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Fiado al combate hasta salir del pozo, el Dépor pagó su desacierto sin precedente en el pase y su debilidad en el duelo
03 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.El Deportivo, que lo ha sido todo, es ahora un ejemplo de precocidad. Consumido un tercio exacto del campeonato, ya ha demostrado que domina mil maneras diferentes de jugar mal. Capaz de mimetizarse con cualquier adversario para calcar sus debilidades; una especie de espejo de la deformidad. «Más o menos se ha jugado a lo que ellos juegan y a lo que nosotros veníamos preparados para jugar». Había un deje de satisfacción en la frase de Bóveda en zona mixta, apuntando a que hasta en la desgracia se había seguido un guion. El lateral admitió varias veces en esa misma comparecencia lo delicado del momento que atraviesa el equipo, pero reclamó un respiro para poder hacer ajustes sin sentir el aliento de la fatalidad. «Se junta un período de consolidación de ideas con urgencias clasificatorias y falta de confianza», lamentó. Se trata de saber a qué y llegar al cómo por convicción y no siempre por necesidad.
«Iremos alternando estilos durante los partidos», anunció Luis César en la sala de prensa del estadio del Fuenlabrada, donde los coruñeses no habían variado en su forma de jugar. Llegaron al gol con su único tiro a puerta, exactamente igual que el adversario, que contaba con la ventaja de la costumbre y de una sólida coartada. La del recién ascendido que ocupa plaza de ascenso gracias a los muchos duelos ganados en cada encuentro, forzando el error constante del rival. El Deportivo alcanzó en el Fernando Torres su peor registro de pases buenos, un infame 56 %, que se acentuó por el repetido intento de alejar lo más posible el balón. Quiso olvidarse del juego en corto sin contar con un receptor. El resultado: 32 envíos en largo de Dani Giménez y solo cuatro con final feliz.
«El que se ha adecuado mejor al segundo balón ha salido victorioso», resumía Bóveda, denunciando de forma velada otro de los grandes males del conjunto blanquiazul. Incapaz por ahora de tener éxito ni en la refriega, perdida ya la fe en la combinación. «Hemos estado defensivamente correctos -quiso rescatar el lateral-, pero a la hora de tener la pausa, la calidad técnica para proponer y generarles problemas, no hemos estado nada finos». Otro encuentro que el espectador consumió con la idea de estar ante el peor de la historia reciente. Algo que, por desgracia o fortuna, se ha hecho tan rutinario que otorga cierta inmunidad. «Es un campo estrecho, más comprimido y este equipo lo hace muy bien. Hace complicado bajarle las pulsaciones al partido», se disculpó Luis César.
El técnico regresa a casa con lo que parece una idea, más allá de la presunta versatilidad. Aketxe se perdió su primer partido del curso y Gaku volvió a quedarse sin estrenar. El toque al banquillo. La apuesta es por el balón largo, seguido del agrupamiento o la prolongación. Hay que identificar pronto entre el plantel a quienes mejor la interpreten, porque el colista no sobrevivirá a muchos volantazos como el que aventuró Bóveda de cara a la visita del Elche: «Después de dos partidos donde ha primado más el juego directo, viene uno en que será diferente. Nos toca estar más finos con el balón, que no sea nuestro enemigo». «Tener varias maneras de jugar nos enriquece», sacó pecho el míster. Y es que el Deportivo está cerca. Solo le falta encontrar alguna que se le dé bien.