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La Xunta pretende que cada incendio forestal no pase de nueve hectáreas de superficie media

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

FORESTAL

O Courel se vio afectado por graves incendios en el mes de julio del 2022
O Courel se vio afectado por graves incendios en el mes de julio del 2022 ALBERTO LÓPEZ

El terreno quemado el 2023 fue el cuarto más reducido de los últimos diez años y ocho veces menor que el del 2022

20 may 2024 . Actualizado a las 10:11 h.

«Prudencia», dice el director xeral de Defensa do Monte cuando se le pregunta por las previsiones de la Consellería do Medio Rural ante la proximidad del verano y de la época del año en la que el problema de los incendios se hace más evidente. Manuel Rodríguez cita como hoja de ruta los contenidos recogidos en el Plan de prevención e defensa contra os incendios forestais de Galicia (Pladiga), en los que la Xunta establece criterios que pretende conseguir.

Uno de ellos es que los incendios con una superficie quemada de más de 25 hectáreas no rebasen el dos por ciento del total anual; otro, que los incendios de una hectárea o menos de terreno arrasado supongan al menos el 70 % del total de cada año. Analizando datos de diez años, la superficie media quemada en el período 2013-2022 es de nueve hectáreas (exactamente, 9,09). En esas estadísticas se observa que hay una relación directamente proporcional entre la superficie total y el tamaño medio: en el año más favorable de esa serie (2014) ardieron 1.991 hectáreas y cada incendio no llegó a media hectárea de superficie media (0,41); en el más problemático (2022) el fuego destruyó 62.096 hectáreas, con diez de media en cada incendio.

«No hay previsión que valga», subraya Rodríguez recordando casos recientes en los que la situación se complicó de golpe: dice, por ejemplo, que el 2022 avanzaba de una manera más bien satisfactoria hasta que tres incendios en la Serra do Courel quemaron, durante dos semanas, 11.000 hectáreas en los concellos de Folgoso do Courel, A Pobra do Brollón y Quiroga.

A pesar de la prudencia, en las estadísticas hay datos que reflejan un avance. En el período 2013-2022, solamente se pasó de las nueve hectáreas de media en el 2017 y en el 2022 (10,34 y 9,79, respectivamente), que fueron los momentos en los que los incendios en Galicia se propagaron por más superficie (62.096 y 51.642 hectáreas, respectivamente).

Sin concretar un número máximo de hectáreas como objetivo, el citado director xeral admite que se está en el buen camino si las cifras se sitúan por debajo de las de esos años. El 2023 también ofreció buenos registros: las 6.700 hectáreas que ardieron en la comunidad fueron la cuarta cifra más baja desde el 2013 y prácticamente ocho veces menor que la del 2022.

Prevención por distritos

Aunque las circunstancias meteorológicas varían según los años, la intención de la Xunta es hacer trabajos de prevención por distritos forestales —Galicia está dividida en 19—, usando medios propios o externos: si en una zona, dice el director xeral, hace falta usar un buldócer, se le contrata a una empresa porque la Xunta ni lo tiene. Otoño, invierno y primavera son los momentos más adecuados para actuar: en semanas pasadas, por ejemplo, se realizaron trabajos en el distrito Terra de Lemos, en el que se adecuaron 50 kilómetros de pistas y se repasaron unas diez hectáreas de cortafuegos.

Antes se efectuaron en el distrito Lugo-Terra Chá, en donde se rozaron 435 hectáreas. Las diferencias van más allá de los números, y Rodríguez explica que los trabajos se adaptan a cada comarca porque las superficies forestales presentan grandes diferencias. Podas selectivas y limpiezas son trabajos básicos en la prevención. Una aspiración básica que se busca con las podas es que la copa de un árbol no llegue al suelo porque así está más libre de que la llegue a atacar el fuego.

Una tarea para poderes públicos y dueños privados

Aunque en los distritos forestales se llevan a cabo trabajos de prevención que promueve la Xunta, el director xeral de Defensa do Monte recalca que también hay una responsabilidad de los dueños de terrenos. «Los propietarios juegan un papel fundamental en el mantenimiento del monte en condiciones correctas», afirma Rodríguez, que recalca que el porcentaje de superficie forestal en manos privadas es muy alto en Galicia (más del 95 %).