Bochornosa actuación defensiva del equipo y fracaso estrepitoso del experimento de Guardado en el lateral.
19 sep 2008 . Actualizado a las 12:11 h.Humillante varapalo del modesto SK Brann al Deportivo, que ayer intercambiaron sus papeles. Los noruegos fueron el equipo combinativo, intenso y brillante que quiere Lotina y los coruñeses solo dieron sensación de peligro en la estrategia, colgando algún que otro balón; más bien pocos. Una imagen patética y un baño en toda regla de los que tardan en olvidarse.
El partido se pudo romper en cualquiera de las excelentes combinaciones del Brann que desde el primer minuto cogieron en pañales a la zaga coruñesa -horrible ayer-, pero hubo que esperar a la inocentada con la que Diego Colotto -el nuevo Coloccini- celebró su debut.
Al central no se le ocurrió mejor idea que frenar a Hanstveit con uno de esos agarrones que arrancan la camiseta y algún que otro jirón de piel. Es cierto que la maniobra empezó fuera del área, pero la parte más alevosa coincidió delante de las narices del árbitro y fue dentro. Las probabilidades de que pitase penalti eran altísimas y así sucedió. Muchos se preguntaron ayer por qué Colotto dio el salto a Europa con 27 años, cuando Coloccini había pasado ya por el Atlético, el Villarreal, el Milan, el Deportivo o el Newcastle.
Los problemas de Colotto para contener a un magnífico Brann fueron pronto los de toda la zaga del Deportivo. Piscu, superado, ni se entendía con Aranzubia, y Laure y Guardado naufragaron en los laterales cada vez que les encararon los rápidos y potentes atacantes noruegos.
El Dépor se fue del partido por las bandas porque el técnico Mons Ivar Mjelde adoctrinó a sus muchachos de que cargasen el juego por ahí. Huseklepp, el mejor de su equipo, y Solli dejaron a la vista las lagunas de Guardado en defensa, y tampoco Laure estuvo a la altura cuando los delanteros cayeron hacia su banda.
El Brann dio amplitud a su juego para abrir vías de agua muy gordas en una defensa deportivista que se estiró como chicle a pesar de que la integraban cinco jugadores.
Además, los rivales llegaban al borde del área en oleadas y sin oposición de los centrocampistas. En una de esas apariciones, Solli, sin que nadie le estorbase, armó la pierna para marcar el segundo en un chut lejano que contó con la colaboración del guardameta Aranzubia, que se tragó el efecto del balón. Cantó el guardameta, que antes había salvado al equipo en un par de intervenciones bastante afortunadas.