Chicote también saca los colores a las fiestas populares gallegas: «Si no pasan cosas es porque Dios no quiere»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez REDACCIÓN

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El cocinero comprueba en la romería vikinga de Catoira, en un día de intenso calor, cómo algunos de los productos no se conservan en condiciones adecuadas. Se va de la fiesta sin tener claro a quién corresponde el control sanitario, si a la Xunta o al concello. Constata, eso sí, que por allí no ha pasado ningún inspector

15 nov 2018 . Actualizado a las 17:36 h.

Tan solo una semana después de que Alberto Chicote pusiese en evidencia -a raíz de las denuncias de pacientes y familiares de enfermos- el servicio de comidas del hospital de Barbanza, el cocinero metido a periodista de investigación recupera, en un nuevo programa de ¿Te lo vas a comer? (La Sexta), otro de los reportajes grabados el pasado verano en Galicia, en este caso, en la romería vikinga de Catoira, celebrada a más de 30 grados de calor. En este programa el chef busca testar cómo son las condiciones de seguridad alimentaria en varias fiestas populares españolas. En el caso gallego, las conclusiones, no son demasiado positivas.

Chicote arranca el espacio citándose con el alcalde de Catoira, Alberto García, que le aclara que en esta fiesta, declarada de interés turístico internacional y a la que pueden acudir cerca de 40.000 personas, surten comida más de 20 puestos, a cuyos dueños se les exige como documentación que estén dados de alta en autónomos. Pero, ¿a quién corresponde la inspección sanitaria de los mismos? El regidor defiende que al ser un concello pequeño, de menos de 3.500 habitantes, dependería de la Xunta, algo que, sin embargo, desmiente a continuación Antonio Fontenla, veterinario especialista en seguridad y calidad alimentaria. Este técnico aclara que la competencia es municipal y que en caso de que se la quiera ceder a la Xunta el Ayuntamiento tendría que solicitarlo de forma explítica. Fontela no duda: «Estas fiestas quedan un poco en el limbo porque nadie las controla».

Chicote también pregunta al regidor si ha estado en la feria algún inspector de la Xunta en las últimas horas. Alberto García niega, al menos, haberlos visto.

Ya metidos en materia, Chicote se acerca a varios puestos bajo la atenta mirada de muchos de los presentes en la celebración. Primero testea un puesto que incluye bollería, como merengues, natas montadas o tarta de queso, unos alimentados conservados «sin una mínima refrigeración» en una jornada de intenso calor. Sus dueñas sostienen que nunca han tenido «problemas con sanidad» aunque recuerdan que «normalmente ponemos vitrinas». Chicote, que destaca que las condiciones de conservación son peligrosas, no puede ser más elocuente: «Tela marinera».

A continuación, y ya acompañado del técnico  de seguridad alimentaria Antonio Fontenla comprueban en Catoira cómo los puestos de pulpo conllevan poco riesgo. «Viene congelado y lo descongelan aquí; no pasa por puntos de temperatura altos hasta que llega a la cocción», destacan. «Si Galicia mantuviera lo que sabe hacer bien, las ferias tendrían poco riesgo», subraya entonces Fontenla antes de recordar que, en cualquier caso, «son muy pocas las fiestas en las que hay un control sanitario por parte de la administración».

Es justo después cuando Chicote se detiene en un típico puesto de bocadillos. El chef se percata de que hay cinta de lomo expuesta al sol y con el envase hinchado. El dueño del puesto lo justifica asegurando que son cosas del calor y que no puede luchar contra él. «Es una feria y no da para más», defiende. «Está todo envasado y perfecto», añade el dueño. Chicote lo tiene claro: «Sí se puede luchar contra el calor, con una cámara frigorífica».

Una cámara que también falta en otro de los puestos visitados, que vende, entre otros productos, empanadas de berberechos, bacalao o xoubas aunque, en este caso, el dueño intenta defender que ya no la tiene porque queda poco para que cierre la feria (aún es mediodía). Chicote se fija además con desesperación en que algunos alimentos, aún no expuestos a los ojos del consumidor, se conservan en el suelo.

«Las fiestas en Galicia se mantuvieron sin problemas porque no daban problemas,  porque íbamos a productos seguros o cocinados in situ, pero la gente demanda que se conviertan casi en un restaurante, sin que haya condiciones para hacerlo ni control», insiste el técnico de seguridad alimentaria que, junto a Chicote, comprueban la seguridad, esta vez sí, de un puesto de rosquillas.  

«Se asumen riesgos muy altos. Si no pasan cosas es porque Dios no quiere», certifica el cocinero en Catoira. «Hay cosas que si te las plantearas, nunca te las comerías», añade el veterinario.

Chicote se va de Galicia aclarando que sea cual sea la administración de la que depende la seguridad alimentaria, debe haber un control. También incide en que el último responsable del puesto es el «dueño». «El problema es que cuando todos miran hacia otro lado», concluye el chef. 

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