El emocionante aplauso de la afición del Deportivo para despedir al eterno Arsenio Iglesias: «Eres dios»

Pedro José Barreiros Pereira
Pedro Barreiros REDACCIÓN

TORRE DE MARATHÓN

M.M / P.B

Una atronadora ovación rindió homenaje a O Bruxo a la salida de su féretro del estadio de Riazor. Arsenio Iglesias fallecía este viernes a los 92 años después de pasar varios años siendo víctima de una enfermedad degenerativa. Por su capilla ardiente, que fue instalada en el recinto coruñés, pasaron cientos de personas que le dieron el último adiós. En la previa del Dépor-Alcorcón se guardó un minuto de silencio y se depositó una corona de flores en el césped

06 may 2023 . Actualizado a las 18:47 h.

La infinita hinchada del Deportivo ha brindado su último adiós a Arsenio Iglesias. Cientos de aficionados han formado un largo pasillo que recorrió el cortejo fúnebre del eterno exfutbolista y entrenador a su salida del estadio de Riazor, donde ha permanecido abierta la capilla ardiente hasta el mediodía de este sábado. El ídolo blanquiazul falleció el viernes a los 92 años en su domicilio de A Coruña.

Una atronadora ovación, envuelta en el repentino silencio de una calle habitualmente tan bulliciosa y futbolera como Manuel Murguía, la que recorre la grada de Tribuna del estadio coruñés, ha rendido el último homenaje a O Bruxo, camino del cementerio de Arteixo. El vehículo que portaba el féretro del inolvidable Arsenio, completamente blanco y del que colgaban bufandas deportivistas, fue recibido por banderas del club de sus amores, todas adornadas con crespón negro. «Arsenio eres dios», ha cantado entonces la hinchada, que coreó el nombre del entrenador que gestó el Superdépor y levantó en 1995 el primer título del palmarés blanquiazul, mientras pasaban más vehículos repletos de coronas de flores en su honor.

Durante toda la mañana de este sábado, al igual que en las horas finales del viernes, la capilla ardiente instalada en el estadio de Riazor ha recibido a miles de aficionados que rindieron el homenaje final a una figura irrepetible del deportivismo. Muchos se refirieron a él como el padre del club. «Foi a alma do Deportivo, para min é o pai de todos os seguidores deste clube, porque sobre todo era un deportivista coma nós que quería realmente ao equipo», ha dicho Antonio, uno de los aficionados que allí acudieron junto a otros tantos, incluido algún personaje como público, como el exalcalde de A Coruña Francisco Vázquez, quien ha señalado: «Vengo a despedir a un amigo».

Con la presencia los capitanes de la actual plantilla, Álex Bergantiños, Ian Mackay y Lucas Pérez, que acudieron en la noche del viernes a dar el último adiós a su ídolo, también se dieron cita exfutbolistas como Manuel Pablo, Manolete, Traba o Carlos Brizzola, entre muchos otros. Este, al que Arsenio entrenó en el Deportivo durante dos temporadas, destacaba la condición de hombre culto y conocedor de todas las realidades del Zorro de Arteixo. «A mí me preguntaba por mi familia en Argentina, y comentábamos el gobierno que había allá en aquel momento, y si estaba este ministro o aquel otro. No hablaba de oídas, lo conocía en profundidad», recordaba.

Más flores y bufandas de un sinfín de clubes (el Hércules, el Burgos, el Zaragoza, entre muchos otros) completan la senda hacia la capilla ardiente, por la que el viernes pasaron representantes del Celta, que desplazó a un nutrido grupo de directivos y exjugadores, así como del Real Madrid, club al que Arsenio entrenó. Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales, no dudó en viajar de urgencia desde Sevilla, donde los blancos juegan este sábado la final de Copa. A estos mensajes se unen los numerosísimos que el teléfono del club ha recibido en las últimas horas procedentes de aficionados dispersos por todo el mundo.

El camino hacia la capilla ardiente de Arsenio, instalada en el interior de las instalaciones, justo en el acceso de los jugadores al campo, se convertía en un mural de recuerdos y gratitud. Porque la palabra más repetida en las decenas de mensajes y coronas de flores era precisamente gracias. «Gracias por hacer de A Coruña una ciudad aún más grande», «gracias por hacernos creer», «gracias por lo mucho que nos has dado», «darte las gracias no es suficiente, porque te lo debemos todo», rezaban algunos de los textos dedicados al inolvidable exjugador y técnico, que ya forma parte de la leyenda blanquiazul. Emotivos recuerdos de sus neniños y neniñas, pero también sentimientos de aquellos que están lejos de A Coruña. Y es que el mundo del fútbol se ha volcado con el adiós a Arsenio Iglesias. «Mi corazón llora por quien fue un padre para mí», aseguraba este viernes Bebeto. «Es un honor haber aprendido tanto de Arsenio Iglesias», expresaba otro ídolo del Dépor, Mauro Silva.

Flanqueado por el trofeo de Copa de 1995, conquistado por el Superdépor que él convirtió en un equipo admirado en todo el mundo del fútbol, y su familia, a los pies del féretro del entrenador más trascendental de la historia del Deportivo aún había otro mensaje más en que las palabras maestro y recuerdo eterno lo resumían todo.

«Nunca una derrota fue tan bonita», sentenciaba otra de las frases que a Arsenio Iglesias seguro que le dibujaría en el rostro esa sonrisa tan suya entre pícara y repleta de retranca. Desde esta mañana de sábado sus restos mortales ya reposan en el cementerio de Arteixo, su localidad natal, ya unida para siempre a una figura irrepetible. «Siempre estarás en el corazón de todos los coruñeses», rezaba otro mensaje de amor y admiración tan eternas como Arsenio.

