«O Baixo Miño y O Val Miñor son el nuevo edén para los extranjeros»

Monica Torres
Mónica Torres O ROSAL / LA VOZ

VIGO

JAVIER TENIENTE

Jéssica López ha ayudado a medio centenar de nuevos residentes

09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia provocó un cambio significativo en la distribución poblacional en Vigo y su área impulsando el crecimiento de algunos municipios de manera destacada. Otros como Oia, Gondomar u O Rosal se han mantenido relativamente estables, pero se han convertido en auténticos imanes para atraer extranjeros. Un 4,5 % de los empadronados en Oia proceden de una treintena de países distintos, frente al 0,1 que representaban hace una década, según los datos del padrón municipal. Son 140 de los aproximadamente 3.104 vecinos que residen actualmente en el ayuntamiento. Este fenómeno en auge es valorado muy positivamente por la alcaldesa, Cristina Correa, quien lo interpreta como una señal de la excelente calidad de vida que ofrece el municipio.

Junto a Gondomar, O Rosal y Tomiño, se ha afianzado Oia como un atractivo destacado para los extranjeros que están comprando casas para fijar su residencia. Testigo directo de este movimiento migratorio es Jéssica López, artífice de muchos de los nuevos asentamientos en la zona. Sus clientes la han bautizado como «la jefa» y ella asume con humor el sobrenombre porque «además de que lo hacen con cariño, sí es cierto que es prioritario que confíen plenamente en mí, porque mi labor es guiarlos de la mano para que puedan consumar todos los traslados e integrarse plenamente». Nada que ver con asistentes personales, advierte. «Mi trabajo consiste en facilitar la transición a las personas de otros países que quieren asentarse en España. Me ocupo de todo, no solo de lo material, sino de lo psicológico y emocional también, porque es un cambio de vida completo para todos ellos», advierte.

Su papel es tan importante, añade, que «ni me anuncio ni me vendo en ningún sitio». Los resultados evidencian que tampoco le hace falta porque desde hace cinco años «he acompañado a más de medio centenar de extranjeros que han dejado atrás sus países para residir en España».

«Yo elijo a mis clientes y el primer filtro es que solo me entrevisto con quienes me llamen por recomendación de quienes ya formen parte de mi cartera. Todos acaban siendo, eso sí, parte de mi familia», asegura Jéssica.

Hay un perfil y unas preferencias claras en tendencia: «Vigo, O Val Miñor y O Baixo Miño son el nuevo edén para los extranjeros, porque adoran España y quieren trasladarse aquí, pero huyen del calor del sur y les conquista tanto la naturaleza de contrastes de mar y montaña del área de Vigo como el hecho de poder integrarse en una comunidad», advierte. Su dilatada experiencia es su mejor carta de presentación.

Viguesa de nacimiento, regresó a Oia hace siete años y, tras hacerlo primero por vocación y porque muchos extranjeros le pedían ayuda, Jéssica se asentó el municipio de su madre y ha apostado por convertirse profesionalmente en lo que denomina «facilitadora de transición para los extranjeros que se vienen a vivir a España». Muchos de sus clientes la fichan ya desde el otro lado del charco, «porque el proceso comienza mucho antes de venir, e incluye búsqueda de casa, permisos, papeles...».

Sobre las características más comunes de los que apuestan por asentarse en las comarcas de O Baixo Miño y O Val Miñor, «tendencia que cada vez va a más», apunta varias cosas en común. «La mayoría de las personas que se trasladan tienen una edad media de 55 años o menos, porque en otros países se jubilan mucho antes. Suelen ser parejas jubiladas, la mayoría norteamericanas y o no tienen hijos o, ya son mayores y no viajan con ellos», indica su facilitadora. Destaca también el atractivo de formarse ya pequeñas colonias de extranjeros que interactúan entre ellos, que facilitan la integración de los nuevos y que acaban formando parte de los municipios en los que se asientan. «No solo Oia, en Gondomar, Tomiño y O Rosal, además de en Vigo, ya hay grupos grandes».

Comenzó a dedicarse «oficialmente» a ello tras la pandemia, aunque antes lo hacía para ayudar por su dominio del inglés y el bagaje profesional. Durante más de una década trabajó e como case manager (asesora de casos) para un grupo de clínicas de California. Allí se encargaba de atender a los inmigrantes ilegales que cruzaban desde México. Ha cambiado el perfil y el continente, pero «las transiciones siempre son complejas y tener a alguien que te dé la mano es fundamental», afirma. Sostiene que para ella, Estados Unidos sí fue un país de oportunidades del que regresó con la convicción de «no querer trabajar para ningún jefe o gobierno que no fuera yo misma».

«Hemos venido de Los Ángeles y estamos realmente felices»

Hace tres años que Gail y Paul Calderón cambiaron Los Ángeles por Oia. Sabían que querían jubilarse en España y estudiaban Ourense o Lugo cuando Jéssica se cruzó en su camino y los acompañó hasta Oia. «En cuanto conocimos a los demás extranjeros supimos que queríamos vivir aquí», dicen, pero también que se ha encontrado con trabas burocráticas que le hubieran hecho volver si no fuera por ella. «Es terrible la burocracia y la falta de información. Aquí hay que hacer en tres pasos lo que allá en uno», dicen. Han estado de alquiler hasta que han podido acabar su casa»: «Allí jamás habríamos podido vivir frente al mar y la montaña, aunque la burocracia ha sido tremenda». Les gustaría que se facilitara una poco más la integración y para ello proponen que se ofrezcan clases de español. También les cuesta adaptarse a la gastronomía, «y siempre llevamos sal y chilli cuando comemos fuera». Especialmente agradecidos están a los restaurantes que ya han ampliado la carta.