Las playas no son lugar propicio para la noche mágica

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

M.MORALEJO

Hacer hogueras en arenales está prohibido, pero las autoridades miran para otro lado por la tradición de San Xoán

30 jun 2024 . Actualizado a las 17:24 h.

El pasado fin de semana, el Concello de Nigrán continuó su campaña para intentar minimizar el impacto ambiental de la celebración de las fiestas de San Xoán en Playa América y Panxón, apostando por la concienciación a pie de playa. El objetivo era doble: evitar los agujeros que cada año convertían sus arenales en un paisaje similar a una zona de prácticas de artillería y reducir las toneladas de residuos que la fiesta deja en las playas.

La primera parte fue un éxito y ni un solo agujero alteró el ecosistema. La segunda era más complicada. Por supuesto nadie era tan ingenuo como para pensar que las playas amanecerían libres de basura, pero al día siguiente los servicios de limpieza terminaron de limpiar los arenales a las 9.30 horas, cuando otros años esa limpieza se prolongaba hasta más allá del mediodía. Se está consiguiendo reducir cada vez más los residuos que deja la noche de fiesta, pero todavía es insuficiente pues sigue siendo intolerable la enorme cantidad de basura que todavía dejan los grupos que acuden en masa a las playas.

En cualquier caso, el esfuerzo del Concello de Nigrán, al que nos invitaron a colaborar en su campaña de concienciación, es digno de felicitación, pero vamos con una reflexión general. En lo referente al impacto ambiental de las fiestas de San Xoán hay tres elefantes en la habitación que quizás deberíamos empezar a asumir que están ahí, aunque señalarlos no sea muy popular. En primer lugar, acotemos que una cosa son las fiestas tradicionales en las que asociaciones vecinales organizan su hoguera y realizan los rituales de las herbas de San Xoán con su correspondiente fiesta y otra cosa, muy diferente, es lo que sucede en las playas, donde lo que se organiza, y se debe decir con claridad, es simplemente un enorme macrobotellón, con todo lo que ello implica.

En segundo lugar, hacer hogueras en las playas está prohibido, no solo en San Xoán, sino todo el año. Seguramente esta afirmación les resultará difícil de creer viendo las imágenes del pasado domingo, pero es cierta. Las autoridades, conscientes de la tradición, miran para otro lado y no actúan, pero que quede constancia de que no se pueden hacer hogueras en las playas. Y por fin el tercer elefante, mayor que los anteriores, es que en plena emergencia climática es inaceptable la emisión a la atmósfera de miles de toneladas de CO2 y NO2 por simple diversión. Y ese es el problema de fondo que quizás deberíamos empezar a enfrentar alguna vez.

Resumiendo: las playas, especialmente aquellas que todavía conservan un pequeño vestigio de lo que fueron sus ecosistemas dunares, son ecosistemas frágiles y el último refugio de muchas especies de flora y fauna amenazadas que viven al límite, lo que las convierte en especialmente sensibles a cualquier alteración y las noches de San Xoán son una alteración brutal.

Las toneladas de residuos, incluyendo los plásticos que el viento arrastra al mar, son un aporte de contaminación inaceptable en estos ecosistemas protegidos. Las cenizas de las hogueras aportan un exceso de fertilidad a los arenales que altera su equilibrio en el balance de nutrientes, amenazando a estas especies.

¿Empezamos un proceso de reflexión colectiva sobre si a estas alturas resulta aceptable ese impacto ambiental? ¿Aplicamos las leyes de protección ambiental? ¿Prohibir las hogueras en las playas y quienes vayan allí a celebrar el botellón deberán recoger sus residuos antes de abandonar las mismas? ¿Y para garantizar esto se pondrán los medios

y recursos necesarios para su cumplimiento por parte de las autoridades competentes? Conste, con un año de antelación.