ESCRITOR ESTADOUNIDENSE El autor de «Las horas», cuya versión cinematográfica protagonizó Nicole Kidman como Virginia Woolf, publica «Días memorables», con Whitman como inspiración
14 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.Tras el éxito de Las horas, que obtuvo el Premio Pulitzer y cuya versión cinematográfica protagonizó Nicole Kidman en el papel de Virginia Woolf, Michael Cunningham (Cincinnati, Ohio, 1955) publica Días memorables (El Aleph). En esta ocasión, este profesor de Escritura Narrativa en la Universidad de Columbia se sirve del gran poeta Walt Whitman como catalizador de una novela que rinde homenaje a Manhattan y a los subgéneros literarios. Cunningham no ha leído a casi ningún autor español, pero se declara entusiasta del catalán Albert Sánchez Piñol, del que acaba de leer La piel fría. -¿Está de acuerdo con quienes dicen que el éxito perjudica al escritor? -El problema del éxito es que se puede convertir en una adicción y querer más, más y más. Y si piensas de esta manera empiezas a tener problemas como escritor. -¿A usted le ha sucedido? -Yo soy humano y todos queremos cada vez más. Básicamente yo creo que, como escritor, lo que quieres es escribir y tener éxito, pero no dejarte llevar por él. Por ello yo seguí escribiendo sin tener en cuenta la aprobación, el dinero o el éxito que lograría. -Tras Woolf, Whitman. ¿Por qué necesita un gran escritor en sus novelas? -Los dos son autores que forman parte de mi visión del mundo. Pero dudé en incluir a Whitman porque no quería que pareciera que, como gané dinero con Virginia Woolf, ahora buscaba hacer lo mismo con otro gran escritor. Pero al final siempre tienes que mirar el libro que tienes delante y lo que necesita. Y si es un error volver a escribir el libro anterior otra vez, también lo es escribir contra ese libro. -Su obra se divide en tres novelas cortas. La primera, una novela de fantasmas; la segunda, un «thriller»; y la tercera, un relato de ciencia-ficción. ¿Por qué ha utilizado estos subgéneros? -Me encantan los subgéneros y los he leído toda mi vida. Esta historia que transcurre a lo largo de 300 años yo la veía a través de estos subgéneros populares. -¿Es un homenaje a esa literatura minusvalorada? -Sí, totalmente. Nunca he aceptado la división entre libros serios y los demás. Como lector promiscuo que soy, sé que algunos de los libros más innovadores e interesantes que se están escribiendo son subgéneros, especialmente de ciencia ficción. Me molesta que muchas personas lean la autobiografía más pesada de alguien sin interés y ni siquiera conozcan a Stanislaw Lem o Ursula K. LeGuin. Cuando estaba escribiendo la novela compré en el aeropuerto un libro de Michael Malone, que no tiene ninguna reputación ni se le hacen reseñas de sus novelas, pero para mí está al mismo nivel que DeLillo, aunque nadie lo conoce porque no es serio, y a DeLillo sí. -Usted es profesor de Escritura Creativa. ¿Se puede enseñar a ser escritor? -Nadie cuestiona que los músicos, los pintores o los bailarines puedan aprender, pero algunos se sorprenden de que pase lo mismo con los escritores. Como profesor de escritura, puedo hacer más o menos lo mismo que uno de música o de danza. Coger a alguien con talento, enseñarle las técnicas, sabiendo que puede desentenderse completamente de todas ellas, ayudarle a usar su talento y a sacar lo mejor de sí mismo como escritor. -Su libro homenajea a Nueva York. ¿Se va recuperando de las heridas del 11-S? -No creo que una herida como esa se pueda curar nunca. Para mí el 11-S fueron dos desastres. El primero, el hecho en sí mismo. El segundo, la utilización del Gobierno de EE.UU. de toda las simpatías que había creado para generar una guerra. Y creo que esa es una herida que tardará en curarse. Uno de los efectos del 11-S fue introducir en Estados Unidos algo que en el resto del mundo ya se conocía, que nunca estás a salvo ni lo puedes estar. Eso era noticia en EE.UU. -Entonces, es crítico con Bush y su Administración. -Creo que Bush es el peor presidente que EE.UU. ha tenido nunca. Tanto Bush como la gente que lo rodea son personas peligrosas, no sólo para Estados Unidos, sino también para el resto del mundo. Su reelección, después de cuatro años de engañar a la gente, de destrozar la economía y de ver cómo morían jóvenes norteamericanos y civiles iraquíes dice mucho sobre Bush, pero también de los americanos.