Celeste Graña, peluquera: «Les digo que también a mí se me cayó el pelo por el cáncer, y eso tranquiliza»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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XOAN CARLOS GIL

La estilista de Cangas que gestiona el banco de pelucas de Adicam superó la enfermedad hace seis años. También asesora durante la pérdida de cabello por el tratamiento

13 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En la peluquería de Celeste Graña (Cangas, 1974) no sorprende ver en las revistas que Kate Middleton ha donado su melena para pelucas de niños con cáncer. En su salón de belleza del municipio de O Morrazo tienen experiencia en asesorar a mujeres tras el diagnóstico. Graña es experta en escuchar y acompañar en esa fase vital en la que el pelo no se corta, se cae. Hace seis años que ella misma fue paciente de cáncer de mama y recuerda perfectamente el instante en que tuvo miedo de mirarse al espejo. «Pensaba que no me iba a preocupar, porque yo me dedico a esto y me daba igual llevar el pelo corto, pero en ese momento en que mi compañera me lavó la cabeza y vi que le quedaba mi melena en las manos... ahí sentí que tenía cáncer. Si te duele algo, solo lo sientes tú, pero te ves sin pelo y te das más cuenta de que estás enferma».

Un momento que Celeste revive con cada mujer que se acerca a ella pidiendo consejo. Esta estilista se ha convertido en una referencia en la Asociación de Diagnosticados de Cáncer de Mama y Ginecológico, Adicam, donde gestiona el banco de pelucas que el colectivo atesora para prestar a las socias que optan por este elemento para verse mejor, por no perder su reflejo o para evitar preguntas constantes, incluso incómodas, sobre su enfermedad. «Yo no lo veo como algo meramente estético. Cuando nos desnudamos nos quedamos con el pelo. Nos sacamos la ropa y las gafas para ducharnos o dormir, pero el pelo va con nosotros y nos da personalidad. No es algo superficial, forma parte de nosotras».

No cae el cabello en todos los tratamientos, ni cae siempre en la misma fase, pero cuando eso ocurre, está Celeste para explicar que el pelo vuelve y que es una fase pasajera, que es dura a veces, pero temporal. «Cuando les digo que pasé por lo mismo, se quedan más tranquilas. Yo las asesoro, tanto si quieren llevar peluca como turbante. Muchas veces, eligen peluca y al final me dicen que no se la han puesto. También las hay que no se la quitan durante todo el tratamiento. Yo lo que recomiendo es que en casa no se la pongan, para no dañar demasiado el cuero cabelludo».

Ella llevó peluca: «Soy muy presumida», argumenta, pero asegura que lo que más le importó fue superar la quimio y la radio sin demasiados efectos secundarios. «En el primer momento afecta mucho la caída, pero luego te das cuenta de que no es para tanto. Lo importante es encontrarte bien». Eso incluye gestionar con naturalidad lo que cada una necesita. «A veces las asesoro también sobre lo que les favorece más, porque igual una peluca de un tono más claro le queda mejor, o incluso llevar el pelo más corto». 

¿Cómo cuidar las pelucas?

La industria de las pelucas ofrece hoy infinidad de posibilidades: con pelo natural, sintético e incluso a medida de la cabeza. «El precio varía mucho en función de lo que la clienta quiera, pero yo no vendo pelucas, para eso están las tiendas especializadas». Graña sí indica cómo cuidar estos complementos que necesitan lavado y secado, igual que el pelo propio. Esta profesional recomienda agua tibia, nunca caliente, y utilizar un buen champú neutro. «Hay que desenredar el pelo antes de mojarlo, lavarlo sin frotar mucho, y utilizar productos buenos, que no sean de supermercado. Hay que colocar la peluca en un busto, secarla con la toalla y con el secador con aire templado». También sus compañeras de la peluquería son activistas de esta red de apoyo que surge tras el diagnóstico. «Raquel y Jenni estuvieron dándolo todo en mi enfermedad y cada día. Son grandes profesionales y mejores personas». Al salón de belleza se acercan muchas mujeres tras el diagnóstico, buscando el apoyo de quien ha superado la enfermedad. «Yo nunca lo oculté. Se hace duro, pero yo quise compartirlo con mis clientas, que son como de la familia. Algunas lo han sufrido también, unas muy jóvenes y otras mayores, con más de 80 años». Esta profesional les habla y las escucha, como peluquera, pero también como superviviente.

Graña sigue siendo socia de la asociación adonde acude cada semana a clases de gimnasia con otras mujeres a las que conoció tras el diagnóstico y que se han convertido en amigas. «Yo ya conocía a Olga, la presidenta de Adicam. Cuando le dije que tenía cáncer me dijo que pasase por la asociación. Me acogieron con muchísimo cariño, hay psicólogos, masajistas y abogados laboralistas, pero sobre todo llegas con miedo y descubres que hay muchas mujeres pasando por lo mismo. Cuando me diagnosticaron pensé: ‘¿Por qué a mí?’ Pero llegué allí y sentí que no estaba sola». Eso mismo quiere transmitir a las mujeres que asesora, que además de reconciliarse con el espejo, encuentren en ella el reflejo de quien ha dejado atrás la peluca y la enfermedad.

Su canción favorita

«Jamás», de Mónica Naranjo. «Me gusta cantar y pertenezco al coro María Soliña, de Cangas. Esta canción se la canté a una amiga que tuvo una recaída en la enfermedad. Adapté la letra, pero el mensaje principal es el de Mónica Naranjo: Nos unió lo fatal, somos guerreras sin dejar de luchar. ¿Rendirse? Jamás».