Riazor acuna a sus pequeños ídolos

TORRE DE MARATHÓN

Los deportivistas festejan el primer gol frente al Algeciras
Los deportivistas festejan el primer gol frente al Algeciras César Quian

Yeremay y Mella llegan y besan el santo en su bautismo con el primer equipo

21 may 2023 . Actualizado a las 00:40 h.

Comenzaba la segunda etapa de Rubén de la Barrera, pero los aplausos premiaron a los primerizos. Yeremay y Mella, que ya se habían subido a la ola de Riazor en aquella incursión de la Champions juvenil, conocieron cómo ruge todo el estadio cuando hay que levantar al equipo de sus amores del peor momento de su centenaria historia. Casi 20.000 espectadores (19.325, según los datos del club) se reunieron para asistir a la redención del Deportivo de la mano de los que siempre estuvieron ahí, un entrenador coruñés y los jugadores de la casa, a los que una afición enamorada de sus colores hasta las trancas llevaron en volandas, camino de la primera de las seis victorias que todos quieren festejar de aquí al final de esta temporada con tantas subidas y bajadas como una montaña rusa.

La primera ovación premió la osadía de Rubén de la Barrera, que en su reestreno en el banquillo siempre soñado reclamó el entusiasmo y el apoyo del público para su equipo desde una alineación repleta de nombres completamente familiares. Tan profundamente blanquiazul era el once titular, que solo faltaba su propio nombre apuntado en él. Sería el de otro deportivista más alentando desde el equipo inicial. De este modo, nada más escucharse el pitido inicial, la gente habló de tú a tú con sus jugadores, y eso le vino de perlas a un Deportivo tan necesitado de confianza como alejado de broncas para centrarse en lo único que importa.

Los felices festejos de los goles, con muchos aficionados alborozados de pie y con las manos en la cabeza para festejar el segundo de Yeremay, una obra de arte propia del fútbol sala, se unieron, ya en la segunda parte, a la ovación de la tarde dedicada el que siempre ha estado (Álex Bergantiños) y al pequeño ídolo recién conocido (David Mella), en una sustitución repleta de simbolismo. La llama, que maduró a un capitán para el recuerdo, ahora amamanta a un extremo que aprovechó cada minuto de que dispuso para dejar huella desde la carrera, el regate y el atrevimiento.

El 3-0 devolvió a las gargantas los cánticos dedicados al objetivo de la temporada —«que sí, que vamos a ascender»—, y el cuarto gol coronó el arsenal atacante de este Deportivo, antes del final esperado: la hinchada en sus asientos y toda la plantilla en el césped unidas en un único grito: De-por-ti-vo.