El mapa del genoma humano se ha olvidado de gran parte de la humanidad

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

SOCIEDAD

María Pedreda

Un nuevo estudio revela sus «puntos ciegos» y demuestra que la sobrerrepresentación de las poblaciones europeas genera una lectura incompleta del ADN en la que se basa la medicina moderna

03 dic 2025 . Actualizado a las 12:01 h.

El mapa del genoma humano se ha olvidado de gran parte de la humanidad. Un estudio pionero publicado en Nature Communications revela ahora algo que ya se sospechaba, pero que se confirma por primera vez: los principales mapas genéticos humanos, base de la biomedicina actual, contienen «puntos ciegos» biológicos al ignorar miles de transcritos de ARN específicos de poblaciones de África, Asia y América. Esta falta de representación distorsiona el conocimiento sobre enfermedades comunes.

Los principales catálogos utilizados para mapear la biología humana se construyeron con una muestra sesgada, predominantemente de ascendencia europea. El nuevo estudio, liderado por el Barcelona Supercomputing Center (BSC) y el Centro de Regulación Genómica (CRG), demuestra que esta limitación oculta información crucial sobre cómo funcionan los genes y cómo influyen en el riesgo de enfermedad en el resto del planeta.

 Los investigadores se hicieron una pregunta. ¿Y si el mapa oficial de los genes humanos no representa a toda la humanidad? La reflexión parte de Pau Clavell-Revelles, investigador del Barcelona Supercomputing Center y el Centro de Regulación Genómica (CRG). Y la respuesta es que la lectura que hasta ahora hemos hecho es cuando menos incompleta. «En el estudio no hemos descubierto nuevas variaciones genéticas, que ya están ahí, en lo que enfatizamos es que el mapa de genes que nos permite interpretar esas variaciones está sesgado a individuos de origen europeo. Digamos que lo estamos leyendo mal o con unas gafas que solo nos permiten leer ciertas cosas», explica Roderic Guigó, coautor principal del estudio e investigador del CRG

Esto explica, por ejemplo, casos ya conocidos como, por ejemplo, el hecho de que un broncodilatador utilizado para el asma infantil no funcione en niños africanos o que un anticoagulante común empleado para el infarto a una persona asiática incluso le pueda provocar hemorragias.

 Desde la publicación del genoma humano en el 2001, se crearon mapas de anotación génica que detallan los genes y sus transcritos (las moléculas de ARN que contienen las instrucciones funcionales). Sin embargo, al basarse en una muestra mayoritariamente europea, estos catálogos heredaron un punto ciego.

«La mayoría de la secuenciación genética realizada hasta ahora procede de personas europeas, de modo que los catálogos de referencia que utilizamos pueden carecer de genes o transcritos presentes únicamente en poblaciones no europeas», corrobora Roderic Guigó. La consecuencia es que, si una variación genética que produce un transcrito único en una población no está en el mapa, se pierde una posible clave sobre la enfermedad.

«Estamos dejando fuera enormes segmentos de la población mundial. Este estudio muestra, por primera vez, cuánto nos estábamos perdiendo», afirma Pau Clavell-Revelles, primer autor del trabajo.

Los autores del estudio en el superordenador Mare Nostrum, que fue clave para interpretar la ingente cantidad de datos generados durante la investigación
Los autores del estudio en el superordenador Mare Nostrum, que fue clave para interpretar la ingente cantidad de datos generados durante la investigación Mario Ejarque / BSC

«Observamos que muchos de los nuevos transcritos sesgados por ascendencia aparecen en genes ya asociados a enfermedades autoinmunes, asma y rasgos metabólicos», apunta la doctora Marta Melé, coautora principal del estudio y jefa de grupo en el BSC.

Matiza, sin embargo, que esto no implica que los transcritos sean la causa directa de las diferencias en una enfermedad, sino que permiten identificar señales genéticas que antes estaban ocultas. Sin estos transcritos en los mapas de referencia, se perdería información clave para comprender por qué ciertas enfermedades son más comunes, o actúan de forma diferente, en algunos grupos respecto a otros.

 

 Para exponer esta biología oculta, el equipo analizó células de la sangre de 43 personas de ocho poblaciones humanas: Yoruba (Nigeria), Luhya (Kenia), Mbuti (Congo), Han chinos, indios Telugu (Reino Unido), peruanos en Lima, asquenazíes (Israel) y europeos de Utah. Utilizaron para ello la secuenciación de ARN de lectura larga, una tecnología capaz de leer moléculas de ARN completas.

 Los investigadores identificaron 41.000 transcritos potenciales ausentes en los catálogos oficiales. De estos, 2.267 transcritos eran exclusivos de una única población y, a diferencia de los hallados en las muestras europeas, la mayoría de los africanos, asiáticos y americanos eran completamente nuevos para la ciencia.

Además, 773 transcritos parecían originarse en regiones génicas no reconocidas previamente, lo que sugiere la existencia de centenares de posibles nuevos genes aún sin describir. Hasta 476 nuevos genes se han identificado en el estudio.

Ejemplo Funcional: Se identificó una variante específica del gen SUB1, crucial para la reparación del ADN, presente en personas de ascendencia peruana y completamente ignorada por los mapas actuales.

El análisis confirmó que el uso de un genoma de referencia universal y único oculta variaciones biológicas relevantes, especialmente en poblaciones de ascendencia africana.

La importancia de catalogar estos transcritos es inmediata para la salud. Al incorporar los miles de transcritos recién descubiertos, el equipo detectó muchos más efectos genéticos que influyen en la actividad de los genes, especialmente en individuos no europeos.

Aunque el estudio es solo un primer paso y analizó una muestra limitada de un solo tejido, la magnitud de los hallazgos es enorme. Los autores abogan por un esfuerzo global para construir un pantranscriptoma humano: un catálogo completo de todas las moléculas de ARN utilizadas en todos los tejidos, etapas de la vida y poblaciones.

Hacia el pantrascriptoma humano

Ladoctora Melé enfatiza la necesidad de esta ambición: «El pangenoma nos informa sobre la diversidad del ADN. El pantranscriptoma nos indica qué palabras son importantes en cada célula de nuestro cuerpo». El reto es titánico, ya que solo este estudio requirió el superordenador MareNostrum 5 para procesar más de diez terabytes de datos, pero es «esencial para una medicina genómica justa y precisa».

En esta línea abunda Roderic Guigó que apunta que lo que se ha descubierto ahora es tan solo la «punta del iceberg». Por ejemplo, el trabajo actual solo se hizo en células sanguíneas de ocho poblaciones y en individuos de edad madura. A su juicio, esta falta de información que todavía nos queda por descubrir puede ser la razón de que «la medicina personalizada a la que aspiramos todavía no se haya manifestado con las expectativas que teníamos. Y no se ha implantado al ritmo que nos gustaría porque todavía no tenemos datos suficientes para interpretar correctamente las variantes del genoma».