
El neozelandés Tatafu y el argentino Giordano son los únicos foráneos del Vigo
27 sep 2016 . Actualizado a las 08:52 h.Ser extranjero en el Vigo Rugbi se ha convertido en la excepción. Con el descenso a División de Honor B en el 2015 el equipo decidió apostar por la cantera, pero en él sobrevive como pieza clave el neozelandés Maka Tatafu, al que se ha sumado este verano en su condición de foráneo el argentino Juancho Giordano. Los dos llegaron en su día a Galicia para vivir una experiencia diferente de la mano de su deporte, pero con la firme idea de regresar más pronto que tarde. Hoy, la perspectiva de ambos ha cambiado de forma radical.
«En el 2013 había terminado la ITM Cup -la liga neozelandesa- y recibí varias propuestas de equipos europeos», recuerda Tatafu. Entre las opciones de Francia, Italia y España que tenía sobre la mesa, la de Vigo fue la que más le llamó la atención y se lanzó a por ella. Tras esa temporada, que no fue fácil en algunos aspectos, admite, retornó su país tal y como había previsto. «En el 2014 volvieron a llamarme y desde entonces ya no me he ido», relata. Ni tiene intención.
Tatafu se adaptó bien a la ciudad donde hoy ya está como en casa y donde actualmente vive en pareja. Pero reconoce que los inicios no fueron fáciles. «Venir a Vigo supuso que bajara mucho mi nivel de vida y pasé una mala época», señala. Se planteó emprender el camino de regreso, pero si se le pregunta por qué decidió quedarse, no duda: «Desde mi experiencia quise ayudar al club y a los chicos, que se han convertido en mi familia. Gracias a ellos no me he sentido solo a pesar de que mi familia está a 17.000 kilómetros», comenta. Acaba de iniciar su tercer curso consecutivo.
Para Juancho Giordano, por el contrario, será su primer año en Vigo, pero tras haber pasado cuatro en el Mareantes de Pontevedra. «Soy de Mendoza, en Argentina, y nunca había salido de allí, pero siempre había soñado con ello, con probar un rugbi diferente en Europa», señala. La oportunidad le llegó a través de un conocido -luego amigo- que jugaba en el club pontevedrés y que fue quien le puso en contacto. «Les envié mi CV deportivo por si había la posibilidad de venir y me dieron la oportunidad de probar tres meses. Me vine a lo loco, a la aventura, sin saber si iba a aguantar lejos de los míos. Llevo casi cinco años».
Como le ocurrió a Tatafu, tampoco para él ha sido siempre fácil, pese a la hospitalidad con la que le han tratado -«nunca me sentí emigrante en el mal sentido», subraya-. «Me encantó el club, la ciudad, la gente... Las expectativas se cumplieron con creces en ese sentido. Pero económicamente siempre estás un poco al límite».
Se encontró también un rugbi diferente, de un nivel algo inferior al esperado y con unas condiciones que nada tenían que ver. «En mi vida había jugado ni entrenado con lluvia», dice. Ahora ya es un experto que quiere seguir dando pasos en el Vigo Rugbi, el club donde los dos han pasado a ser casos extraños pero, a la vez, se sienten como uno más.