El presidente de los detectives de Galicia pide un careo con Santiago Segura: «Torrente nos ha desprestigiado»

VIGO

XOAN A. SOLER

Mario Paul destaca que solo la comunidad gallega y dos autonomías más cuentan con colegio profesional de investigadores  privados

16 jul 2023 . Actualizado a las 18:32 h.

Mario Paul (Barcelona, 1965) observa, escudriña, investiga en busca de lo que otros tratan de ocultar. Cruza Galicia o media España, si hace falta, siguiendo rastros, pistas, personas, como un día lo hizo al cambiar su Cataluña natal por Galicia. Un viaje en sentido contrario al del gallego Pepe Carvalho, el compañero de creación durante casi medio siglo de Manuel Vázquez Montalbán. Ambos, detectives privados, ambos reparadores de entuertos, ambos ensalzadores de los detalles y, sobre todo, de la independencia. Pero Paul es de carne y hueso, escurridizo, pero real. Tanto que es incluso presidente del Colegio Profesional de Detectives Privados de Galicia. Antes fue abogado, «pero me di cuenta de que muchas veces tenía que faltar a la verdad de los hechos y defender a personas a ultranza, enmascarando hechos o dar por reales otros que nunca ocurrieron. Eso iba en contra de mi conciencia», dice para explicar por qué inició una transición a la investigación privada, con cuya diplomatura ya contaba por puro interés.

«Es una profesión tan versátil y tan flexible», mantiene, a la vez que reconoce que discurre por «zonas grises», pero solo a ojos del común de los mortales. «Nuestras pruebas, nuestros informes suelen tener relevancia judicial y acabar en los juzgados, por lo que es imprescindible no salirse de los límites de la ley», advierte. De hecho, los detectives privados no pueden tener antecedentes penales. «El lumpen ya no tiene cabida en esta profesión, ni en Galicia ni en España y probablemente en pocos países también. La regulación es muy estricta. Nos jugamos nuestro trabajo».

La lectura y el cine fueron abonando el terreno que pisa, al que se lanzó Mario Paul al conocer las experiencias e historias de profesionales del sector. «He aprendido trucos de las películas, a improvisar o cómo pasar, por ejemplo, tanto tiempo dentro del coche. A forjar ese típico perfil de lobo solitario» en el que la imprevisibilidad y el componente aleatorio es el oxígeno del día a día. «Empiezas un día en Vigo y lo acabas sin preverlo en Madrid», señala dando cuenta de su coche como un pequeño gran armario. «Hay una base real en muchas películas, aunque también distorsión del trabajo de los detectives en el cine. Desde luego Torrente no tiene nada que ver con la profesión. Me gustaría tener un careo con Santiago Segura porque nos ha desprestigiado a los detectives privados con la imagen chusca de Torrente. Hemos pasado por la universidad, estudiado derecho, formado en criminalística, en psicología...».

Paul no duda en asegurar que en muchas ocasiones los detectives son la última oportunidad para dar con la verdad, después de que las líneas oficiales agotasen sus recursos.

Hay riesgo, hay situaciones complicadas, describe el presidente de los detectives gallegos, por ello insiste en la necesidad de una formación notable. Lo hace además desde uno de los tres únicos colegios que existen en España, marco en el que Galicia ha sido pionera y sirve de referente para que detectives de otros puntos del país obtengan un respaldo corporativo a su profesión.

El ámbito familiar, el de pareja, la conducta de hijos, el terreno empresarial, la búsqueda de desaparecidos... todo genera un amplio campo de su trabajo. Pero rompiendo mitos, Mario Paul mantiene que cuestiones de infidelidad son un aspecto minoritario de las investigaciones del sector. «Es una quiebra de la confianza muy importante con la pareja, pero para nosotros es un campo casi marginal. Esto no es Japón, donde la infidelidad se multa».

Dando a conocer más sobre su actividad, aclara que los detectives no tienen la necesidad de portar armas a diario, no se esgrimen, aunque la mayoría cuente con licencia. Los hechos delictivos tiene que ponerlos en conocimiento de la Justicia o la Policía, por ley, eso también está regulado. Como el ejercicio de la propia profesión, donde desde la creación del Colegio Profesional de Detectives privados en el 2008 en Galicia se ha reducido al mínimo el intrusismo, presente aún en otras autonomías. «Suele ser gente sin escrúpulos que engañan a terceros y muchas veces llevan a cabo estafas prometiendo trabajos que ni saben hacer, ni dan más que quebraderos de cabeza al cliente y se llevan su dinero». En Galicia no llegan al centenar los colegiados, aunque también se han inscrito detectives de Asturias, Castilla y León, e incluso Madrid y Levante. Solo existen colegios semejantes en Cataluña y la Comunidad Valenciana. «Un detective colegiado es un profesional que se preocupa por cumplir la ley, tener una formación continua y el respaldo de los compañeros», dice en su papel de representante del sector.

Advierte un crecimiento en el número de profesionales, pese a los horarios imposibles, el no poder planificar fines de semana ni vacaciones, o que las minutas de los detectives sea, por lo general, nada notables. «Están al alcance hasta de las economías ajustadas», defiende. 

Álbum familiar

EN DETALLE

-Primer trabajo

-Agente censal del Padrón de Edificios para el INE en los años ochenta. Cobraba 600 pesetas (3,6 euros).

-Causa a la que se entregaría

-Sumar la actividad de los detectives a lograr una Justicia de verdad. Para contribuir a ello haremos en octubre en Vigo el primer Congreso Internacional de Detectives y Ciencias Forenses.