El frenazo de Stellantis se prolonga y arrastra a la industria auxiliar

VIGO

Faurecia, Benteler y Denso bajan su producción mientras GKN se salva

12 mar 2022 . Actualizado a las 23:42 h.

La falta de aprovisionamiento de microchips, la creciente dificultad de acceso a materias primas como aluminio o acero, la electricidad disparada y el petróleo en máximos históricos presionan como nunca al sector de la automoción de Vigo y amenazan con seguir haciéndolo durante unos meses. Stellantis, el motor principal del que depende una potente industria auxiliar, anunció ayer que seguirá parado otra semana más por la escasez de componentes electrónicos. El frenazo de la planta de Balaídos ha lanzado a sus proveedores de piezas a suspender turnos, partes de su producción o, incluso, a cerrar las instalaciones.

«A situación non é uniforme», indica Rubén Pérez, secretario general de Industria de la UGT en Vigo. Aunque todos los proveedores están inmersos en un mismo escenario de incertidumbre, las empresas que trabajan para la factoría de Stellantis se diferencian entre las que lo hacen en régimen just in time (fabricar lo justo a demanda) y las que son multiclientes y sirven a otras marcas. Las primeras, como Faurecia, paran prácticamente al mismo nivel que Stellantis, ya que organizan su producción y sus plantillas en función de este último grupo. Las segundas, que sirven a otras plantas de vehículos fuera de Vigo (algunas del propio grupo Stellantis), no atraviesan una situación de parada total. Eso sí, han organizado cierres temporales de turnos, como Benteler (que suspendió el cuarto) o convocan a su plantilla por grupos para repartirse días de la semana. «Snop o Denso», cita Pérez como ejemplos.

Otras multiclientes como GKN Driveline, vecina de Balaídos, destinan un porcentaje productivo menos relevante para Stellantis, de manera que por ahora no sufren los efectos directos de su parón, sino más bien los que llegan desde la cabeza del grupo GKN en Alemania, debido al conflicto en Ucrania.

La negociación de los ERTE está sobre la mesa. «Pero a regulación de empleo na automoción non é a solución», explica Xoán Xosé Bouzas, secretario nacional de la CIG. El representante sindical apunta que «habería que valorar como adaptar as condicións de traballo en cada situación» y no depender estrictamente del ritmo al que trabaje Stellantis. «Estamos a bailar todos ao mesmo son», indica Bouzas refiriéndose a que la aceleración y los picos de trabajo en Balaídos se reproducen en igual medida en la red auxiliar. Echa en falta más organización «e valentía» por parte de responsables empresariales y apoyo de las administraciones para que los proveedores gocen de mayor independencia.

La creciente dificultad para hacerse con metales pesados, el incremento histórico del precio de la luz y del petróleo y el corte paulatino de las líneas logísticas no ha hecho sino agravar esta situación en los proveedores.

Nuevo parón

Stellantis reveló ayer que prolongará el cierre de su planta en Vigo durante una semana más. La producción seguirá estancada, al menos, hasta el lunes 21 de marzo, según informó la dirección a primera hora de la mañana al comité de empresa. Esta decisión afectará a todos los sistemas, de manera que seguirá paralizada la fabricación de turismos y de furgonetas. La factoría de Balaídos lleva parada desde el viernes 4 de marzo.

La previsión que dio hace una semana era la de incorporarse el lunes 14, pero esa posibilidad ha ido esfumándose. Ser la más grande, la que más produce y la que más genera implica muchas responsabilidades. Está por ver cómo arrastra de nuevo consigo Stellantis a toda su red auxiliar.

El sector lleva dos días sufriendo serias dificultades para hacerse con materias primas

El reciente estallido del conflicto en Ucrania ha supuesto un nuevo batacazo para la industria auxiliar de Vigo, a todos lo niveles, por las dificultades que está implicando para acceder a materias primas básicas de las auxiliares de automoción. Si bien hasta ahora el suministro de componentes electrónicos era el factor determinante, la guerra está presionando a la hora de conseguir suministros de aluminio, paladio, acero, cobalto, cinc o cobre. Rusia, con quien Europa ha suspendido gran parte de sus relaciones comerciales, pasa por ser gran exportador de metales pesados. Ese grifo se ha cerrado.

«En la última década, nunca hemos vivido una situación igual como la que atravesamos en los últimos dos días», alerta Enrique Mallón, secretario general de Asime, la patronal del metal. Las empresas auxiliares lideran una lucha titánica para hacerse con materias primas básicas para su producción, en una semana en la que el precio de los metales se ha quintuplicado con respecto a hace un año y, además, las tarifas que les trasladan los proveedores, muchos de ellos situados en zonas de influencia del conflicto, «cambian de un día para otro». En este mismo sentido apunta Xoán Xosé Bouzas, a quien le han informado de que «hai situacións nas que as fábricas realizan unha compra e se no camino reciben unha oferta mellor, a suspenden».

El directivo de Asime, que recuerda que el metal en Galicia representa el 20 % del PIB, apunta lo complicada que se ha vuelto la situación en un sector dependiente de suministro energético para llevar a cabo su actividad. «En algunos casos representa el 25 % del coste», señala Mallón.