«La ficción tiene los costes más altos de la parrilla y con la crisis se produce menos»
TELEVISIÓN

Los alumnos del Máster en Produción e Xestión Audiovisual (MPXA), título propio de la Universidade da Coruña que desarrolla la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, contaron con la presencia de la directora de ficción de Antena 3, Sonia Martínez, en el cierre del curso de este año.
-La apuesta de Antena 3 por la ficción hasta ahora ha sido muy fuerte. ¿Este es el camino que pretenden seguir pese a la crisis?
-Pretendemos seguir por este camino porque cuando marcas un rumbo, cuesta mucho trabajo ocupar el sitio. Nuestra apuesta va a seguir pasando por la ficción, aparte de otras cosas, obviamente, porque todo en una cadena no se puede soportar sobre un contenido en concreto, pero la ficción es definitivamente uno muy importante.
-¿En que se nota la crisis actual en ese sector del audiovisual?
-La ficción normalmente tiene los costes más altos en la parrilla y al haber crisis económica se produce menos, porque hay menos ventanas. Ahora mismo Televisión Española está desaparecida en la ficción, Telecinco no se sabe y quedamos solamente nosotros como operadores en ese sector. Esto, sumado a la crisis económica, hace que la industria esté tocada.
-Pese a esto, los dos programas de las tardes, «Bandolera» y «El secreto de Puente Viejo», no pierden audiencia. ¿Cuál es la clave de su éxito?
-El secreto de Puente Viejo, de hecho, está pasando ahora una época buenísima. En las series diarias se nota que cuando están llegando a un final de ciclo suelen subir. El secreto es haber hecho dos apuestas que si bien están dentro del género de época, son muy diferentes entre sí. Bandolera se acerca más al concepto soap, en un pueblo con varios personajes que penden de una sola protagonista, pero que a la vez es muy coral. Y El secreto de Puente Viejo es un folletín a la antigua usanza, con todo lo que eso significa de amores, pasiones, venganzas... Es el género melodramático por excelencia y eso ha venido a completar la oferta de ficción, porque pese a que Amar en tiempos revueltos sigue siendo el título de referencia de las tardes, ha permitido hacerse un hueco para espectadores que ya se habían desenganchado o que buscaban opciones renovadas.
-¿Cómo repercute la segmentación de la televisión en las cadenas? Porque con la TDT hay cada vez más canales que emiten en abierto...
-Hay varios frentes. Se nota principalmente en cuanto al dato y la composición del público. Por un lado, los datos han cambiado mucho, ya no son los que eran. Un 17 %, por ejemplo, que antes era discreto, ahora es verdaderamente un gran dato debido a la segmentación. En cuanto a la composición del público, ha variado mucho. Actualmente el peso de las televisiones generalistas recae más en los adultos, porque los públicos más jóvenes son los más infieles y se van desperdigando por las diferentes cadenas.
o último en realities es escarbar en esa línea difusa que mezcla realidad y ficción, así que si ya no teníamos bastante con la hiperrealidad de Gran Hermano, ahora lo que se lleva es la supersimetría televisiva, hurgar en la atomicidad en busca de la partícula misteriosa y oculta que explique la vida que llevamos a diario. Así lo ha propuesto Telecinco, abanderada de los experimentos sociológicos, con el espacio peliculero Secretos y mentiras en el que unos actores dibujan la falsedad que envuelve la realidad de las familias españolas, con infidelidades, dobles vidas, engaños, y toda esa esa «normalidad» que esconde el ser humano. Un formato ideal para tiempos inestables que intenta evidenciar la ficción que nos rodea, como si ya no fuese bastante la que ofrece la cadena, con una Belén Esteban convertida en mariscadora (¡toma realidad!) o una Sofía Cristo conectando con el espíritu domador de su padre muerto (¡toma suprarrealidad!). Seguro que pronto Secretos y mentiras refleja la cara b del electricista de O Milladoiro, que entre cepillos de la Iglesia encontró su particular bosón, y nos regala un episodio con moraleja. Mientras tanto, y parafraseando a Lennon -«El rock and roll era lo real, el resto, pesadilla»-, que nos rescate la ficción como única respuesta verdadera («Mad Men era lo real, el resto, pesadilla»).