Más de 2.000 animales viajan cada año a Zaragoza o Valencia siendo crías y vuelven a casa a punto de parir
16 nov 2025 . Actualizado a las 19:21 h.Nacen en granjas lecheras de Galicia, pero su infancia transcurre lejos de casa, en grandes centros de recría de Aragón o de la Comunidad Valenciana. Así es la realidad de miles de terneras gallegas que, con apenas tres semanas de vida, emprenden un largo viaje hacia estas granjas especializadas a las que muchos ganaderos confían las que serán sus futuras vacas. Una decisión estratégica que no responde únicamente a una cuestión de costes, sino más bien de gestión y eficiencia. Durante las dos últimas décadas, las explotaciones lácteas se han especializado en la producción lechera. Trabajan con rebaños cada vez más grandes y con un espacio y mano de obra limitados, lo que hace difícil mantener a las novillas durante los casi dos años que dura su desarrollo antes de incorporarse al rebaño productivo.
Por el contrario, en estos centros de recría, los animales crecen en entornos diseñados específicamente para esa fase, con control veterinario permanente y planes de alimentación ajustados a cada franja de edad. Esto garantiza un crecimiento homogéneo y facilita que regresen a las granjas en las mejores condiciones para iniciar su vida productiva. Además, externalizar la recría permite liberar instalaciones y recursos dentro de la explotación, optimizando la gestión del trabajo diario y reduciendo la carga de cuidados en una etapa que no genera ingresos.
Este modelo de recría profesionalizada se concentra en unas pocas instalaciones repartidas por el país, aunque los ganaderos gallegos confían principalmente en dos centros de referencia. Uno de ellos es Rancho Las Nieves, en el municipio zaragozano de Mallén, que con capacidad para más de 9.000 animales es el mayor de España y uno de los mayores de Europa. El otro, Cowvet, se encuentra en una zona montañosa cercana a Titaguas, en Valencia, y dispone de instalaciones para la recría conjunta de unas 3.000 reses. En estos centros especializados se encuentran, a día de hoy, alrededor de 2.500 reses procedentes de algunas de las explotaciones lácteas más punteras de Galicia. A ellas volverán una vez superados los 20 meses de edad, ya próximas al parto y listas para comenzar su vida productiva.
«Levamos anos centrados na produción de leite e externalizar a recría converteuse nunha necesidade para poder seguir medrando. A falta de man de obra e de instalacións axeitadas para facer un traballo de calidade levounos a apostar por centros que se dedican a iso e a verdade é que estamos moi satisfeitos», explica Abel Vázquez, socio de SAT Vila-Alborés, que actualmente tiene 296 de sus terneras en Valencia. Otras 303 están en Ganxabar, en Mazaricos, un centro privado gestionado por media docena de ganaderías de las comarcas de Xallas y Barcala que ya se ha quedado pequeño —está en fase de tramitación administrativa su ampliación— para gestionar la totalidad de terneras de sus socios. Por tamaño es el segundo mayor de Galicia, tras el centro público —al ser impulsado por la Deputación de Lugo tienen prioridad las ganaderías de esta provincia— Granja Gayoso Castro que actualmente alberga 2.600 animales de 60 granjas en sus instalaciones en Castro de Rei.
Criar una novilla hasta que alcanza la edad reproductiva supone una inversión media superior a los 2.000 euros por animal. De hecho el importe diario que cobran estos centros de recría ronda los 3,5 euros, impuestos aparte, por ternera y día. En esa cifra se incluyen, además de los costes propios de la alimentación, alojamiento o atención veterinaria, otros aspectos como el descornado, desparasitación o la vacunación durante el más de año y medio que las reses pasan en el centro elegido. Un coste importante que los ganaderos asumen como un gasto estratégico ya que esas terneras serán las vacas que garantizarán la continuidad del rebaño y de la producción de leche en los próximos años.
