«El personaje de Abel Caballero no puede faltar en el espectáculo»

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO / LA VOZ

VIGO

El imitador y humorista recala en Santiago y Vigo con «Raulidad virtual»

12 sep 2019 . Actualizado a las 13:02 h.

Rafa Nadal, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Josep Pedrerol... En todos ellos y muchos más se transforma Raúl Pérez, que recala con su espectáculo Raulidad virtual mañana en Santiago y el sábado 14 en Vigo (20.30 horas, Afundación). Se pueden obtener entradas con un descuento del 40 % en clicentradas.es

-El punto de partida son las gafas de «raulidad virtual», definidas como «las únicas que permiten ver la realidad tal y como es». ¿Tan distorsionada vemos la realidad?

-En el fondo todos tenemos unas gafas. Esa sería la moraleja porque todos tenemos una forma de ver la realidad. La que tengo yo es la «raulidad», que es igual de válida que la de cualquier persona. Lo que vengo a decir es que deberíamos intercambiarnos un poco las gafas entre unos y otros para intentar tener más empatía entre todos. Es verdad que estamos en una época de conexión brutal a nivel digital en todo el mundo, pero más desconectados como especie. Espero que la gente conecte con la «raulidad» porque es una forma de ver la vida desde el punto de vista de los personajes que aparecen y a través de la comedia.

-¿Qué encontrará el público?

-Un espectáculo de comedia con reflexiones sobre lo que está pasando a través de imitaciones de muchos personajes. También habrá canciones, cameos especiales, un pequeño baile... Hay de todo, es un espectáculo muy completo pero, sobre todo, de comedia. Es decir, que la gente que asista al espectáculo venga dispuesto a liberarse y a reír.

-¿Cuántos personajes se van a dar cita sobre el escenario?

-No los he contado, pero seguro que setenta hay.

-¿Estará Abel Caballero, al que le dio una mayor dimensión con su imitación televisiva?

-Por supuesto. Él ya es una figura por sí mismo, pero le dimos algo más de altavoz a través de Late motiv a lo que es él como persona y como personaje. Es un político y un politicofacético. Es increíble como arrastra a la gente, entonces, Abel no puede faltar.

-¿Qué debe tener una persona para que usted lo imite?

-En el caso de Abel es por la cercanía que transmitía, porque me parecía una persona que estaba siempre de buen humor, siempre contento. Después, esa forma de vender el alumbrado navideño, con el manejo del inglés a la vez... En general, los personajes para fijarme en ellos tienen que tener algo, estar en el candelero ahora mismo o bien porque tengan un aspecto de su vida que a mí me llame la atención. Para ser imitable, lo básico, es que yo pueda intentar aproximarme a su voz o a sus gestos. Si no lo consigo, tengo que dejarlo aparcado.

-¿Alguno se ha resistido y ha tenido que quedar en el cajón?

-Hace tiempo con Iñaki Gabilondo me pasaba. Era imposible. Lo intentaba y lo dejaba, hasta que conseguí una aproximación que no me disgusta. Me pasa con Albert Rivera, no puedo sacar a este político. Hay muy pocos en el cajón.

-El público que le conoce por la televisión, ¿encontrará a un Raúl Pérez muy diferente?

-Es un Raúl en versión extendida, expuesto a la gente del teatro, sin maquillar. Yo tengo el síndrome de Isabel Preysler, muy poca gente me ha visto sin maquillar. Tengo que mostrarme a la gente para que me conozca. Lo bueno es que me vea durante hora y media sacando todo mi repertorio y cosas mías.

-¿Cómo acaba un licenciado en Ingeniería de Telecomunicaciones imitando?

-Por inconsciencia. Era muy joven cuando di el paso. Ahora, noto que lo hice bien.

-¿Era el típico que ya desde pequeño imitaba a otros compañeros y profesores o la vocación llegó tarde?

-Fue tardío. En la etapa universitaria, cuando en una cena de fin de curso imité a los profesores, quedaron todos retratados. A partir de ahí, radio, televisión... Desde que acabé la carrera. Era bastante tímido.

-¿Es más fácil salir al escenario transformado en otro?

-Salir caracterizado igual te ayuda. También puede ser que sea un Jekyll y Hyde, que tenga un lado más tranquilo y, de repente, me transformo y soy un huracán encima del escenario.