro, en Dumbría, también se ha notado esta ola de calor que no solo ha golpeado a las Rías Baixas. El de hoy fue el domingo con más gente de todo lo que va de verano, a lo que también ayudó la celebración de la Festa da Praia. Un añadido a un entorno espectacular que pilló por sorpresa a los muchos visitantes que pisaban el arenal por primera vez. Se hacía complicado aparcar, pero el ambiente merecía la pena, aunque el calor no daba tregua y obligaba a refrescarse en el mar cada poco tiempo. «Ya notamos una subida de gente desde el viernes, pero hoy es una locura, esto parece Benidorm, que no se para», decía Nicolás Toba, uno de los tres socorristas que también vieron incrementado su trabajo por picaduras de fanecas bravas, avispas y algún golpe de calor.

Una de las pocas excepciones este domingo fue la de A Mariña, que no es la primera vez que se queda como una de las únicas zonas de la península al margen de la ola de calor. La estación de MeteoGalicia de Foz marcaba a las 14.30 horas 21,2 grados, la de Ribadeo, 22, y la de Borreiros, en Viveiro, 23.

Información elaborada por R. González, M. López, A. Davila, P. Rodríguez, A. Lestón, C. Cortés y J. V. Lado