Aquellos veranos en las Rías Baixas

Alejandra Pascual Santiago
Alejandra Pascual VIGO / LA VOZ

VIGO

Los fondos de la Diputación descubren imágenes de las playas en la primera mitad del siglo XX

25 jun 2025 . Actualizado a las 01:08 h.

«Los archivos conservan un patrimonio único e irreemplazable que se transmite de generación en generación. Los documentos son gestionados en los archivos desde su origen para preservar su valor y su significado. Juegan un papel esencial en el desarrollo de la sociedad contribuyendo a la constitución y salvaguarda de la memoria individual y colectiva». Esto dice la Declaración Universal de los Archivos firmada en Oslo, y adoptada por la Unesco en el 2011. El documento, además, apuesta por el libre acceso por parte de los ciudadanos para «enriquecer el conocimiento, proteger derechos y mejorar la calidad de vida». Puede decirse que pocas instituciones gallegas han trabajado tanto en esta línea en los últimos años como la Diputación de Pontevedra.

Atopo, el metabuscador del organismo provincial, permite conocer a golpe de clic fondos que son testimonio de la historia y evolución de la provincia. Sus imágenes (cerca de 10.850.000 ya) reflejan el desarrollo económico, político, social y cultural del territorio. Las aportaciones del Museo de Pontevedra, del servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico de la Diputación, de los archivos municipales (se van sumando cada vez más ayuntamientos) y de otras instituciones, públicas o privadas, enriquecen este banco.

La variedad temática es tan amplia que muchas veces permite acotar circunstancias y cronología. Por ejemplo, comprobar cómo eran las playas y el veraneo en las Rías Baixas en la primera mitad del siglo XX. Algunas imágenes son un auténtico tesoro. Arenales hoy de referencia turística, rayanos con la masificación, eran páramos casi vírgenes hace un siglo. Se pueden ver un puñado de casas en torno a playas de Sanxenxo, Nigrán, O Grove o Baiona. Otras imágenes rescatan de la memoria lugares de baño que ya no existen, como los que se cargaron los sucesivos rellenos que se comieron el centro de Vigo. Cangas, por ejemplo, era una larga sucesión de playas que el tiempo se ha encargado de liquidar a base de muelles y edificaciones sin ningún orden que se han convertido en pantallas visuales que tapan la ría.

Otro apartado, dentro del veraneo, es de las estampas más personales. Donaciones privadas en las que se descubren no solo paisajes, sino también modos de vestir y costumbres sociales de la época. Bañadores masculinos con tirantes, ropas femeninas que tapaban hasta los tobillos y los establecimientos más emblemáticos, como el Gran Hotel de La Toja.

Atopo sigue acumulando novedades. Entre las últimas aportaciones figuran los fondos gráficos del Liceo Casino de Vilagarcía y del parque natural de las Cíes.