Kongriakos, el «youtuber» que divulga la pesca submarina responsable

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

VIGO

Haritz Ayarza, conocido en Youtube como Kongriakos, el pasado fin de semana después de una jornada en Cabo Silleiro.
Haritz Ayarza, conocido en Youtube como Kongriakos, el pasado fin de semana después de una jornada en Cabo Silleiro. M.MORALEJO

Con más de 77.000 seguidores, representa la cara opuesta del furtivismo

14 feb 2024 . Actualizado a las 01:43 h.

Su bautismo como Kongriakos fue a los 16 años. Estaba en Zumaya, en el País Vasco. Haritz Ayarza, su hermano y un par de colegas irrumpieron en los arenales del golfo de Vizcaya, tradicionalmente colonizado por los amantes del surf, para practicar pesca submarina. No era lo habitual. «Llegó un verano en el que cogí un congrio. Y después otro y otro... En casa acabaron hartos de los congrios. Era algo raro porque entonces este deporte no tenía el tirón de ahora. Los surfistas se fijaron y, cuando me veían aparecer, decían: ‘Fíjate, ahí está el Kongriakos’’. Así que lo hice propio y me gustó para estrenar mi canal», explica este joven. Se sumergió en las redes después de la pandemia y hoy muestra ante más de 77.000 seguidores sus hazañas en los fondos marinos. Ayarza es uno de los cinco youtubers con mayor proyección en España en este ámbito, que él aborda desde una perspectiva divulgativa como oceanógrafo y técnico de acuicultura que. Es investigador de la Universidad de Vigo tiene su terreno de acción en esta ría.

«Lo que intento transmitir es una pesca de autoconsumo, responsable, con cabeza», explica sobre el objetivo de su plataforma. Lubinas, sargos, pintos, pulpos o chocos suelen ser protagonistas en los vídeos de Kongriakos por la cantidad de recurso que atesora la ría de Vigo. «Por ejemplo, el pasado sábado, en Cabo Silleiro, conseguí tres lubinas y lo dejé, era suficiente para esta semana». Haritz Ayarza, que se alió con el fusil hace algo más de una década, es aire fresco para un sector que lleva décadas sometido al prejuicio del furtivismo. «La realidad es otra», defiende. Tiene la virtud de destacar puntos en común entre quienes viven del mar y quienes alertan de daños en el medio ambiente, porque sus intereses no siempre coinciden. También puede presumir de tener xeito para dignificar la profesión y recomienda «insistencia» a quien se quiera estrenar.

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El contenido de Kongriakos se adapta bien al formato Youtube. La fertilidad de los ecosistemas marinos en la costa de Galicia permiten seguir cultivando este proyecto sin un the end. Los vídeos, que duran entre ocho y diez minutos, muestran una jornada de pesca de principio a fin, desde que prepara la embarcación y los artilugios (a menudo en los pantalanes de Baiona) hasta el regreso a tierra. Hace un mes, por ejemplo, publicó su experiencia cogiendo erizos. Lo hizo frente a Santa María de Oia, con un rastrillo y capturando los ejemplares más grandes para dejar que los pequeños crezcan y ganen tamaño en su cueva.

Las pasadas Navidades realizó una especie de tutorial sobre centollas para divulgar las técnicas de camuflaje de la especie o su período de mudas. En el caso de los machos, suele ocurrir en noviembre, y por esta razón Ayarza sostiene que enero o febrero son meses más recomendables para consumir este marisco: «En diciembre suelen estar más vacíos y llenos de agua». Lanza un consejo: «Si coges el meñique de la pata más pequeña y al morderlo está duro, entonces esa es la centolla para comer. Si está blando, mejor descartarlo». En otra publicación de un domingo «de relax» se topó con una familia de santiaguiños, un encuentro esperanzador teniendo en cuenta su galopante desaparición de la costa gallega en los últimos años. No desvela el refugio. Como grandes ejemplares, recuerda una lubina de 8,6 kilos que pescó. «Al llegar a puerto me dijeron: ‘‘Rapaz, no volverás a pescar algo así en la vida’. Y así fue’’», se ríe.

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Zambullirse permite al oceanográfo conocer en profundidad lo que estudia en laboratorios o en claustros. «Por ejemplo, ahora estamos realizando un análisis de riesgo climático en las especies. Conozco más el medio gracias a bucear y verlo», dice. Comprueba con sus propios ojos cómo la ría se ha convertido en hábitat de especies tropicales, tal y como viene documentando Rafael Bañón, del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), que ha registrado medio centenar de nuevos habitantes desde 1996. «El año pasado llegaron las lampugas, aparecieron en Malpica, y también estamos recibiendo al sapo lusitano». Kongriakos advierte sobre el desplazamiento de la alga laminaria a entornos fríos.

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Áreas marinas protegidas para restaurar la biodiversidad

Como oceanógrafo y como pescador, Kongriakos está convencido de la capacidad de las áreas marinas protegidas como salvavidas de ecosistemas marinos. «Está más que demostrada su eficacia, sobre todo cuando están interconectadas entre ellas», explica. «Y no solo traen beneficios para peces y crustáceos, sino también para los organismos sésiles, que agradecen este tipo de actuaciones». Recuerda las decisiones que se están tomando en esta dirección, como el dictamen que la ONU sacó en el 2023 después de quince años de negociaciones y que establece que el 30 % de la superficie marina en altamar tendrá que estar protegido para restaurar la biodiversidad marina.

Por otro lado, Haritz Ayarza considera que la pesca está experimentando un bum que, a su juicio, comenzó a raíz de la pandemia. Defiende la proyección y de las redes sociales para expandir el oficio entre los jóvenes.