Vecinos de Coruxo:«Hai máis xabaríns ca nunca. Xa non podemos nin plantar nas leiras»

AGRICULTURA

Los animales se multiplican en el rural de Vigo desde los incendios del 2017. Los afectados se quejan de que les entran «un día si e outro tamén»
23 feb 2025 . Actualizado a las 18:37 h.Loren se ha acostumbrado a convivir con los jabalíes en Coruxo. No le quedó otra. Desde los incendios de 2017 se han multiplicado exponencialmente. «Hai máis ca nunca. Son unha plaga», lamenta. Es raro el día que no ve alguno. «Tiven que pechar varias das miñas fincas porque estragaban todo», lamenta. En total, fueron siete «cos gastos que iso implica». El móvil de Loren está lleno de vídeos y fotos de los daños provocados por los jabalíes en sus fincas. «Esta é de cando me destrozaron a plantación de millo», cuenta. Se ven agujeros y destrozos entre las plantas que quedaron en pie. «As veces nin as cercas valen». Loren enseña otro vídeo en el que muestra como los jabalíes le tiraron los postes del vallado y entraron a la finca.
Caminando entre fincas Loren enseña las huellas que han dejado los animales. «Hai un montón. Mira por aquí entraron e por alí saíron. Esas marcas no chan son de hoxe», va describiendo. También señala las fincas que han dejado de trabajarse por la injerencia los jabalíes. «Debemos quedar catro ou cinco que plantemos varias cousas en toda a parroquia. A xente non lle sae rendible», indica. Él mismo lo ha vivido. Lleva años gastando dinero protegiendo sus fincas y tratando de denunciar y divulgar el problema que tienen. «Ata estiven algún día co arqueiro que vén facer as bastidas», indica.
«Mira aí. Levantaron media finca», señala Loren. Es la finca de Casto Pérez. «Eu non vou gastar cartos, tempo e enerxía para darlle de comer aos xabaríns», indica. En esa finca trabajaron generaciones y generaciones de su familia. Los restos de una cabaña que «construíu meu avó hai máis cincuenta anos» así lo atestiguan. Se cayó con los incendios del 2017. El fuego arrasó la finca y hasta «fundiu todo o sistema de rego que tiñamos», recuerda el vecino de Coruxo. De hecho, al lado de la finca, todavía se ven los esqueletos de árboles que fallecieron en aquel mes de octubre del 2017. Todo crece sin orden en las parcelas privadas. La masa forestal, en la que domina el eucalipto, «é aínda máis grande que antes» y los jabalíes la utilizan de refugio. En las zonas de monte abandonado «agóchanse e, como alí non teñen comida veñen, para aquí», cuenta Casto. Denuncian que cada vez llegan más lejos y que ya afectan a zonas donde antes no llegaban. «Viches o outro día como paseaban por Praia América», dice. Se refiere a una manada de seis jabalíes que el fin de semana pasado se dedicaron a buscar comida en el arenal de Nigrán.
«Eu deixei de ter animais polos xabaríns... É así», lamenta Casto. Antes los alimentaba con lo que plantaba en sus fincas, pero ahora «xa non vale a pena. Aquí veñen cada dous días os xabaríns». El año pasado intentó plantar maíz y patatas, pero «non duraron nada». También se comieron los brotes de alguno de los árboles que trata que crezcan en el lugar. «Este é o terceiro aguacate que planto. Os dous anteriores xa mos comeron», denuncia. También se cansó de avisar al Seprona y a la Xunta de los daños que recibía. «Os cartos que te poden compensar non son nada. Gastas moito máis do que che dan», cuenta. Esto lo obligó a dejar de trabajar en sus fincas y, ahora, «xa non podo comer cousas da casa como a min me gusta».
Loren y Casto dicen que los jabalíes también se están convirtiendo en un problema de seguridad en la parroquia. «É raro o día que non vexo un cando conduzo á noite ou nas primeiras horas da mañá», explica Loren. Su hijo tuvo un accidente con uno hace dos años cuando iba a trabajar en moto. «Salvouse de milagre», cuenta. Ambos vecinos solicitan a la administración que trate de buscar alguna solución. Piden más batidas, pero también que se trate de tener un monte bien ordenado y trabajado para controlar al animal.
«Gastamos 4.000 euros máis ao ano ao non poder cultivar o alimento dos nosos animais»
Vanessa y Rober tienen una pequeña granja con caballos y ovejas. «Non podemos vivir disto, pero traballamos moito para que vaia adiante», dicen. Los animales comparten una finca pegada a otras dos en las que hace poco crecía el maíz. «Agora xa ves o que hai. Só buracos de xabaríns», denuncia Rober. «É que nin podemos pasar a máquina porque deixaron todo desnivelado», insisten. Antes, de esas dos fincas sacaban el alimento de sus animales y, ahora, lo tienen que comprar. «Gastamos máis de 4.000 euros ao ano extras en mercar a comida e o seu transporte», cuentan.
La pareja explica que ya ni llaman al Seprona. «Contactei con eles varias veces, pero o arqueiro aquí non pode traballar porque non hai ningunha árbore na que se poida subir», cuenta. Las fincas se encuentran entre viviendas y el jabalí huele a cualquier persona que se acerque. «Esta veciña de aquí está desesperada», dice Vanessa. «Pásanlle diante da casa todos os días e ela grítalles, bótalles auga e trata de espántalos, pero eles non se dan por aludidos».
Los caminos que unen las fincas son senderos estrechos, en los que solo caben dos personas en línea. «Algunha vez topamos con algún de fronte e que medo. Non hai sitio para fuxir», reconocen. Además, recuerdan que han llegado a ver manadas de diez jabalíes y que las hembras, si llevan crías, pueden llegar a ser peligrosas. «Isto é unha praga e cada vez é peor. Teñen que facer algo. É que xa os vemos ata de día», insiste Rober, que recuerda que los animales bajan cada vez más del monte porque no tienen alimento y que proliferan «porque acabamos co seu depredador natural (o lobo)».
Desde el pasado 11 de octubre, Vigo forma parte de los concellos en los que la Xunta de Galicia declaró la emergencia cinegética, con la que se permite la caza libre de jabalíes sin límite de ejemplares. Es la cuarta vez (tras 2019, 2021 y 2023) que el Gobierno gallego recurre a este instrumento provisional con el fin de agilizar la aplicación de medidas dirigidas al control de las poblaciones de esta especie en aquellas zonas con mayor incidente, a través de distintas modalidades y procedimientos de captura, pero esta emergencia termina hoy. «Nós non notamos que por aquí este a funcionar isto. Cada vez seguimos vendo máis xabarís», reconocen los vecinos de un Coruxo que se va quedando sin manos que lo cultiven.