Un trabajo de película para mostrar la belleza de la ría de Vigo y ayudar a preservarla

Alejandra Pascual Santiago
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VIGO

Jorge Martínez Vázquez posa junto a su equipo para filmar bajo el agua en Alcabre.
Jorge Martínez Vázquez posa junto a su equipo para filmar bajo el agua en Alcabre. JAVIER TENIENTE

El festival de cine submarino de San Sebastián premia el corto «Kallaikoi, o mar das meigas» de Jorge Martínez Vázquez

12 ene 2025 . Actualizado a las 22:19 h.

El océano es un bálsamo para los sentidos. Lo sabe bien el videógrafo submarino gallego Jorge Martínez Vázquez, que aprovecha esta condición y apela a la belleza de los ecosistemas que habitan las rías para despertar conciencias. Así lo refleja en su última propuesta, filmada en Vigo. Kallaikoi, o mar das meigas ha ganado el tercer premio en la categoría de corto musical del Ciclo Internacional de Cine Submarino de San Sebastián (Cimasub).

En apenas cuatro minutos y medio de producción audiovisual bajo las olas, Jorge Martínez demuestra toda la vida que concentran las profundidades de la ría de Vigo, hogar de miles y miles de especies y de una importantísima flora. Con un marcado carácter artístico y una melodía envolvente, las escenas arrancan con el bostezo de un congrio y rematan con el sofisticado camuflaje de un icono de esta comunidad, el pulpo. «El Cimasub tiene un evento paralelo que es el Chiquiciclo y proyectamos las piezas premiadas en colegios y en el acuario de San Sebastián. La cara de los niños y la cantidad de preguntas que hacen cuando les mostramos toda la vida que se concentra ahí abajo... Uno se da cuenta entonces de que este trabajo puede servir de mucho», explica Martínez sobre la forma en que trabajos como el suyo puede ayudar a divulgar y proteger el medio marino.

«Tenía claro que quería estrenarme con un corto en Galicia, porque muchos de los reconocimientos actuales son a producciones de aguas tropicales cristalinas, visibles a cincuenta metros. Mi intención era demostrar que en nuestra costa podemos presumir de unos fondos impresionantes», asegura. Esta elección explica la introducción de la obra, situando al espectador en el origen del nombre de esta región, «que se remonta a tiempos del Neolítico, cuando los celtas se apodaban a sí mismos kallaikoi, gente de las montañas», relata. Tras ello, aparecen unos planos aéreos que reflejan el paisaje que distingue a este litoral. «Me decanté por estas imágenes porque, leyendo a Ernest Hemingway, me gustó la descripción que hacía de nuestra costa: ‘‘Las montañas marrones y quemadas por el sol caen al mar como viejos y cansados dinosaurios’’», parafrasea aludiendo a una publicación del escritor estadounidense en el Toronto Star.

Fotograma de un san martiño.
Fotograma de un san martiño. JORGE MARTÍNEZ - ZEUS FABER

Ya en este punto la música empieza a cobrar un papel relevante. «Pasaron cinco meses hasta que me decanté por la selección musical. Escogía una pieza, la dejaba reposar y al día siguiente la descartaba. Hice hasta cuatro versiones distintas», recuerda el submarinista sobre el aspecto del corto que supuso más quebraderos de cabeza. Finalmente apostó por una melodía de viola, violín, chelo y piano. «La percusión de la canción brinda un tono lúgubre al corto. Es con intención, porque es como el mar en Galicia, azul oscuro». Acertó, teniendo en cuenta que San Sebastián fue el primer festival en el que Martínez se atrevió a presentarse y salió con su galardón en la mano. Tras ello, cosechó otro éxito en Francia.

Un bosque de zanahorias de mar.
Un bosque de zanahorias de mar. JORGE MARTÍNEZ - ZEUS FABER

Las escenas centrales las protagonizan los habitantes de la ría de Vigo. Van sucediéndose especies, acompasadas al hilo musical. Gracias a un lente zoom, el corto arranca con primeros planos y gestos faciales de ejemplares emblemáticos, como un congrio en su guarida, una nécora que mira a los ojos o un rodaballo mimetizado en el entorno. Tras ello, «voy abriendo el plano para mostrar algo más del paisaje y donde se encuentran los animales» y muestra, por ejemplo, un llamativo terreno con zanahorias marinas. En este punto, «aprovecho que la música se vuelve un poquito más suave, más tenue, para intercalar escenas de coloridos nudibranquios, que son seres más diminutos y cuadran con los agudos». De repente, la melodía suena más trascendental «y comienzan las escenas en movimiento», como la de una raya nadando en libertad o un sincronizado banco de peces ballesta.

El primer reconocimiento le ha llegado a Martínez apenas ocho años después de obtener su título de buceo en Calpe. Ahora, junto a otra cantera de submarinistas concienciados, trabajan en otro proyecto más ambicioso.