
Tras 25 años en el puesto, el subdirector General de Caixa Rural de la sede central de Lugo, Gabriel Guijarro Arca, describe las transformaciones que ha vivido el campo gallego en ese tiempo
16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Gabriel Guijarro accedió a su puesto en el año 2.000 y desde entonces, como explica, la transformación del sector primario fue total.
—A lo largo del último cuarto de siglo ha visto una de las etapas más cambiantes de la historia del campo gallego.
—En el año 2000, una explotación ganadera grande era aquella que tenía 150 vacas. Ahora hay empresarios ganaderos que poseen más de una ganadería con 700 animales cada una. El cambio ha sido enorme. Han desaparecido muchas pequeñas explotaciones, pero el número de cabezas totales en las explotaciones ha aumentado por la necesidad de producir a costes competitivos, con más calidad y seguridad alimentaria, creciendo organizadamente, controlando costes y optimizando todos los recursos, apoyándose en la tecnología de la era digital que ya hace muchos años que ha llegado al campo. La organización del trabajo está absolutamente medida, tanto si se ha optado por el modelo extensivo tradicional o bien por el intensivo con robots de ordeño. El salto en el campo a robots de ordeño viene motivado por los problemas para encontrar mano de obra cualificada, pues las rentabilidades en el tiempo de ambos modelos son parecidas. También el mayor tamaño de las ganaderías hace que tengan más poder de negociación de contratos para la venta de leche frente a la industria, ya que a esta le interesa tanto el precio, como la calidad y la estabilidad del suministro. Asimismo se ha producido la incorporación de una nueva generación de jóvenes ganaderos muy formados, centrados en la actividad y su crecimiento. Por otro lado, la potenciación de ayudas al campo por parte de la administración, y el apoyo de todos los agentes económicos sabedores de su solidez y profesionalización (bancos, SGR, empresas de asesoramiento...), han hecho posible la gran profesionalización y el crecimiento de las ganaderías gallegas, que hoy en día son el máximo exponente de la competitividad del sector en España.
—Pero a pesar de ello siguen desapareciendo explotaciones y los pueblos se van quedando vacíos, sin actividad.
—Principalmente el cierre de ganaderías viene motivado por el abandono de la actividad cuando no hay relevo generacional. En estos casos suele tratarse de explotaciones medianas y pequeñas, con su viabilidad en entredicho, que no quieren seguir. Todos los sectores requieren de inversiones constantes para mantener un nivel de rentabilidad y adaptarse a los nuevos requerimientos del mercado. La falta de viabilidad es consecuencia de que no se ha invertido en mejoras en los últimos años. Últimamente empieza a darse el fenómeno del alquiler o venta de la ganadería, pues hay otros productores que quieren comprar y crecer para ganar dimensión. Incluso grandes cooperativas se están planteando el modelo de la explotación en alquiler, cuando la propiedad ha decidido no continuar.
—¿La tecnología ha cambiado el campo?
—La tecnología de la era digital ya ha hace muchos años que ha llegado al campo: el ganadero tiene en tiempo real en su móvil la composición de la ración de comida que comen sus animales, los litros y la composición de la leche que producen, de forma que pueden cambiar la ración para crear una leche única. Saben el estado físico de los animales por los collares inteligentes que llevan (enfermedades, celos...) y comparten maquinaria con otras ganaderías, si bien el producto estrella es el robot de ordeño. Y cuentan también con robots que arriman la comida al ganado. Han surgido también centros de recría de iniciativa privada o pública, que permiten a los ganaderos desviar la recría fuera de sus granjas y tener más capacidad para los animales adultos, centrándose en el incremento de la producción. Por otro lado, la maquinaria nueva cuenta con mecanismos de precisión: tractores con GPS que hacen solos todas las labores en las fincas, sin conductor.
—¿También se está actualizando la producción vegetal?
Si. La nueva normativa europea de la PAC, con sus ecoesquemas, está introduciendo nuevos cultivos: de invierno o cultivos mejorantes del suelo: alfalfa, leguminosas, tréboles... Existen también otras alternativas para el campo como la agricultura moderna con apoyo de la tecnología y la especialización: huerta, berries, aguacates, lúpulo, olivos, cereales, .... Entidades como la Fundación Juana de Vega están apoyando la investigación de estos nuevos cultivos, y ayudando a emprendedores a materializar su idea..
—¿Y qué papel ocupa su entidad en este sector tan cambiante y en constante transformación?
—Caixa Rural Galega es una cooperativa de crédito especialmente protegida por la ley de cooperativas, fundada con la misión de facilitar crédito en su entorno, dinero que capta en su totalidad de depósitos minoristas del público en general: particulares y empresas. Captamos y prestamos en Galicia, para todos los gallegos, ofreciendo préstamos y servicios financieros de máxima calidad, a medida, y de la forma más competitiva posible, cobrando un interés justo que a su vez nos permita mantener unos niveles de solvencia holgados sobre lo exigido por el supervisor, el Banco de España. Todos los beneficios obtenidos quedan en la entidad para reforzarse y extender el modelo de negocio a todo el territorio gallego, porque con el tiempo queremos llegar hasta el último recuncho de Galicia. Nos gusta prestar de forma muy diversificada a todos los sectores, a través de oficinas de cercanía y estables, que conozcan muy bien a qué se dedican las empresas y los particulares que nos visitan, y lo que hacen por su entorno. El negocio bancario se basa en la confianza, y por supuesto, la empresa o ganadero de hoy requiere también de gestores especialistas de productos y servicios específicos, que les aporten la agilidad y el dinamismo que la empresa necesita, y esta es una apuesta decidida de Caixa Rural a corto plazo: ser un apoyo estable y de confianza para la empresa gallega.