El último mártir del «hip-hop»

Tatiana López CORRESPONSAL | WASHINGTON

TELEVISIÓN

El rapero Proof, colaborador de Eminem, fue abatido a tiros ayer en Detroit. Es la víctima más reciente de un estilo musical que sufre las consecuencias de la violencia

12 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

«En estos momentos estamos intentado poner paz en las calles». La frase no corresponde a ningún representante de las fuerzas del orden sino al astro del rap en EE. UU. Big Mc Proof asesinado ayer en la ciudad de Detroit en un tiroteo, y último mártir del hip-hop en el territorio norteamericano. Bautizado como Deshaun Holton, e íntimo amigo de Eminem, antes de que un disparo en la cabeza acabase con su vida a la edad 32 años, Proof había conseguido vender más de 4 millones de discos con su grupo D4, realizar varias intervenciones en el cine y sobrevivir a otro ataque, hace apenas unos meses, cuando 11 personas de una banda rival le golpearon hasta derribarlo en la ciudad de Miami. En aquel entonces su heroísmo lo convirtió en todo un mito. Un fenómeno parecido, salir ileso tras recibir ocho impactos de bala en su coche, encumbraba en la fama al cantante 50 Cent, quien incluso protagonizó una película titulada Vive rico o muere intentándolo . Larga tradición La larga tradición del rap y violencia se remonta a la época en que este género musical comenzó a sonar en algunos suburbios de las principales ciudades estadounidenses. Sin embargo, nunca hasta ahora este tipo de sucesos había alcanzado a estrellas de primer orden de una manera tan evidente. Hace unas semanas la rapera Lil Kim, cuya participación en el cuarteto de Moulin Rouge la lanzó al mercado internacional, ingresaba en prisión después de cometer perjurio ante un tribunal, tratando de defender a unos amigos suyos implicados en un tiroteo. La rutilante diva latina, Jennifer López, también sufrió en sus propias carnes las consecuencias cuando su entonces pareja, Puff Daddy, se vio involucrado en una persecución policial por culpa de varios disparos. Muchos de los expertos aseguran que la violencia en el rap es sólo consecuencia de las propias canciones, cuyas letras normalmente son un compendio de amenazas a otros cantantes y apología del asesinato. Lo cierto es que, como siempre en Estados Unidos, el símbolo del dólar se esconde tras las pistolas. Productores rivales, compañías de discos enfrentadas o simplemente celos profesionales, suelen estar implicados en la mayoría de los tiroteos. De esta gran mafia del rap, que comenzaba hace más de una década con una guerra abierta entre los músicos del oeste y el este del país, sobresale como gran capo de la música el reconocido empresario Irv Gotti, dueño del sello discográfico Murder Inc, algo así como Asesinato Sociedad Anónima. Haciendo honor a su empresa, el nombre de Gotti, cuyo apodo está inspirado en el mafioso neoyorquino John Gotti, se encuentra relacionado con varios de los asesinatos cometido en la industria de la rima, entre ellos el del propio Proof, un fiscal estatal de Nueva York, y el músico Notorius BIG, cuya familia sigue asegurando que Gotti ordenó su asesinato en la ciudad Los Ángeles. Una estela de sangre a cambio de discos que pronto podría verse interrumpida ya que, como a Al Capone, el empresario acaba de ser acusado de delito fiscal.