Un descenso de vértigo por el corazón de Vigo

Omar Goris VIGO / LA VOZ

VIGO

Una multitud asiste en el Casco Vello a una de las pruebas estrella de O Marisquiño, la bajada desde el monte de O Castro hasta la zona portuaria de A Laxe. El rider Marco Veiga grabó en vídeo su entrenamiento

12 ago 2025 . Actualizado a las 01:17 h.

Uno de los platos fuertes de O Marisquiño, el único que permanece en el centro de la ciudad, es el descenso urbano. Esta tarde ha reunido a miles de vigueses, turistas y amantes de las BMX para disfrutar de un nuevo recorrido final. Esta es una de las pruebas favoritas de muchos, donde se miden la destreza y los reflejos de los corredores a gran velocidad por las estrechas calles del Casco Vello de Vigo. 

Ha sido una tarde festiva que animó a muchos a llenar terrazas y bares del corazón de la ciudad. En torno a «puntos calientes» del trayecto se podían ver aglomeraciones de personas, lugares donde ya no no se trataba solo de mirar a un ciclista pasar a gran velocidad por delante, sino de admirar sus saltos o su control en tramos de escaleras que hacen al público vitorear y aplaudir a su paso. Estas zonas son: la Praza do Rei, la calle Elduayen, la intersección con San Vicente y Caracol, la plaza de la Iglesia, A Pedra y en nuevo remate a través de las rampas que conducen a la terraza del centro comercial A Laxe, en pleno puerto, donde estaba la meta de la prueba.

CELE RODRIGUEZ

Una demostración de la vertiginosidad del descenso urbano la hizo el rider Marco Veiga, que grabó un vídeo por la mañana con una cámara incorporada en su bici. En solo 2 minutos y 18 segundos bajó desde O Castro hasta A Laxe.

Junto a la Colegiata, un puñado de jóvenes expertos al lado de sus bicicletas de montaña identificaban y comentaban las características de cada uno de los vehículos de los concursantes al paso de ellos. También se animaban a comentar el trazado: «La plaza está muy desaprovechada». «Una pena que no salten en la subida de esa rampa, yo lo haría», sentenciaba uno mientras era objeto de mofa de sus compañeros.

CELE RODRIGUEZ

Allí se agolpaban también turistas a los que pilló de improvisto O Marisquiño en plena visita al Casco Vello, «No teníamos ni idea», se sorprendía un matrimonio de madrileños. Pese ese inoportuno traspié a sus planes, encajaron la situación con buena cara: «Lo estamos disfrutando muchísimo». 

A golpe de silbato, en cada curva los voluntarios iban anunciando la llegada de un ciclista, lo que mantenía continuamente alerta a todos aquellos que querían capturar en foto o en vídeo algún salto. «Pensábamos que era como La Vuelta, un momento y ya, no que fueran a estar aquí una hora bajando de seguido bicis», comentaban alegres los miembros de una familia pontevedresa, que acudían por primera  vez al festival de O Marisquiño. «El truco para disfrutar del descenso es ir moviéndote por todo el recorrido, de esta manera disfrutas bien de todo», afirmaba un veterano vigués que no se pierde ninguna edición.