El presidente del Gobierno se sienta este domingo frente al periodista para hablar de algunos de los temas más controvertidos de estos últimos cuatro años
03 abr 2016 . Actualizado a las 19:39 h.Cuatro años. Ese es el tiempo que Jordi Évole ha tenido que invertir para conseguir sentar frente a él al presidente del Gobierno. Mariano Rajoy se enfrenta este domingo a las complicadas preguntas de un periodista que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para algunas de las figuras más importantes de la política (y de fuera de ella) de nuestro país.
La corrupción centra uno de los momentos más tensos de un encuentro que se ha ido postergando y que parece llegar en un momento bastante interesante para el jefe del Ejecutivo español. Con una situación política bastante incierta y la posibilidad de llevar a los ciudadanos nuevamente a las urnas, Mariano Rajoy -poco amigo de prodigarse por la pequeña pantalla- ha iniciado su peculiar campaña electoral visitando uno de los platós más molestos.
Pero, ¿por qué ha tardado tanto Rajoy en sentarse frente a Évole? Probablemente los antecedentes. Las preguntas incómodas del periodista han puesto en más de una ocasión en serios aprietos a otros compañeros del presidente. Declaraciones inoportunas, situaciones incómodas y preguntas con difícil respuesta son los tres ingredientes habituales en los programas de Salvados.
Juan Cotino, expresidente de las Cortes Valencianas, fue una de las sonadas víctimas del micrófono de Évole. Durante la grabación del Salvados dedicado al accidente del metro de Valencia, y después de que algunas de las víctimas denunciaran haber recibido una oferta de dinero y empleo por parte de Cotino a cambio de su silencio sobre el caso, Évole se atrevió a llamar directamente al político popular para tratar el tema. Respondió al teléfono, aseguró ser él, pero su identidad se mantuvo solo hasta que Évole confesó llamarle del programa de La Sexta. «No está. Soy su hermano», respondió el expresidente para inmediatamente colgar. Esta extraña escena y la continua negativa a responder al periodista tras varios intentos por las calles valencianas acabaron por manchar de una manera realmente importante la imagen del político.
Las dos visitas que su también compañera de filas Esperanza Aguirre ha hecho a los platós de Évole tampoco han tenido el final esperado. En la primera ocasión, la expresidenta de Madrid abandonó precipitadamente la grabación al darse cuenta de que habían pasado tan solo diez minutos de la hora acordada para el final de la misma. La segunda visita, y la más sonada, terminó con una dimisión. Pocas horas antes de emitirse un programa en el que varios exministros se sentaban en una mesa de debate, Esperanza Aguirre anunciaba el fin de su mandato como presidenta de los populares madrileños.
Poco intuía Jaume Matas sobre la gran trascendencia que cobraría su charla con Évole. Meses después de sentarse en La Sexta, el juez Castro -que investiga el caso Nóos-, decidía incluir una entrevista del periodista a Matas como prueba documental dentro del juicio. Emitida en el 2012, en la entrevista Matas acababa reconociendo los indicios del delito de tráfico de influencias de los que se acusaba a Iñaki Urdangarín y Diego Torres: «A mí me interesó colaborar con el duque de Palma porque era el duque de Palma. No todos somos iguales».
El presidente de la CEOE, Juan Rosell, también se llenó de barro tras conceder una entrevista a Salvados. Tras asegurar que él mismo había intuido algunos casos de corrupción pero que había decidido no hacer nada por pararlos porque era «muy difícil de demostrarlos», la indignación se extendió por las redes sociales. No quedó ahí el despropósito. Sin pelos en la lengua manifestó su férrea defensa a que las empresas españolas se llevaran sus sociedades fuera de nuestras fronteras para pagar menos impuestos e incluso el uso de los paraísos fiscales.
Mariano Rajoy tiene esta noche todo un reto frente a él. Por ahora, lo único que sabemos es que el presidente ha puesto una única condición para su encuentro con Évole. Según recogía La Vanguardia, el popular exigió que la entrevista se emita de forma íntegra sin cortes ni edición.