El escultor de los grandes volúmenes

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Desde 1989 Ramón Conde embellece algunos de los puntos estratégicos de Vigo

22 oct 2023 . Actualizado a las 01:39 h.

«Para mí, el arte es, sobre todo, un sistema de comunicación. Permite expresar sentimientos personales que fácilmente pueden convertirse en colectivos. Quiero usarlo sobre todo para investigar emociones o matices que no se pueden reducir fácilmente al lenguaje racional». De esta forma explica Ramón Conde (Ourense, 1951) su forma de entender el arte.

Este escultor sorprendió a expertos y profanos con las formas de sus obras. Aunque ya había realizado piezas en otras ciudades y había protagonizado exposiciones en Vigo, fue en 1989, cuando abrió el Centro Comercial Camelias, cuando Ramón Conde presentó en ese espacio público O grande inquisidor, como el capítulo homónimo de Los hermanos Karamazof, de Dostoyevski.

Pero, la conexión total con la ciudad llegó dos años más tarde cuando presentó O monumeto ao traballo, aunque popularmente se bautizó como Os redeiros, situado en el inicio de la Gran Vía. «Uso la manifestación artística con cierta influencia psicoanalítica. Comienzo manipulando el material, y una serie de experiencias y estados emocionales derivan hacia ciertas formas. Hay una simbiosis entre la habilidad manual y el subconsciente, y surgen formas que son la encarnación de nuestras experiencias. Esto permite un descubrimiento personal inusual y no siempre cómodo. A veces, estos enfoques personales tienen un gran poder de sugerencia y se adoptan colectivamente. Es el gran milagro y lo que consagra al artista como chamán de su comunidad», reconoce el escultor en su página web, algo que encaja muy bien con la representación de sus marineros arrastrando las redes tierra adentro.

«Hubo bastante discusión sobre la obra», recordaba hace poco el autor en una entrevista en La Voz de Galicia. «Las previsiones de la gente eran que la escultura tenía que ser de formas solo abstractas. Pero el paso del tiempo desautorizó esta tendencia y favoreció algo que en aquel momento parecía impensable: el regreso del figurativismo», añadía entonces.

Las obras de Ramón Conde, en ocasiones, se levantan y se mueven. Ocurre este fenómeno con la pieza denominada oficialmente Avance, pero que en Cangas se la conoce como O gordo. Semeja el mismo gran inquisidor que, harto de otear desde las alturas del centro comercial de Vigo, decidió emprender una caminata por las tierras de O Morrazo. Esta pieza preside la rotonda de entrada de la villa canguesa desde el 2005. «Además, más allá de los aspectos anecdóticos, considero los volúmenes, las líneas y el acabado perfecto», explica el autor para ayudar al espectador a entender su querencia por las figuras muy corpóreas.

Durante algún tiempo hubo una pieza similar en la rotonda de bajada de A Cañiza hacia Valeixe. En aquel caso, la figura, también dotada de grandes volúmenes, hacía un equilibrio dancístico, como indicando una salida al nudo viario. Alguien decidió retirarla.

Las siguientes obras que ha dejado Ramón Conde en Vigo ya muestran una evolución en las formas. Incluso en una de ellas renuncia a las tres dimensiones. Es el caso del Corredor, ideado para la rotonda de conexión entre la avenida de la Florida y Balaídos. Se da la circunstancia de que esta representación artística ha desaparecido de su escenario original tras recibir dos impactos de vehículos.

Ramón Conde ha tenido un par de roces con el Concello de Vigo debido a sus obras. El primero de ellos llegó tras conocerse la intención municipal de trasladará Os redeiros a otro punto de la ciudad. El escultor se quejó en su momento de ser el último en enterarse. El segundo motivo de polémica vino a través del Corredor. La pieza quedó afectada por dos accidentes de tráficos y reclamó al gobierno local su derecho a participar en la reparación de esta pieza realizada en acero. De momento no está en su sitio.

Nuevas entregas

En los últimos doce años, el artista ourensano ha mostrado su creatividad en tres puntos estratégicos de la ciudad. En 2011, Ramón Conde inauguraba otro conjunto escultórico en Vigo. Se situó en los accesos de la Estación marítima. Es su particular homenaje a los emigrante que a miles partieron de Vigo rumbo a América durante décadas. El hombre, con su maleta, se encamina hacia el embarque, mientras que detrás quedan la mujer y los hijos. Las dos figuras principales están realizadas en bronce. «Refleja al emigrante cargado de ansia y de fuerza que va a la lucha desconocida, a la mujer que se queda al cargo de la educación del hijo y al niño que es la imagen de la esperanza», señaló en su momento el escultor.

«Lo que procuro, como en cualquier otra obra, es que sea algo de múltiples lecturas. La primera imagen sugiere una paternidad. Es una figura muy hercúlea pero con una sensación de cariño y dulzura hacia un niño que está como dormido y tumbado a lo largo y envuelto en una especie de cueva que configura el hombre adulto. Dentro del contexto hospitalario, lo que quiero es que simbolice la confianza y el abandono que depositamos en esta instituciones, en la medicina contemporánea», señalaba Ramón Conde en una entrevista concedida a La Voz de Galicia. Se refería a El titán, la obra que se sitúa frente al Hospital Álvaro Cunqueiro. «No hay ninguna figura individual en Galicia de este tamaño», apuntaba el autor para referirse a los 2,7 metros de fondo, 2,6 de ancho y 2,4 de alto que presenta la pieza realizada en fibra de vidrio.

Y de presidir una instalación sanitaria, otra obra de Ramón Conde pasó a recibir a quienes acuden a la Cidade da Xustiza de Vigo. Se trata de O acordo xusto, buen nombre para quien reclama justicia. La estilizada escultura representa dos manos entrelazas que vienen a reflejar, según el propio autor, la idea de la justicia universal e igualitaria. La pieza, elaborada en bronce, ocupa una altura de aproximadamente cinco metros. Fue colocada en 2021, poco antes de la apertura de las instalaciones.