
La oferta de heladerías en la popular playa crece a la par que el turismo
27 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace mucho que la playa de Samil ya no es aquella playa familiar a la que acudían los vigueses con sus fiambreras metálicas con tortilla, filetes empanados y pimientos, pesadas sombrillas, balón de Nivea, bronceador de aceite de coco, neveras portátiles más robustas que las que hay ahora en las cocinas, mesas, sillas y toda la tropa a pasar el día. Eso ya no se hace aquí ni en ningún sitio. El sufrimiento del salón playero doméstico ha sido sustituido por tremendas palizas de viajes turísticos en los que la masa deambula con la idea de que va a conocer una ciudad y acaba conociendo un centro comercial.
Samil, ahora, es la playa de una ciudad tomada ya por el turismo, por eso ya no llega con la tienda de pollos asados, el quiosco de los helados industriales y la cafetería rancia. Samil, nuestro Benidorm chiquito, está plagado de visitantes y oriundos, y hay que dar un servicio a la altura de las circunstancias.
Es obvio que hay negocio y es por ello que, desde hace menos de un lustro, el paisaje comercial ha cambiado y ha crecido. El helado es uno de los productos estrella del verano, y es, además, un artículo que forma parte de los objetos de deseo de las redes sociales en la abultada sección gastronómica.
Como resultado, Samil sobrevivió casi 40 años con una sola heladería: San Remo (luego, bajo el nombre actual de Di San Remo. Y ahí sigue, desde 1982, pero hace mucho que no está sola y cada vez, menos. Antes de la pandemia se instaló en el último chalé de la avenida de Europa, al lado de la rotonda, el italiano Panna & Fragola. Tenían varias heladerías en el centro de Vigo, pero apostaron por este enclave que les permite combinar el helado artesano con el servicio de restaurante. Giorgio Bontempi, el responsable del local, aclara que no hay ninguna competencia en el sentido negativo del término. «Hay más heladerías, pero no hacemos guerra de precios, eso no beneficia a nadie porque solo se gana bajando la calidad». El italiano sabe que sería una victoria amarga. «Lo que sí consigue la competencia es que te espolea para mejorar y no quedarte dormido en los laureles», afirma. «Cuando hay, hay para todos. Samil necesita una oferta hostelera al nivel de la playa que es», sentencia añadiendo la única pega, que es la lluvia y el largo invierno. Aún así, trabajan bien aunque bajen el pistón.
El año pasado llegó también a Samil la propuesta de Helada Madrina. La heladería con el mejor juego de palabras de la ciudad afronta a pie del Atlántico su tercer proyecto. Tras su debut en Rosalía de Castro, se mudó a Via Norte, donde Ezequiel Mera, pintoresco comerciante que ocultaba el Solete Repsol que le concedieron en el 2023, continúa elaborando en el obrador del centro helado para los dos locales.
El último proyecto en arribar a la popular playa es Desseo. Esta heladería artesana con obrador en Santiago abrió en febrero su primer local en la Porta do Sol. El de Samil es otro punto de venta del que se hizo cargo desde mediados de mayo la pareja que llevaba desde hace cuatro años el Bico de Xeado que estaba en el mismo pequeño despacho. María Benavides y su marido, Sergio, se ocupan en Vigo de este proyecto que elabora todos los productos con leche de su propia granja, Granxa Pazos, en Mazaricos. «Es la materia prima principal de todos sus productos, leche fresca, pasteurizada y con ingredientes naturales», explica. María cuenta que se han cambiado a esta nueva marca «porque apuesta por el origen del producto, como por ejemplo el dulce de leche, que lo elabora con materia de primera calidad que importan de Argentina, e innova también con los sabores sin azúcar, como el pistacho, el mango o el yogur».
La empresaria de O Grove, que reside en Vigo hace una década, subraya la característica más importante de Desseo, (nombre que juega con el sonido «de xeo» en gallego) de esta nueva marca «es que es 100% sin gluten, todo, los cucuruchos, las obleas que van en las tarrinas, su masa de gofre, y por supuesto, los helados. A la gente le sorprende mucho. Hace unos días una madre nos contaba que era la primera vez que su hija de 7 años, celíaca, podía tomar un cucurucho, y otra, que nunca había podido probar un gofre».
María tampoco cree en la guerra de heladerías, sí en una estrategia de mercado basada en la fidelización de la clientela con un protocolo estricto de atención al cliente, «que esté a gusto y que disfrute la experiencia, pero que haya variedad es bueno para todos», opina la experta que además, se ocupa de la formación de los trabajadores de la marca que tiene también tienda en Cambados y tiendas colaboradoras en Carril, Illa de Arousa, Santiago, Ézaro y Ribadeo.