Sofía, diez años en un centro para menores: «En Aldeas Infantiles te hacen sentir familia»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOÁN CARLOS GIL

La joven, de 32 años, entró con 7 junto a sus tres hermanos en Redondela

14 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Aldeas Infantiles SOS celebra medio siglo de atención y acompañamiento a niños, adolescentes y familias en situación de vulnerabilidad de la comunidad autónoma de Galicia. La de Redondela fue la segunda aldea creada en España, lo que supuso el afianzamiento de un innovador modelo de acogimiento de carácter familiar. La viguesa Sofía (pide que no se divulgue su apellido) vivió casi toda su infancia y adolescencia allí junto a sus tres hermanos. Hoy, con 32 años, recuerda esa etapa con gratitud y derriba algunos de los prejuicios que todavía pesan sobre los centros de acogida.

—¿Cómo llegaron a Aldeas Infantiles?

—Entramos los cuatro a la vez, yo tenía unos seis años, casi siete, y salí con diecisiete, casi dieciocho. Así que prácticamente crecí allí. Fue mi casa. Poco a poco fuimos saliendo a medida que cumplíamos la mayoría de edad. En mi caso, fue una experiencia muy positiva. No son tus padres, claro, pero te hacen sentir en familia, te dan cariño y te enseñan a valerte por ti misma. Para mí fue un hogar, y eso es algo que siempre agradeceré. Ahora cada uno ha seguido su camino. Mi hermano mayor, que tiene una discapacidad, vive en un centro en Lugo. Mi hermana está trabajando en Valencia, y mi hermano pequeño vive en Cangas, también trabajando.

—¿Cuánto tiempo pasaron allí?

—Unos diez años. El primero en salir fue mi hermano mayor, que se fue con mis tíos. Después mi hermana pasó a una residencia, luego salí yo para ir al programa Mentor y, más tarde, mi hermano pequeño, que también fue a ese programa. Cuando cumplí veinte años y él tenía dieciocho, me lo traje a vivir conmigo.

—¿No había posibilidad de volver con sus padres biológicos?

—No, desde un principio no hubo opción. Al principio íbamos los fines de semana o en vacaciones, pero con el tiempo se vio que no funcionaba, así que se buscó otra alternativa. Hay casos en los que los niños pueden volver, pero no fue el nuestro.

—Mucha gente no sabe cómo funciona Aldeas Infantiles

—Cada vivienda acoge normalmente a unos seis niños. Siempre se procura que los hermanos estén juntos, eso es muy importante. Nosotros convivíamos con otros niños, así que al final éramos una pequeña familia. Había roces, como en cualquier casa, pero también mucho cariño y apoyo. Teníamos una cuidadora principal, a la que llamábamos madre SOS, y varios educadores que se turnaban para ayudarnos con los estudios y las cenas. Era una figura muy importante, la más cercana a una madre. La mayoría eran personas muy buenas y preparadas. Era mi hogar.

—¿Vuelve de vez en cuando?

— Sí, alguna vez vuelvo y me entra añoranza. Quedan muy pocos de los que estaban cuando yo vivía allí, pero me trae recuerdos.

—¿Qué diferencia notó al pasar al programa Mentor?

—Fue un cambio grande. En la Aldea te sentías acompañada, te escuchaban, te daban cariño. En el programa Mentor ya eras considerada adulta y el trato era más frío. Te ayudaban a buscar trabajo y vivienda, te enseñaban a cocinar o a gestionar tus gastos, pero no había esa cercanía emocional. Lo pasé peor allí.

—¿Qué pasó al salir del centro?

— Yo quería estudiar un ciclo de sociosanitario, pero no conseguí plaza y en el programa Mentor ya no me dieron esa oportunidad. Así que empecé a trabajar. Primero en una tienda de gominolas y regalos, luego en panaderías, cafeterías, hostelería… y ahora en un supermercado. A veces me planteo retomar los estudios, pero ahora tengo un hijo de nueve meses y se hace complicado. Con el trabajo, la casa y el niño, las prioridades cambian.

—¿ Qué le gustaría que la gente entendiera sobre los centros de menores como Aldeas Infantiles?

— Que no son reformatorios ni sitios para niños problemáticos. Muchas veces la gente piensa eso, y es totalmente falso. Los niños que estamos allí simplemente no tenemos un entorno familiar adecuado. En Aldeas te ayudan, te apoyan y te dan un hogar.

Martha Revuelta: «Nuestro modelo se basa en la importancia del hogar»

El 16 de noviembre de 1975, la Aldea Infantil SOS de Galicia cobró vida con la llegada de los primeros ocho niños y niñas a una de las casas de San Martiño de Ventosela, en el municipio pontevedrés de Redondela. en su 50 aniversario, su actual directora, Martha Revuelta, destaca que «el modelo de nuestras Aldeas se basa en la importancia del hogar. Por eso proporcionamos un entorno familiar que favorece el bienestar y el desarrollo de los niños y niñas y que les ofrece un modelo de crianza positivo que puedan replicar en el futuro si quieren formar su propia familia».