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El minifundismo de Barbanza sorprende a ganaderos extranjeros: «En Irlanda es impensable tener 40 fincas»

Xoán Ramón Alvite Alvite
Xoán Ramón alvite MAZARICOS / LA VOZ

AGRICULTURA

ALVITE

Productores de la isla visitaron en Mazaricos la explotación láctea de Busto Corzón y conocieron los métodos de trabajo

05 nov 2023 . Actualizado a las 21:53 h.

Aunque el clima o la orografía guardan cierta similitud, poco o nada se parece la ganadería barbanzana a la que se práctica en Irlanda, uno de los países europeos en los que más ha crecido la producción láctea durante los últimos años. Por lo de pronto, mientras los productores de la comarca apuestan mayoritariamente por un sistema intensivo en el que las vacas apenas salen a pastar, los irlandeses hacen justo lo contrario: pastorean durante diez meses al año. Es una alternativa que reduce mucho la cantidad de leche que dan sus vacas, pero que económicamente les resulta más rentable.

Bien es cierto que los isleños juegan con la ventaja de disponer de grandes extensiones de terrenos en las inmediaciones de sus granjas, un lujo del que pueden presumir muy pocas explotaciones barbanzanas. De hecho, la mayoría se ven obligadas a trabajar docenas de fincas de pequeño tamaño que, en ocasiones, incluso están separadas varios kilómetros entre sí.

Un minifundismo que sorprendió enormemente al grupo de ganaderos irlandeses que durante la semana pasada visitó varias explotaciones de la zona, invitados por el Centro de Promoción Rural Efa Fonteboa, con el fin de conocer los pormenores de la producción lechera en Galicia.

Philip Reilly, ganadero irlandés
Philip Reilly, ganadero irlandés ALVITE

«Nos sorprende encontrarnos con granjas de 200 vacas que tan solo trabajan 60 o 70 hectáreas repartidas en multitud de fincas. En Irlanda es impensable que alguien tenga 40 fincas y tan poca superficie para semejante número de animales», explicaba a sus colegas mazaricanos, Philip Reilly, dueño de una granja de 190 vacas en la localidad de Fermoy, al sur del país, que dispone de una superficie de más de 200 hectáreas en una sola finca anexa a su ganadería.

«Nuestro caso no es excepcional. Allí son habituales las fincas grandes y próximas a los establos. De lo contrario resultaría imposible practicar el pastoreo como hacemos», señaló Reilly. El productor quedó gratamente sorprendido por la gran calidad de la cabaña ganadera de la zona y por el elevado grado de profesionalidad alcanzado por los granjeros barbanzanos.

El cultivo del maíz

En este sentido, los productores irlandeses se interesaron por el rendimiento del maíz, un cultivo prácticamente inexistente en su país, y por las posibilidades que tienen las explotaciones para el acceso a más tierra.

«En Irlanda existe mucha competencia por la tierra, hasta el punto de que los alquileres de fincas de cultivo superan los 1.000 euros por hectárea y año —el triple que en la comarca— con el agravante de que el dinero que llegue de la PAC también se lo queda el dueño de la finca y no el arrendatario», apuntaba otro de los miembros de la expedición que tampoco disimulaba su asombro al saber que la mayoría de los contratos de arrendamiento de tierra que se llevan a cabo en territorio barbanzano se realizan verbalmente.

«Quedaron moi sorprendidos cando lles dixemos que aquí os contratos se renovaban ano a ano e que, na maioría dos casos, todo se acordaba de palabra. Alí, a pesar de ter moito terreo, seguen tendo moita competencia pola terra e todo vai por escrito e con duracións medias de dez ou quince anos», señala José Manuel Fernández Villar, uno de los socios de la ganadería mazaricana SAT Busto Corzón que ejerció de anfitrión de la comitiva llegada de Irlanda que también sorprendió a los ganaderos locales con el destino de su producción láctea.

«Mentres aquí lle vendemos a empresas que, na maioría dos casos, o envasan en cartóns, alí todo o destinan para facer queixo, manteiga e, sobre todo, alimentos infantís que exportan a América do Sur. Produtos de moito valor engadido que repercuten moi positivamente na rendibilidade das súas granxas», matiza el mazaricano José Manuel Fernández Villar.