Juan José Lamas, de la asociación de jugadores anónimos de Galicia: «La Lotería de Navidad es una estafa»
VIGO
El fundador del colectivo equipara las compras compulsivas o el abuso del móvil a la ludopatía. «Canté mi primer bingo a los 18 años y creí solucionar mi vida, pero la hundí», asegura
04 nov 2024 . Actualizado a las 20:57 h.«En el juego siempre se pierde». Esa es la máxima que subraya Juan José Lamas (Vigo, 1962), fundador de la Asociación Gallega de Jugadores Anónimos, organización abierta al tratamiento de un amplísimo abanico de adicciones: juego compras compulsivas, videojuegos, abuso del móvil...
«Soy un catedrático del juego de azar, porque lo mamé, lo viví y, sobre todo, lo sufrí», enfatiza. Es una de las personas que más sabe de España sobre el juego. No en vano, ha marcado su vida. Lo hizo desde un día de Navidad de 1980, cuando al regresar de madrugada a casa las luces de un bingo captaron por primera vez su atención. «Entré con 200 pesetas y sin saber cómo funcionaba aquello, en el segundo cartón que jugué: ¡bingo! Me faltaba el número 82 y salió el 82». Lo narra como si fuese ayer, con todo detalle del día que se torció, cuando menos, su juventud. «Allí estaba yo, cantando mi primer bingo a los 18 años y ganando 48.000 pesetas», cantidad que traducida con la evolución del coste de la vida desde entonces equivaldría a casi 1.000 euros actuales.
«Creí solucionar el resto de mi vida; para qué iba a estudiar o trabajar. Parecía tan fácil. Al día siguiente estaba allí otra vez a las cinco de la tarde. Y en lugar de arreglar mi vida, la hundí». Pasaron diez años de autoengaño, de deberle dinero a todo el mundo. «Una evolución cada vez más desastrosa, enganchado al juego, con graves problemas familiares y laborales»: expulsado de la casa familiar y de su puesto público de trabajo.
Su historia la ha escuchado repetida casi palabra por palabra por los más de 4.000 pacientes que ha atendido tras lograr rehabilitarse. «Dije que iba a por tabaco, cogí un coche destartalado y me planté en Córdoba, en el único centro de tratamiento de adicción al juego del que conocía su existencia. El proceso de adicción a la apuesta repite siempre el mismo patrón: «gratificación por el premio logrado; refuerzo emocional ante los problemas que se puedan tener; te quedan en la cabeza solo las veces que has ganado... y aparecen las pérdidas elevadas. Ante eso, te refuerzas pensando que si una vez te tocó, puede volver a ocurrir». Luego llega la desesperación a la vez que la impotencia por no ser capaz de parar, cuenta. Y después todo da igual, y se cae en una fase todavía más destructiva.
Juan José Lamas trata a unos 120 adictos al año. «El gran problema del juego de azar son los componentes adictivos que el propio juego tiene. Cada dos minutos puedes tener una nueva jugada en una máquina o en un bingo, y eso genera más ansiedad y dependencia».
Es crítico con la Administración, por no querer poner coto a una actividad que, en sí, llega a considerar que podría ser una manera lúdica de pasar el tiempo, pero eso es la teoría. «El juego mueve al año en España 48.000 millones de euros y el 40 % de ese sector está en manos de la propia Administración (Lotería y Apuestas del Estado), y del resto obtiene una millonada en impuestos y tasas. Es un negocio que tiene una rentabilidad tan alta que tapa todos los problemas que causa en la sociedad». Autodeclarado rebelde, Lamas no se corta al asegurar que incluso la Lotería de Navidad «es una estafa normalizada».
Desde que logró dejar de escuchar como los números que se cantaban en el bingo casi nunca eran los suyos, los que tenían que salir para tapar las grietas abiertas en su vida, se ha dedicado a ayudar a reparar las de otras víctimas del juego. Es director técnico de la federación española de asociaciones de ludopatía. Los patrones se repiten, da igual dónde, y sus consejos para los afectados por los ludópatas, también. «¿Que qué pueden hacer los familiares? Pues si les roban dinero, denunciarlos, dejar de encubrirlos y justificarlos. Hay que dejar que se responsabilicen de la vida que están llevando, porque de lo contrario, un ludópata mata poco a poco a sus familias y estas no logran que el jugador deje su adicción».
Conoce decenas de casos muy graves. «Podría llamar la atención el de un farmacéutico que se gastó en el juego 2 millones de euros, pero aún es peor el del estudiante que se jugó y perdió su beca y tuvo que dejar los estudios. Cada uno se juega lo que tiene y lo que pueda conseguir», dice.
Le preocupa y mucho la deriva que está convirtiendo a los videojuegos en puerta de entrada para las apuestas y en un gasto que va de menos a más. «Las cajas botín y los micropagos dentro de los videojuegos están provocando un enganche mayor que retroalimenta la adicción al juego, y más en los adolescentes, que son pura competitividad. El Fortnite causó estragos», atestigua.
Detrás de la ludopatía y la adicción al juego, Juan José Lamas advierte un mal manejo general de la frustración, que advierte va a más. «Todo se quiere para ya», resuelve, añadiendo a su argumentación la creciente dependencia del móvil, el arrastre a las compras compulsivas que internet ha venido a incentivar también y que ya le aporta un porcentaje creciente de consultas. «¡Vivimos en una sociedad de mierda!», lamenta.
EN DETALLE
- Primer trabajo
- A los 15 años, cuando estaba interno en Ourense. Trabajé en la cafetería de las piscinas de Oira. Éramos 12 hermanos y comíamos a la carta, la del as de bastos: el que la sacaba, comía.
- Causa a la que se entregaría
- Al cambio social. Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así.