Una perra permaneció muerta en las vías del tren dos meses y nadie avisó

flor robleda VIGO / LA VOZ

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«Encontrar el cuerpo de Umbra fue duro, era solo piel y huesos», asegura su dueña

07 mar 2018 . Actualizado a las 13:17 h.

La fotografía de Umbra llevaba solo cuatro horas publicada en la página web de una protectora de animales de Toledo. Era una galga joven, de 1 año y 4 meses, simpática y sociable según la descripción de la entidad. «Cuando la vi me enamoré de ella», asegura Cristina Martín, su propietaria, y en menos de una semana ya estaba en casa. Había pasado menos de un mes desde su adopción cuando Umbra se escapó del parque canino de Arcade. En ese momento Cristina y su pareja, Iago, iniciaron la búsqueda.

Primero optaron por salir en su coche. «En casa sentíamos que perdíamos el tiempo, teníamos que estar en la calle». Al cabo de poco desistieron. «Fueron muchos días de no dormir, de no comer. Acabé en urgencias», explica su dueña. Fue entonces cuando recurrieron a la colaboración ciudadana a través de las redes sociales y la colocación de carteles. «Fue agotador y desesperante».

Pero el pasado domingo sonó el teléfono con la última pista. “Estábamos de comida familiar, era el cumpleaños del padre de mi novio. Llamaron a Iago y le dijeron que habían encontrado un perro perdido”, explica Cristina. A ella le extrañó, ya que el número que habían facilitado durante la búsqueda era el suyo. «Le dieron la descripción y por la voz que Iago iba poniendo yo ya sabía que algo iba mal».

Un chico que paseaba con sus perros por la zona del apeadero de Cesantes, en Redondela, vio el collar con el nombre de Umbra y los teléfonos de los propietarios. «Nos dijo que era mejor que no fuéramos hasta el lugar por lo que íbamos a ver», pero ellos no lo dudaron y rápidamente se presentaron allí. «Fue un momento duro, solo había piel y huesos. No pude acariciarla ni despedirme de ella. Ya no quedaba nada de lo que fue mi mascota».

Lo más difícil de asumir para Cristina es que el cuerpo de Umbra pasó dos meses a la vista, en un lugar transitado como es el apeadero de Cesantes «y nadie avisó, ni siquiera los conductores de trenes». «Por ser un animal no le dan importancia, pero tiene una familia, un hogar». Su propietaria, de 20 años y que soñaba desde pequeña con tener un galgo, asegura que «fue un golpe muy duro saber que desde un principio había estado allí», y rememora los dos meses de sufrimiento e incertidumbre y la gran cantidad de falsos avistamientos. La última vez que fue vista con vida fue el 5 de enero.

El portavoz de la asociación Amigos da Terra, Antón Lois, recuerda que hay que «avisar siempre», tanto en el caso de encontrar un perro perdido como un cuerpo sin vida. Lamenta que es más habitual que la población se movilice cuando ve un animal que parece desubicado, pero no existe la misma implicación cuando se topan con un cadáver. «Es imprescindible para evitar la angustia de los dueños», asegura Lois, «pero también por una cuestión legal, ya que los perros están registrados, y hay que identificarlos y darlos de baja». Lois recomienda dar aviso al Ayuntamiento pero también a las protectoras

Apoyo en las redes sociales

Cristina se muestra muy agradecida con la difusión conseguida a través de las redes sociales y también por el apoyo que ha recibido desde que informó de la desaparición hasta el día de hoy. Umbra tiene su propio perfil en Instagram con más de mil seguidores (@umbra_galga) y a través de él y de otros medios Cristina ha recibido «cientos de mensajes de ánimo». Antón Lois, de Amigos da Terra, también destaca la relevancia de las redes sociales para resolver este tipo de casos. «Se creó un grupo en Twitter con el nombre de Galga Andrade en el que los ciudadanos iban dando información sobre los lugares en los que la habían visto y siempre había alguien que se acercaba hasta el lugar o tenía un conocido que estaba cerca y podía comprobarlo». Grupos como He visto un perro en Vigo y otros creados por las protectoras también resultan de utilidad y registran avisos de forma diaria. «La colaboración ciudadana tiene un efecto dominó».

Lois asegura que lo más frecuente es que se localice a un perro perdido o desaparecido durante las 24 o 48 horas posteriores al suceso y si el animal se encuentra en una zona que conoce «su primera reacción es volver a casa o al sitio donde se le perdió la pista». A partir de ahí «al abanico de posibilidades es más amplio», y aunque resulta más difícil encontrarlo meses después se han dado casos excepcionales de recuperar mascotas perdidas incluso pasados unos años.