El hombre que rescató al squash

Xosé Ramón Castro
X. R. CASTRO VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Raúl Araújo convirtió a la Federación Gallega en referente y sacó adelante a la Española tras la quiebra

30 oct 2022 . Actualizado a las 07:54 h.

Dio un giro radical a la Federación Galega de Squash, que dirigió durante 25 años, aunque a día de hoy sigue como tesorero, y rescató como vicepresidente de la Española, en donde permaneció una década. La vida deportiva de Raúl Araújo Pérez (Ourense, 1953) siempre ha estado ligada a la gestión deportiva, pero robando tiempo a su trabajo, nunca como profesional remunerada. Y durante su gestión Galicia dominó con mano de hierro todo el ámbito nacional, desde la categoría sénior, con Borja Golán y Xisela Aranda, hasta las de base, con una colección de títulos y medallas casi insultante para el resto de comunidades.

Como a muchos, su vínculo con el squash llegó a través de la práctica. Era 1983, Raúl ya estaba asentado en Vigo (ciudad a la que llegó con 16 años para quedarse toda la vida) y comenzó a jugar en unas pistas en la zona del Arenal. «Empezamos a xogar como afeccionados, logo ía a torneos, fun coñecendo a xente e o ambiente deste deporte e cinco ou seis anos despois varios clubs dixeron que por que non collía a Federación e empecei a botar unha man», recuerda el vigués. Lo hizo formando parte de la junta directiva y poco después, accedió a la presidencia.

Su llegada fue un punto de inflexión. «Pouco a pouco, fomos medrando», comenta, mientras desvela su máxima: «Eu sempre tiven claro que o máis importante eran os deportistas e que había que axudalos», apostando por fomentar la base con la creación de escuelas. También tuvo claro desde el principio que había que salir al extranjero a jugar. «Cun colaborador moi grande que tiña en Monforte colliamos unha furgoneta e metiamos a sete ou outro rapaces e íamos xogar un torneo de fin de semana a Ámsterdam ou Estrasburgo, por exemplo. Sabiamos que era necesario para saber do nivel noso e tivemos unha camada de xente moi boa».

Uno de ellos era Borja Golán, 17 veces campeón de España y al que Raúl vio ganar su primer título estatal en sub-10. «A el notábaselle algo diferente dende o principio. Tiña unha cabeza privilexiada e seguro que tería triunfado en calquera deporte», precisa. De su mano en poco tiempo la Federación Galega pasó de ser «unha das pequeniñas que non pintaba nada en España a acabar sendo con diferenza a mellor», comenta. Por participación y por títulos.

En el ámbito administrativo tuvo que hacer de todo y, además, con unos presupuestos irrisorios. Durante su época, el tope de subvención federativa fue de 40.000 euros a los que solo se les podía añadir el coste de las fichas (unas 400 en Galicia), lo que exigía hacer malabarismos financieros para mantener una estructura en donde contar con un asalariado era imposible. «Levaba eu todo», resume sobre las apreturas de la entidad. Su máxima siempre fue: «O que teñamos, gastalo como Deus manda. Hai que facer o que se poda, pero non montarse películas que son irreais. Hai que ter os pés no chan e ser realistas».

El buen funcionamiento del squash en Galicia le llevó a afrontar el reto de la una Federación Española en la ruina hasta tal punto que los gestores anteriores habían entregado las llaves en el Consejo Superior de Deportes dejando tirada a la entidad. «Tiñan un montón de problemas e tivemos que ir ao CSD ver que se podía facer», recuerda.

Cuando llegaron se encontraron con empleados sin cobrar, igual que un técnico sueco cuya contratación se llevaba buena parte del presupuesto. De la mano de Raúl y el nuevo grupo de gestión, se fueron solucionando los problemas y diez años después, decidieron que era el momento de echarse a un lado y frenar con los viajes a Madrid, porque durante este tiempo jamás dejó de trabajar y residir en Vigo. «Esas cousas levan moito tempo e cansan e cando vimos que aquilo estaba endereitado, deixámolo». Era el año 2012.

A lo largo de tantos años de gestión, tuvo que sortear una peculiaridad que se da en pocos deportes: que las instalaciones primordialmente están en manos de gimnasios y no son públicas, lo que lleva a depender de terceros a la hora de poder organizar eventos. Esta situación se fue arreglando a cuenta gotas con pistas públicas. En el Pazo Universitario de Lugo se montaron las primeras y aquello dio pie a organizar el primero Campeonato de España en suelo gallego. Balaídos fueron las siguientes.

Nada dado a los reconocimientos, no acudió a recibir su medalla al mérito deportivo en Galicia, preguntado por los logros durante su gestión destaca los éxitos deportivos, en categorías absolutas y de base, además de títulos a nivel de clubes. Por otra parte, tilda de «difícil» el momento que vive su deporte en Galicia, en parte porque muchas pistas fueron desapareciendo y porque «no momento bo non tirou para arriba e creo que xa non pode dar máis de si». En lo personal admite que en el último mandato « estaba moi canso, custoume moito aguantar os últimos anos». Ahora, intenta estar lo más desconectado posible. Su tarea está completa y su descanso es más que merecido.