Fefiñáns, campo de pruebas contra una planta invasora y casi invencible
AGRICULTURA
En el bosque del pazo crece la oreja de gato o amor de hombre, una especie con atributos vampíricos: le gusta la oscuridad y la tierra húmeda y resulta muy difícil de matar; solo la luz del sol la mantiene a raya
18 feb 2025 . Actualizado a las 18:23 h.Seguro que la conocen. Tiene unas hojas pequeñas, jugosas, de un rotundo color verde oscuro. Y sus flores son una explosión de delicada blancura. La Tradescantia fluminensis, conocida popularmente como oreja de gato o amor de hombre, es una planta natural de América del Sur que llegó a España, precisamente, por su belleza: con ella se iban a ornamentar jardines y balcones. Y así fue, pero esos espacios se le quedaron pequeños. Hoy en día, la planta es fácil de encontrar en cualquier lugar donde haya sombra y humedad. «Son las condiciones perfectas para ella», explica Rocío Bravo. Ella fue la encargada, este domingo, de guiar a un grupo de personas que decidieron invertir la soleada mañana en luchar contra esta hermosa invasora, que ha colonizado buena parte del bosque del Pazo de Fefiñáns (Cambados).
Rodeado de gruesos muros de piedra, el pequeño bosque es un ecosistema controlado. En él se detectaron, en 2019, las primeras manchas de esta planta, que ganó terreno de la noche a la mañana: una campaña de desbroce le echó una mano. Así que a estas alturas, la oreja de gato ha alfombrado ya el 70 % del suelo. Los responsables del pazo y el Colectivo Ecoloxista do Salnés han decidido utilizar este espacio para «ensayar» y «afinar» un procedimiento para plantar cara y vencer a un enemigo temible, que parece inmortal. Y es que esta planta es como la flor de un vampiro: crece en la sombra, se siente feliz en tierras húmedas, y aunque se vea privada de luz y de oxígeno, un año y medio después sigue viva. Así lo ha demostrado la experiencia que se está realizando en Fefiñáns y que comenzó hace ya más de 18 meses. «Es muy difícil de matar. Lo mejor para acabar con ella es el sol».
Parece invencible, por eso para doblegarla hace falta cierta disciplina: divididas en grupos de cinco, las personas que se sumaron a la limpieza trabajaron en cuadrantes marcados, retirando minuciosamente las miles de plantas que forman la tupida alfombra que cubre el suelo. Pero, pese al cuidado puesto, un segundo examen de las zonas trabajadas permitía sacar pequeños pedazos olvidados de la oreja de gato. «Cada trocito de estos vuelve a enraizar», explica Rocío.
La batalla será dura: además de arrancarla, hay que asfixiarla y compostarla, porque ni se deja quemar. El trabajo realizado este domingo en Fefiñáns permitirá desarrollar una estrategia que permita luchar contra esta planta invasora en espacios como las orillas de los ríos. Y es que la presencia de la Tradescantia Fluminensis pone en peligro la existencia de otras especies. En el caso del bosque de Fefiñáns, la del rusco, una planta similar al acebo que se ve ahogada por la exuberante fortaleza de la invasora.