El humor es terapéutico. Hay proverbios que atribuyen a una hora de risa los beneficios fisiológicos de varias horas de yoga, minuto arriba o abajo. En la visión cómica de la vida todo son ventajas, pero los negocios son los negocios. Algo de eso sabe Eva Hache, relevada del puesto que, con descaro y desparpajo, ocupó durante cuatro temporadas en El club de la comedia. Hache cambió su rumbo el día que se fue a Cuatro a presentar un programa con nombre de condimento japonés con la esperanza de compatibilizar sus funciones aquí y allá. Hubo rumores, desmentidos, mucho jijí, jajá, pero la reconciliación no fue viable y La Sexta le buscó sustituta.
La actriz Alexandra Jiménez, que era la mejor baza de la fallida serie de Telecinco Familia, se estrenó el domingo con buen pie como anfitriona del programa y demostró que solo necesita un buen guion que defender, como el de la parodia sobre la dependencia de las redes sociales en sus escenas de pareja con Alejo Sauras. Ahí, en la enjundia de esos textos que parecen improvisados, está el éxito de este clásico de la carcajada, aunque hay que tener el don excepcional de Dani Rovira para hacer al espectador visualizar al Tiranosaurio Rex intentando hacerse un selfie con sus brazos diminutos. El primer programa de la temporada rindió homenaje a sus dos estrellas fallecidas, Amparo Baró y Pedro Reyes, y sin ellos, y sin Eva, puso punto y seguido.