21 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A la directiva de la Federación Vecinal no le queda otro camino que pronunciar el apellido que les sirve de modelo: Chao, como Eduardo Chao. Pueden, también, decir adeus , arrivederci, au revoir , auf wiedersehen o good bye . El idioma de la despedida es lo de menos. Pero resulta evidente que tienen que irse.

Podría objetarse que las razones de esta crisis vecinal son poco claras. El reproche principal es una cierta complacencia de la presidenta cuando gobernaba Corina Porro y un bloqueo bajo el mandato de Caballero. Pero estas son cuestiones de apreciación y de matiz. Y no merece la pena entrar en ellas.

Lo seguro, lo tangible en este momento, es que una mayoría de las asociaciones vecinales, 19 frente a 35, exigen la dimisión de la directiva y la convocatoria de elecciones. Y, ante esto, no valen disculpas, como las expresadas estos días. Se consideren o no justas las razones, en una situación así sólo queda irse: Chao. Probablemente, con una gran amargura, pero con la cabeza alta. Quedarse sólo alimenta un vodevil que no conviene a nadie.

Aunque esto último hay que matizarlo. Porque a quien conviene la situación creada es al alcalde. El desalojo del local de la calle Ecuador, o el impago del convenio anual de 54.000 euros, dejan claro que Abel Caballero buscó la demolición de la Federación Vecinal. O, al menos, la marcha de sus dirigentes.

Pero no sería justo decir que todo lo que está ocurriendo sea una maniobra del PSOE. Cualquiera que conozca esta ciudad sabe que, en las fotos de la última asamblea vecinal, había también muchas caras del BNG. Así que no podemos insistir en que esto sea una conspiración socialista o alentada en exclusiva por el alcalde.

En realidad, ni siquiera hay derecho a decir que esto sea una conspiración. Aquí nada menos que 19 asociaciones vecinales demandan la marcha de la directiva. Y tienen derecho a hacerlo. Incluso si les mueven razones políticas, éstas son tan legítimas como cualquier otra.

Así que urge un proceso electoral en la Federación Vecinal. No puede merecer la pena seguir, ante una oposición mayoritaria. Porque la fractura que se ha generado va camino de pasar de grieta a sima. Y, de aquí, a precipicio donde se arrojarían casi 25 años de trabajo federativo.

Ahora bien, al igual que Elena González debe dimitir, también debería hacerlo el concejal de Participación Ciudadana, que en tres años no se reunió ni una sola vez con la directiva vecinal. Lo cual es muy poco democrático. Y nos hace dudar para qué sirve su cargo.

Excelente persona, se ve que cumple órdenes de la Alcaldía. Pero ni su papel decorativo basta como excusa. Aunque, en el gobierno municipal, sea el concejal típico: Tanto monta, monta tanto, Santos Héctor como Héctor Santos.