
La mitad de los niños de A Gorriona, en Salvaterra, tienen necesidades especiales, pero aquí trabajan todos juntos
26 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La escuela natural A Gorriona ofrece un campamento de verano que supone adentrarse en las profundidades de la naturaleza y volver a divertirse como antes. Esta escuela está dirigida por Miguel Garrido, quien dejó las oposiciones de magisterio tras descubrir las dificultades que sufren los niños con necesidades especiales. Hizo la carrera de pedagogía y en septiembre va a hacer diez años que fundó su escuela en Salvaterra.
Al campamento acuden unos 30 niños de entre cinco y catorce años. «Sin vetos», aclara. Da igual su condición. En torno a la mitad de los niños tienen alguna necesidad especial. Desde trastorno del espectro autista o Asperger hasta síndrome de Down o de Dravet, una enfermedad degenerativa muy poco común. Un caso especial en A Gorriona lo encarna una niña ciega. No conseguía que la aceptasen en ningún campamento y Miguel Garrido no dudó en abrirle la puerta.
Aunque muchos piensen que estos niños con necesidades especiales pueden tener dificultades, Miguel asegura que está descartado cualquier tipo de discriminación. Algunos padres han mostrado alguna reticencia, pero la filosofía del campamento no es negociable.
La escuela está ubicada en la antigua casa familiar donde también tiene su granja. En ella tiene cabras bóer, una vaca, un ternero recién nacido y pájaros a quienes los niños y niñas dan de comer en equipos todas las mañanas. Es una actividad que les encanta, y todo un evento para muchos de ellos, dado que algunos no ven animales domésticos con frecuencia.
Al llegar un periodista de La Voz, fueron los propios niños quienes tomaron la iniciativa de relatar qué cosas están aprendiendo este verano. Unos niños de 7 y 8 años contaban que hicieron pan de centeno en equipo. Una niña de cinco explicó que alimentaba a las cabras y detalló los pasos que sigue para elaborar mermelada.
Otros que no estaban tan interesados en el cuidado de los animales enumeraban otras actividades, como ir al río, montar en quads o, por aclamación, «xogar ás cabañas», que son edificaciones fabricadas con cañas que ellos han reformado y decorado.
Garrido busca que se diviertan y aprendan de otra manera, sin pantallas, que no echan nada de menos. Como dice una niña de 6 años, «si estuviera en casa estaría viendo la tele, pero me lo paso mejor aquí»