Minuto de silencio

Como era de esperar, en la previa del Deportivo-Alcorcón (que arrancó en Riazor a las 17.00 horas), los corazones blanquiazules también estuvieron con Arsenio Iglesias.

Minutos antes del comienzo del choque, Carlos Ballesta, junto a los nietos de Arsenio, depositaron una corona de rosas blancas y azules sobre gran lona con la imagen del entrenador.

Además, durante el minuto de silencio, se proyectaron en los luminosos de las bandas, que se usan para la publicidad, los logros en números del Zorro de Arteixo. Un silencio que se rompió de nuevo con un atronador aplauso en homenaje al técnico de Arteixo. 

El féretro de Arsenio, a su llegada al cementerio de Arteixo
El féretro de Arsenio, a su llegada al cementerio de Arteixo CESAR QUIAN

Arsenio Iglesias, una leyenda

El deportivismo llora desde este viernes el fallecimiento de uno de sus mayores ídolos, Arsenio Iglesias, de 92 años. Nacido el 24 de diciembre de 1930 en Arteixo, fue futbolista, entrenador y referencia ineludible del club de su corazón. Arsenio comenzó a jugar al fútbol en el Penouqueira, equipo de su pueblo, que no estaba federado. Tras pasar por el Ciudad Jardín, el Bergantiños y el Fabril, el 28 de octubre de 1951, Chacho, entrenador del Deportivo, le hizo debutar contra el Barcelona de Kubala en el campo de Les Corts. Aunque el club coruñés perdió 6-1, Arsenio marcó el gol. Una semana después se presentó en Riazor, ante el Español, al que vencieron por 3-1.

Al tiempo que jugaba al fútbol, Arsenio estudiaba en la Escuela de Maestría Industrial de A Coruña, con la intención de seguir luego una carrera de grado medio. Pudo más su pasión por el fútbol, y acabó abandonando los estudios.  

En 1957 fichó por el Sevilla, llamado por Helenio Herrera, club en el que jugó la Copa de Europa y permaneció una temporada. Tras cesar Herrera, el Zorro de Arteixo recaló en el Granada, jugando seis temporadas en Primera y Segunda División. Con este equipo se convirtió en subcampeón de Copa, en 1959, y el seleccionador nacional, Benito Díaz, lo convocó en varias ocasiones, aunque no debutó en partido internacional. Del Granada fue cedido al Albacete, en donde jugó la liguilla de ascenso. Regresó al club granadino, y ya en 1965, llamado por el entrenador Eduardo Toba, pasó al Oviedo, ayudando a mantener al equipo en Primera División. Permaneció en el club asturiano la temporada siguiente y jugó en Riazor contra su Deportivo, empatando 1-1 y anotando el gol de los ovetenses. Se retiró tras dos temporadas en el club asturiano a los 34 años.

Con el título de entrenador regional, Arsenio preparó al Fabril las temporadas 66-67, 67-68 y 68-69. Obtuvo el título nacional en 1969, en la promoción de Puskas, Ríos, Vaz y Kocsis. En la temporada 69-70, mientras continuaba en el Fabril, y al cesar Roque Olsen el 30 de diciembre de 1970, pasó a entrenar al Deportivo, llevando al equipo a Primera División. Luego también dirigió al Hércules durante cuatro temporadas, así como al Zaragoza, antes de regresar al Deportivo para gestar su época más brillante. Desde Riazor moldeó la leyenda del Superdépor, que de su mano en los primeros años noventa tuteó a los grandes en la Liga española y se convirtió en un equipo admirado por todo el fútbol mundial. 

Sus éxitos en el Deportivo le llevaron a entrenar al Real Madrid en 1996, sustituyendo a mitad de temporada al cesado Jorge Valdano. Su última experiencia en un banquillo llegó de la mano de la selección gallega, a la que entrenó junto a Fernando Vázquez en varios amistosos entre el 2005 y el 2008.

Fue el técnico que más partidos oficiales dirigió al Dépor (566) y el que lo llevó a conquistar su primer título, la Copa del Rey de 1995. Su balance en el banquillo blanquiazul fue de 250 victorias, 143 empates y 173 derrotas, con 758 goles a favor y 575 en contra. Pero, más allá de los números, su figura se encuentra unida para siempre a algunos de los grandes episodios de la historia del centenario club coruñés. 

Solo tres años antes de que el deportivismo levantase la primera Copa, conquistada en el Bernabéu en un partido que se disputó en dos días distintos a causa de una descomunal tormenta, Arsenio había protagonizado la permanencia a una sola carta del Deportivo en la promoción de junio de 1992 contra el Betis. «Cuánto hemos sufrido, Martín», se abrazó el entonces técnico al uruguayo Lasarte al final de aquel encuentro. También dirigía al Deportivo cuando en 1994 estuvo a punto de ganar el título de la Liga.

Pero su leyenda trasciende el fútbol. Hijo Predilecto de Arteixo, también dispone en A Coruña, donde residía, de un busto en el paseo marítimo de la ciudad, enfrente del estadio. Además, hace dos años fue distinguido como Hijo Adoptivo de A Coruña, al tiempo que el complejo deportivo de A Torre recibió su nombre.

Hombre cercano y afable, ídolo de una hinchada que siempre apreció su bonhomía, sencillez y retranca, se había apartado de la vida pública debido a su avanzada edad, pero nunca se fue, porque es eterno.