Será el próximo año, con motivo de su décimo aniversario, cuando los organizadores del Concurso de Cartelismo Francisco Mantecón echen la casa por la ventana, pero lo de esta edición, con la asignatura más hueso finalmente aprobada, también ha tenido su miga.
No había más que escuchar ayer a José María Fonseca para descubrir que disponer, al fin, de un escenario adecuado (la Estación Marítima) en el que poder mostrar los cientos y cientos de obras presentadas (1.600 procedentes de más de 50 países), ha supuesto un punto de inflexión en una cita cuya proyección internacional no para de crecer. «Todavía no somos Polonia o Estados Unidos, pero en muy poco tiempo hemos conseguido colarnos en el circuito de los grandes», subrayó Fonseca.
Mientras el comandante en jefe de Terras Gauda no ahorraba calificativos (todos buenos) en el capítulo de agradecimientos, los más extensos dedicados a la anfitriona, Corina Porro, en el atestado patio de butacas un buen puñado de creativos pasaba dificultades para disimular los nervios a la espera de que se desvelara el fallo del jurado.
Claro que antes de hacerse público que el Mantecón 2010 tenía (tiene) acento alemán (Sebastian Büsching), aún tuvo tiempo de ir creciendo el manojo de nervios. Justo los casi tres cuartos de hora que duraron las intervenciones de Corina Porro, Alberto Núñez Feijoo, adobadas con los siempre jugosos comentarios del presentador de cabecera del evento, Fernando Ónega, y, la sorpresa de la tarde-noche, la de Marcos Mantecón que, en ausencia de Pilar Barreiro, su madre, se estrenó como contador de esa historia cercana, cuando no íntima, sobre algún aspecto de la vida de Paco Mantecón que ya se ha convertido en parte imprescindible del programa.
Así, con exclamaciones, fueron los que Marcos dijo haber disfrutado de la presencia de su padre. «Pouco tempo», añadió. Suficiente, eso sí, para conservar en la memoria «as nosas brincadeiras e pelexas... E tamén o seu apoio para que crecera a miña autoestima. Lembro as súas dotes para me facer sentir importante. Para facerme sociable, como o era él. Cando faleceu quedei sen sangue e sen músculos».
Recordó Marcos la pasión que su padre sentía por el mundo del vino y que, por lo que dijo, ha debido de heredar: «Se sentiría orgulloso de min, de saber que estou a piques de rematar os meus estudos para ser viticultor».
Por su parte, Corina Porro explicó que había recogido el guante lanzado por Fonseca para dar cobijo a la exposición de carteles después de ver las condiciones en las que antes se mostraban, apiñados en la bodega de O Rosal entre barricas y botellas. «Me preguntaba si este sería un lugar idóneo, pero creo que las paredes hablan por sí solas», afirmó.
También hizo notar que el mismo escenario que «un día fue punto de partida de muchos gallegos, que emigraron dejando atrás a sus seres queridos, hoy se torna en punto de encuentro de cartelistas de los cinco continentes».
Como fin de fiesta, el secretario vitalicio de jurado, Paulino Novo, desveló los nombres de los ganadores. El primer premio (y los 10.000 euros que lleva aparejados) fueron para el berlinés Sebastian Busching, en tanto los accésits se los adjudicaron la italiana Rafaella Troiero y la portuguesa Diana Celeste Santos. Hubo una mención especial para el estudio vasco Inikernet Solutions. Cada uno de los tres recibió un cheque de 2.000 euros. Y todos ellos un busto en bronce de Mantecón, obra de Buciños. Fue esta la última novedad de una noche de novedades.