El vigués Roberto Rodríguez trabajó 20 años en la industria discográfica y, cuando el sector se hundió, retomó el negocio familiar dedicado a la venta de indumentaria para niños, desde el día a día a los eventos
28 nov 2020 . Actualizado a las 01:30 h.La vida laboral de Roberto Rodríguez Reguera dio un giro de 180 grados cuando las empresas discográficas dejaron de ser lo que eran para adaptarse a una nueva era en la que, la piratería primero y el streaming, Internet, las redes sociales y las plataformas digitales después, les dejaron sin buena parte del pastel.
En esa tarta anduvo Roberto durante 20 años, hasta que el sector se desinfló como un suflé y él se quedó sin trabajo. En esas dos décadas, el vigués desarrollaba su tarea en el ámbito comercial, desde establecimientos como Disco 3 a multinacionales como Polygram, que se convertiría en Universal. Pero como recuerda, cuando los artistas llegaban a Galicia para dar conciertos o conceder entrevistas promocionando nuevos discos, a veces era él el encargado de acompañarlos. Así, guió de un medio de comunicación a otro y de salas de conciertos a pabellones y teatros a cantantes como Sergio Dalma, Marta Sánchez, Nena Daconte, Quique González en sus inicios o Bustamante en sus horas bajas, que fue uno de los últimos a los que sirvió de anfitrión antes de que los discos y los cedés dejaran de girar.
Tras dos años sabáticos, en el 2013 decidió volver sobre sus pasos y acercarse a sus orígenes. Sus padres, Roberto y Marisa, abrieron en julio de 1969 una pequeña mercería que fue mutando y expandiéndose poco a poco. Un mes después nació él. Vio crecer el negocio familiar y no en pocas ocasiones tuvo que echar una mano en múltiples tareas del comercio.
BabyHogar empezó su historia en una minúscula tienda de 10 metros cuadrados en la calle López Mora. «Comenzaron como mercería, vendiendo lanas de marcas como Stop o Phildar, que todavía existen». Ese local original siguió funcionando hasta que hace un par de años se trasladaron a uno más grande a escasos metros del primero. Por eso el comerciante subraya que llevan 51 años en el mismo tramo de acera.
La mercería fue bien y evolucionaron a la confección de ropa infantil, por eso en 1971 se hicieron con un local más grande en las galerías Gran Vía, que como destaca, fueron de las primeras que hubo en Vigo junto a las Durán, en la calle del Príncipe. Roberto Rodríguez hace memoria para señalar que en este espacio llegaron a regentar tres negocios, uno dedicado a confección y cunas, carritos y otros artículos de puericultura; otro especializado en ropa de chicas hasta los 16 años, que llamaron Chavala; y una tercera tienda enfocada al mercado del outlet, oferta que ahora se concentra en el que está en la calle López Mora.
El declive de las galerías les hizo salir de nuevo a pie de calle y BabyHogar se mudó a Pintor Laxeiro, no muy lejos de allí. «Antes de que mis padres se jubilasen estuve trabajando con ellos durante un año para tomar el relevo en el negocio y actualizarlo», cuenta. De su mano y junto a su hermana Andrea, que también se había quedado sin trabajo, pasaron a otro espacio en la calle Barcelona cuatro veces más grande que el anterior y abrieron página web. Ella volvió a su sector, pero Roberto continuó con las tiendas que lleva con la ayuda de tres empleadas.
El vigués no tiró por la borda todo lo que sus progenitores hicieron. Al contrario, siguió una máxima que no abandona y reconoce como obsesión: el trato personal. «No vendemos ropa, sino atención y servicio», aclara. Otra característica que considera fundamental al reseñar sus virtudes es el enorme surtido que tienen. La cantidad de referencias en stock de las que disponen: más de 30.000 artículos, convierte a la firma en un espacio que tiene lo que una cadena multinacional pero con el trato de tú a tú, «sabiendo que puedes reservar algo o que si algo no encuentras, lo busco y a precios competitivos porque sigo la política de mis padres: es mejor ganar un euro que ninguno», razona.
«En BabyHogar tenemos desde el body hasta el edredón para la cuna, desde el calzado de vestir o escolar -(los míticos Gorila siguen regalando una pelota verde), apunta-, de la sábana al peluche o la bata, del adorno para el pelo al uniforme del colegio, del traje de bautizo al paño bautismal personalizado, como toallas y otros artículos de regalo», enumera reconociendo que la pandemia les hará comerse buena parte de la colección de invierno (y menos mal que el mismo motivo hizo a los fabricantes no entregar todo lo encargado), pero a cambio, han vendido más chándales que nunca.
Desde 1969
Dónde está
La central, en el 84 de la calle Barcelona. La tienda outlet, en el 94 de López Mora. Y online, en www.babyhogarinfantil.com