Periodistas noruegos relacionan a Marius Borg, hijo de Mette-Marit, con bandas de narcotraficantes transnacionales

J. DUEÑAS COLPISA / LA VOZ

SOCIEDAD

Marius Borg, hijo de Mette-Marit
Marius Borg, hijo de Mette-Marit Lise Aserud | EFE

El trabajo de investigación, «Rayas blancas, oveja negra», apunta además que la policía hizo la vista gorda: «Casi todos los amigos de Marius han estado implicados en delitos»

24 oct 2025 . Actualizado a las 13:37 h.

Rayas blancas, oveja negra, así se titula el libro de los periodistas Torgeir Krokfjord y Øistein Monsen que relaciona al hijo mayor de Mette-Marit con el tráfico de drogas. La obra, publicada por Aschehoug, una de las editoriales más importantes de Noruega, sostiene que Marius Borg y su entorno criminal llevaban a cabo presuntamente tráfico de estupefacientes a pocos metros del palacio real de Oslo. Ante estas acusaciones directas, la defensa de Marius, que de momento no tiene previsto llevar a cabo acciones legales, ha pedido a la editorial que tome medidas: «Esperamos que Aschehoug, ahora que se han señalado falsedades e inexactitudes, tome medidas, revise el libro de nuevo y elimine lo que sea obviamente incorrecto». En este sentido, el responsable de prensa del Distrito Policial de Oslo, Unni T. Grøndal, ha precisado que «el libro describe que la policía vio a Borg mientras supuestamente vendía cocaína en la calle Karl Johan. Quisiéramos aclarar que, según nuestra información, los agentes observaron que estaba intoxicado, pero no que vendiera drogas».

El libro pone también en la diana a Mette-Marit por su actitud durante la investigación a su primogénito al señalar que como la policía tuvo la deferencia de avisarle antes de la primera detención de Marius, ella fue a su piso para limpiarlo a fondo. De ahí que la segunda vez que los agentes detuvieron al hijo de la heredera al trono noruego, la princesa se enteró por los amigos del joven.

Notorias bandas de narcotraficantes

El libro se refiere desde su propia sinopsis a la relación de Marius Borg con grupos delictivos organizados y apunta a la complicidad de la propia policía, como conocedora de los hechos. «Ha sido un secreto a voces en la policía que el hijo de la princesa heredera ha tenido tratos estrechos con criminales —se puede leer en la descripción de la web de la editorial del libro, titulado en noruego Hvite striper, sorte får—. [...] Dos experimentados periodistas de investigación revelan cómo Marius y sus amigos podrían estar conectados con algunas de las bandas de narcotraficantes más notorias de Europa». 

La obra de investigación está organizada en seis capítulos. Los cuatro primeros se titulan como cuatro de los señalados, Marius, Patrick, Hans Martin y Frederik; el siguiente se dedica a la red de conexiones y un último sirve como conclusión. Al principio de cada uno de ellos se traza el mapa de posibles vínculos de los supuestos implicados. «Sabemos que había dos conexiones entre Marius y [la organización criminal transnacional con sede en Suecia] Foxtrot, y otros tres entre el hijo de la princesa heredera y la inteligencia iraní», relata el trabajo periodístico.

En el libro, los profesionales de la comunicación citan a numerosas fuentes anónimas que aseguran que «la policía los dejó actuar», haciendo la vista gorda a las operaciones criminales de este grupo en el que apuntan a la implicación de Marius. «Podrían haber atrapado a muchos de estos tipos por pequeñas cosa, pero no lo hicieron. Quienes estuvimos involucrados en estas cosas nos preguntamos por qué la policía no los ha detenido. Porque casi todos los amigos de Marius han estado implicados en delitos. No se puede ser delincuente durante un año y luego olvidarse de ello», dice una de las fuentes del libro.

Mette-Marit, enfurecida con la policía

En el libro también se indica que, al parecer, Mette-Marit se enfureció con la policía por la gestión del caso, especialmente tras la segunda detención de su hijo. Según indica el medio noruego «Se Og Hor» sobre el contenido de la obra, la princesa heredera se mostró muy enfadada con los agentes de la ley por no advertirle con antelación que iban a allanar la cabaña en la que arrestaron a Marius.

El enfado venía porque, en el primer arresto de su primogénito, sí había recibido un aviso previo. Con ello, había tenido tiempo de ir a casa de Marius y limpiar su apartamento antes de llevar a su otro hijo a la escuela. Además, cuando Mette-Marit y Marius se reunieron con la policía ya en prisión, entregaron un teléfono móvil roto y sin tarjeta SIM.