Bautizo marinero inédito cerca de las islas Cíes

A.M. VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

La pequeña Luján fue bañada con agua de la ría en una emotiva ceremonia

29 jun 2025 . Actualizado a las 21:33 h.

La ría de Vigo fue escenario ayer del primer bautizo marinero. La protagonista es Luján, una niña de Gondomar, que fue bautizada simbólicamente en aguas próximas a las Cíes a bordo de un barco. La idea nació tras conocer ritos semejantes en el Guadalquivir, donde hay antiguas tradiciones vinculadas a la navegación. «Descubrimos que aquí, en Galicia, nunca se había registrado oficialmente un bautizo marinero», explica la madre, V.G.C.

El bautizo, que reunió a 50 invitados, tiene un significado especial para la familia, ya que rinde homenaje al abuelo materno de la niña, cocinero en barcos de altura de Pescanova y marino fallecido. «Fue también un pequeño homenaje a los que ya no están y tenían una vida muy ligada al mar», apunta la madre.

La ceremonia comenzó con la lectura del origen del rito: «Cuenta la leyenda que, cuando una persona sube por primera vez a un navío, se realiza el bautizo para recibir la protección de Neptuno o Poseidón. Tras ser bañada con agua del mar y cumplir ciertos pequeños sacrificios, pasa a formar parte simbólica del mar y la comunidad marinera», relataron a los invitados. Muchos desconocían la costumbre.

El momento central llegó cuando 9 nueve padrinos y madrinas —seis mujeres y tres hombres, una mezcla de familia y amigos— colaboraron para extraer agua de la ría, a modo de tripulación unida. «Cada padrino hizo un nudo en la cuerda que se ató al cáliz, simbolizando la unión y el compromiso de todos ellos con la niña. Juntos bajaron el cáliz y lo recogieron con destreza, sin derramar el agua. Es la primera vez que esos padrinos y madrinas trabajan juntos para coger el agua. Es el símbolo de la unión, de esa tripulación que estará ahí siempre que la niña lo necesite», subraya la madre.

El patrón del barco, Juan, fue el encargado de dar la bienvenida a Luján y bañarla con el agua recogida por la tripulación. El rito se diferencia del religioso en un detalle importante: «En el mar, el agua no se seca, se deja en la piel, como cuando sales de la playa. Es una representación de la pertenencia al mar», describen. La niña no lloró.