
El autor modificó una antiguo aparato de chicles y ahora despacha obras en La Contenedora
14 may 2025 . Actualizado a las 01:01 h.Los expertos llevan tiempo advirtiendo de que el mercado del arte necesita nuevas vías de comunicación para llegar al público. Pues desde ayer, en el espacio La Contenedora (Eduardo Iglesias, 11) se ha puesto en marcha una manera curiosa de difundirlo a través de una vieja máquina expendedora de chicles. El aparato, un objeto que forma parte de la cultura contemporánea, o más bien de la vintage, ha sido modificado por Rafa Calchadora para difundir su trabajo.
El artista cuenta que con esta iniciativa rescata una idea antigua que tuvo su mujer hace años, en una exposición en el Museo Municipal en Ourense. «Mientras se desarrollaba se le ocurrió lo de la expendedora y fuimos madurando la idea que derivó en otra. Como allí hay pulperías por todas partes, yo utilizaba como soporte para pintar platos de pulpo y el plan era que los vendiera una pulpeira, pero era un jaleo burocrático del 15 y la desechamos», cuenta. Años después descubrieron que la idea no era tan original, que ya había unas cuantas máquinas expendedoras de arte y ahí quedó el asunto hasta que recientemente se topó en una web de objetos de segunda mano con este artefacto. «Volvió a mi cabeza aquel proyecto, pero con un añadido, no solo despachar arte, sino hacerlo accesible y que la gente, con un simple euro, tenga acceso a una pequeña obra de arte», relata.
Para ello, lo que ha ideado es un sistema con palos. «Echas la moneda y baja un palo en forma de tableta de chicles que pone lo que te ha tocado. Si sale blanco, es una postal a elegir entre dos modelos, uno de retranca gallega y otro de la Catedral de Santiago. Si sale rojo es una obra impresa, pero sellada y firmada, a elegir entre una mía u otra de Álpez, una artista de Nueva York que prefiere estar en el anonimato. Y a quien le salga el palo negro se llevará una obra original de alguno de los dos.
Leticia y Saúl, los responsables de esta tienda de moda, galería y coworking con cafetería, acogen la idea sine die. Por ahora, el experimento en La Contenedora no tienen fecha de finalización y Calchadora tampoco descarta abrirlo a otros autores más adelante. Calchadora insiste en que la iniciativa no está pensada con un fin lucrativo sino para acercar la creación de otro modo añadiéndole una pizca de suerte e intriga con arte «expendido».
Mientras tanto, el ourensano residente en Moaña prepara otra muestra en la Capela do Hospital, en Cangas: «Llevo 30 años haciendo exposiciones y no se parece en nada a lo que estaba haciendo, es muy loca», avanza sobre la muestra que abrirá a principios del mes de julio.