Ash Projects: la galería de arte que nace dentro de una vinoteca

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

El nuevo espacio que coordina el artista Alberto Santos arranca con una propuesta colectiva unida por la facultad de Bellas Artes, la pintura y materiales reciclados

09 sep 2023 . Actualizado a las 02:34 h.

El arte sale al encuentro del público. El cierre paulatino de galerías es el reflejo de un modelo caduco que no convence al espectador, por eso el sector busca nuevas formas de acercarse a la gente. No es exactamente el caso de Ash Projects, la nueva galería que ayer abrió sus puertas en la vinoteca CH Delicatessen (Gran Vía, 90), pero su coordinador, el artista Alberto Ash Santos, sí reconoce en esta iniciativa parte de esta tendencia. Sin embargo, su caso es muy particular porque ha sido fruto de una casualidad que surgió de forma natural. Arrancó cuando su tío, el fundador de Casa Hermo, tuvo que dejar el local en el que tenía su tienda y vinoteca, en la zona de la plaza de la Independencia. «Él buscaba un espacio asequible para seguir con su actividad hasta jubilarse y dio con uno enorme y a buen precio en Gran Vía, un local que antes ocupaba el taller de enmarcaciones Stylarte, y cuando llegó vio que había sobre la pared unos rieles sobre los que seguramente colgaban cuadros», cuenta añadiendo que como él está inmerso en el ambiente artístico de la ciudad, le propuso a su sobrino que utilizase ese espacio para organizar exposiciones. «Fui a verlo y no me convenció, pero en esta visita descubrí al fondo otro espacio, gigantesco y diáfano, que además estaba a otra altura, estableciendo una frontera entre el negocio y la sala». En este momento nació Ash Projects. Al menos en su cabeza.

Tras preparar el local en cuanto a estructura e iluminación en colaboración con un profesional que ha trabajado para varios museos, ayer inició su andadura con una exposición colectiva en la que participan Víctor Hugo Costas, Ignacio Pérez-Jofre y Álex Fuertes. «No es la galería Gagosian ni tiene intención de serlo, pero ha quedado muy bien y permite poner en marcha exposiciones como la que hemos montado, con piezas de gran formato que se pueden ver con comodidad y perspectiva, porque hay paredes que miden hasta cinco metros por casi tres de alto», afirma convencido de sus posibilidades. «Aquí no hay limitaciones logísticas en este sentido, por eso los artistas pueden explayase con tamaños que no suelen caber en casi ninguna parte», argumenta.

Alberto Santos prefiere referirse a su labor en este espacio como gestor, más que como galerista. «Es una liga en la que yo no quiero competir, pero siempre he tenido cierta inquietud de agitador y creo que no pararé hasta que me muera porque van saliendo cosas y todas las voy asumiendo», reconoce. El local funcionará de forma independiente a la vinoteca. El organizador pretende ofrecer una programación regular «pero sin forzar» porque como explica, le molesta mucho la idea de «la exposición al kilo, programar por programar, que no haya un criterio claro detrás o que te vayas directamente a lo comercial. Detrás está la idea de recuperar la pintura, que está en un punto muy delicado, y juntar propuestas con sentido». En este caso, se unen las de autores «con una trayectoria, como Ignacio Pérez-Jofre, junto a un artista que acaba de salir de la facultad, como Álex Fuertes, y talentos ocultos como Víctor Hugo, que de hecho, es uno de los pioneros del grafiti en Vigo, un artistazo con un talento descomunal con varios premios, pero poco conocido», advierte. Además, los tres están conectados por su relación con la facultad Bellas Artes de Universidad de Vigo (el primero como profesor), el interés por el empleo de materiales reciclados, la pintura y el entorno urbano. Santos recalca que el espacio artístico no es como «un restaurante con», o «una tienda con». Se puede decir que es una galería dentro de una vinoteca, «pero no es el trozo que sobraba, no es residual», aclara. Para fidelizar al público, él mismo atenderá a los visitantes de lunes a viernes de 18.00 a 20.30 horas, «para darle un orden y una continuidad», justifica.