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La alimentación importa, y mucho, para sacar partido a los robot de ordeño que se multiplican en las granjas lácteas

M.C. REDACCIÓN

GANADERÍA

ALBERTO LÓPEZ

Esta tecnología comenzó a incorporarse en Galicia en granjas familiares, pero la falta de mano de obra hace que las granjas con un tamaño mediano empiecen a planteárselo para suplir la falta de mano de obra

20 nov 2023 . Actualizado a las 09:51 h.

La dificultad para encontrar personal cualificado para trabajar en las explotaciones lácteas ha hecho que muchos ganaderos empiecen a plantearse la alternativa de instalar en sus granjas un robot de ordeño. De esta forma, una herramienta que empezó a introducirse en granjas familiares para aliviar el trabajo de sus titulares, que hasta entonces tenían que estar pendientes del rebaño las 24 horas del día, ha comenzado a implementarse en explotaciones de mayor tamaño que ahora no encuentran empleados cualificados para realizar el ordeño. «El robot _dice el técnico de la cooperativa CLUN, Jose Antonio González_ obliga a redimensionar las granjas. Lo hace porque un robot permite ordeñar unas sesenta vacas. Una granja con ese número de cabezas precisa únicamente uno, pero una que tenga 300 precisará cinco». Eso nos lleva a que el aumento del número de cabezas se realice de forma modular, de 60 en 60 vacas, y ello supone a veces una inversión que no siempre se puede afrontar.

 Pero eso no es lo único que han de tener en cuenta los ganaderos a la hora de plantearse adquirir un robot de ordeño. La alimentación de su cabaña es otra de las cosas que han de tener en cuenta, dado que esta influye directamente en las veces en la que las vacas se acercan a la máquina para que les retire la leche. De eso hablaron hace unos días en la Gandeiría Queiruga, en Val do Dubra, durante un encuentro en el que técnicos de la cooperativa CLUN y de la marca holandesa especializada en robots de ordeño Lely comentaron con los ganaderos el funcionamiento y manejo de estas máquinas.

Ahí explicaron cómo influye la palatabilidad y la calidad del pienso granulado que se ofrece a las vacas en el robot, al igual que el alimento que tienen en el pesebre. Todo ello tiene mucho qué ver en con la cantidad de veces que los animales entran en el robot para ser ordeñados. Porque mientras lo habitual en las granjas familiares que únicamente cuentan con sala de ordeño es realizar dos ordeños al día, con el robot esta va a demanda de cada vaca. Un animal puede ir dos veces, pero otro cinco. Depende de los días que han transcurrido desde que ha parido o del número de partos.

De ahí que cuando una granja comienza a trabajar con un robot de ordeño ha de analizar primero muestras de los silos para formular el alimento que da a las vacas en el pesebre: «Tiene que ver la calidad nutricional del maíz, la hierba, la alfalfa.... y luego ha de repetir la analítica cada mes porque no todo el alimento viene de la misma finca», explica.

La ración del pesebre sería igual para todas las vacas, al igual que la cantidad de pienso fija que los animales recibirán en el robot hasta que cada uno de ellos alcance su pico de producción. Una vez pasada la fase de mayor producción, la ración deberá adecuarse al peso de la vaca y a la cantidad de leche que produce. La fórmula también ha de adaptarse a los animales en función del número de partos e incluso a veces también en función de la raza.

Pero más allá de que el robot sea necesario o no, lo que es verdad es que puede incrementar la producción entre un 8 y un 12%. El por qué es fácil de explicar. Mientras al usar un método tradicional de sala las vacas se ordeñan dos veces al día, aquí hay animales que pueden entrar en el robot para ser ordeñados hasta cinco veces. Pero todo depende de cada vaca.